A mí es que no
me hace falta más que una llamada para que me abran las puertas y me lancen la
alfombra roja en la Casa Real. Lo confieso: soy amigo íntimo de la Princesa
Corina, a la que las pelotas de la competencia, las de la revista Hola, llaman Alteza Serenísima, pero yo,
que tengo mucho más confianza y soy mucho más campeñana, llamo, sencillamente, ‘Cori’. Así que, dicho y hecho. Ya se sabe. En nuestra España inmortal, tanto
monta, monta tanto, Corina como Juan Carlos.
Lo cierto es
que obtuve credencial rapidísimamente. Y
allí me planté. En la zona VIP del juzgado de Palma para ver en primera fila el
paseíllo de la Infanta Imputada y el Duque Empalmado, que fue de lo más
decepcionante. El estilismo de Doña Imputada estaba totalmente fuera de lugar.
Yo hubiera elegido un abrigo de paño de mercadillo en color caca, que es el que
han llevado las pobres de solemnidad de toda la vida, y era lo más apropiado
para no dar lugar a comentarios malintencionados, tal y como están las cosas. Empalmado,
sin embargo, iba un poco más a tono, con un look
a lo proletario famélico del siglo XIX con el traje de los domingos, que no
daba tanto el cante y hacía mucho más juego con el carácter plebeyo de Diego
Torres y su esposa.
A partir de
ahí, chiquilla, qué trajín. Jaume Matas, tan antiguo como siempre, que ni sabe
combinar corbata ni malversar caudales públicos por el Twyp, que es lo más
cómodo y seguro. Si lo sabe hasta la madre del Luisma: Twyp, Twyp, te soborno
por el móvil. Y la novia secreta de Rita
Barberá, qué decir de la novia secreta de Rita Barberá. El abanico que traía
para aliviar el caloret de la lideresa valenciana resultaba del todo ostentoso,
lleno de plumas azules, que ya no se sabía dónde empezaba el abanico y dónde
terminaba Rita Barberá. Y de incógnito, para que en Zarzuela no se enteraran de
que había vuelto a hacer pellas, Froilán, el sobrino de Doña Imputada.
El cuadro no
podía pintar peor. Qué nerviosismo. Y lo más tremendo fue cuando la jueza Rocío
Nobelda (más trajeada que la jueza Alaya, a la que llaman la Preysler de
Mercasevilla) las puso a todas firmes y levantó la sesión. La que se lió. Cori,
mi Cori, con los ojos encharcados en lágrimas. Juanca, para variar, rodando por
los suelos. Sofía, con esa cara de siempre de estar oliendo moñigas de vaca.
Letizia, tan enojada y soberbia que ya ni saluda a sus compañeras de facultad. Hasta
la Marichalá suspendió el cese temporal de la convivencia y se puso a repartir
infusiones de valeriana en el día más aciago de los borbones.
Esto tiene muy
mal color, os lo digo. ¿Si llega la república? ¿A qué galas acudiremos las
cronistas de la moda? ¿Será una república a lo Carla Bruni? ¿O tendremos que
conformarnos con comentar chándales tendencia Hugo Chávez? Qué incertidumbre,
qué incertidumbre. Donde se ponga una verdadera reina….Ni punto de comparación.
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