SUBDELEGADOS BORRACHOS
EN LA PUERTA GOLPEABAN
Por José García
La última sobreactuación de la derecha gaditana ha
tenido como inesperado protagonista a ‘El Cumbres’, un transeúnte con diversos
problemas psiquiátricos y desmesurada expresividad que “se cagó” en la Guardia
Civil durante su intervención en la asamblea ciudadana que, con motivo de los
cien primeros días de gobierno, habían organizado Por Cádiz Sí se Puede y Ganar
Cádiz en Común, integrantes de la coalición gubernamental, en la Plaza del
Palillero, en el corazón del centro comercial abierto del casco histórico y
epicentro de las protestas del 15-M en la ciudad.
Cuánta rasgadura de vestimenta de los partidos de la
oposición. Cuántos requerimientos de condena al gobierno municipal. Cuánta
exhibición de escrúpulos democráticos. Cuánta enardecida defensa del honor de
las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado. Se diría que ‘El Cumbres’ había
resucitado el cantón de Cádiz y despotricado contra la ocupación de las fuerzas
armadas españolas.
El más sobreactuado de todos ha sido el subdelegado
del gobierno central en la provincia, Javier de Torre, quien ha amenazado con echar
a ‘El Cumbres’ a los perros. O lo que es decir, a la fiscalía, para que actúe
contra él. Una sobreactuación que no tiene en cuenta el contexto comunicativo
ni las características del sujeto emisor del exabrupto. Es como si a Lorca le
hubieran mandado el fiscal por escribir en la última estrofa de su Romance Sonámbulo “guardias civiles
borrachos,/en la puerta golpeaban”. Perdón, qué lapsus. Este ejemplo no sirve.
A Federico no lo amenazaron con el fiscal, lo fusilaron sin juicio previo.
Hasta los responsables provinciales de la benemérita
andan amagando con poner “los hechos” en manos de sus asesores jurídicos, para
ver si procede una querella criminal contra ‘El Cumbres’. Aunque, seamos
realistas. Si el responsable del gobierno del PP en la provincia hace tantos
aspavientos por las ocurrencias de ‘El Cumbres’ es porque las ocasiones las
pintan calvas para utilizar la Subdelegación como instrumento de oposición
política a “la izquierda radical” que ha tomado el gobierno municipal.
Así son las cosas en el día a día de esta ciudad. Con
las derechas política, mediática y religiosa confabuladas para doblegar todo
ímpetu de cambio por parte de la nueva autoridad municipal. Y, en medio de la
escaramuza, aparece ‘El Cumbres’. Qué buen pretexto.
La única persona que ha hablado con sensatez de esta
anécdota mediáticamente aupada a la categoría de presunto delito ha sido la
concejala de Cultura, Eva Tubío, quien, lejos de participar en la lapidación (metafóricamente
hablando) de ‘El Cumbres’, ha situado
sus palabras en contexto y ha aportado
datos muy significativos sobre el carácter del transeúnte, habitual de las
asambleas ciudadanas, que en sus momentos de lucidez se erige como el mejor
moderador de los debates y en los de embriaguez muy fácilmente puede mandar a
la mierda a sus propios compañeros de “la izquierda radical”.
Yo le recomiendo a ‘El Cumbres’ que no se agobie. Si
la fiscalía atiende a los requerimientos de Torre, que eche mano de la ironía
(una herramienta muy solvente de la que siempre hemos hecho gran uso desde la
diferencia) y le recite al subdelegado desde el estrado lo que el gitano del celebérrimo
romance: “Compadre, quiero morir/decentemente en mi cama./ De acero, si puede
ser,/ con las sábanas de holanda.”
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