En El
día anterior a la Revolución, Úrsula K. Le Guin -conocida como una autora rompedora en el
género de la fantasía y la ciencia ficción- traza un personalísimo tratado y
aproximación a la ‘utopía anarquista’, a partir del sendero personal un
personaje femenino en su última trayectoria en un mundo que ella misma no cesa
de tratar de cambiar, en todos los aspectos. Y es este enfoque psicológico,
feminista, multidimensional, libre de ataduras, lo que convierte a su
particular manifiesto en una original pieza de literatura además de en un
ensayo ‘sui géneris’.
La autora de La mano izquierda de Dios, entre otras narraciones, recientemente
desaparecida, no teme a los nombres históricos del anarquismo, con referencias
a Emma Goldman, entre otros muchos, ni se detiene en el análisis del
capitalismo que sustenta las instituciones, mezcla un tono aparentemente naif y
poético con un lenguaje barroco y hasta inventivo. La protagonista es Odo, nombre
extraído de un personaje de su libro Los
desposeídos, y su viaje hacia la libertad está salpicado de reflexiones
anti-convencionales sobre el mundo en que vivimos y las conclusiones de sus
personajes. Escrita en 1974, muestra ya avanzadas ideas sobre el género, al
tiempo que abraza algunos de los postulados ecologistas y antimilitaristas
característicos del periodo y de su propia narrativa de ficción científica en
este irrepetible ‘opúsculo’ que puede fascinar tanto por el fondo como por la
forma.
Un trabajo literario y sociopolítico
irrepetible, que a pesar del paso de las décadas mantiene una fascinante
vigencia gracias a su capacidad introspectiva y a su falta de complejos a la
hora de exponer sus postulados más extremos, estremecedores o hermosos. Jugando
con los nombres y los personajes, las posiciones, las reflexiones y las
acciones estamos ante una obra insólita de una autora que este año nos ha
dejado tal vez también para ser redescubierta en una de sus muchas facetas como
creadora de universos paralelos e inspectora de un mundo jerárquico,
heteropatriarcal, capitalista e institucionalizado de diversas formas y
mediante diversas fórmulas.
La autora nos introduce en las
diferentes etapas vitales de su protagonista y aborda de forma original
cuestiones como la vejez, la continuidad de las luchas, el abatimiento y el
camino de la utopía anarquista en un mundo resistente al cambio de casi
cualquier tipo, sobre todo en el terreno del altruismo. Le Guin desbarató con
mayor o menor fortuna- siendo su obra literaria fascinante pero desigual- el
masculinismo y la violencia casi inherentes a la ciencia ficción que la
precedió, y en esta ocasión opta por el estilo de la obra de pensamiento e
ironía en la línea de, por ejemplo, Mark Twain o Jonathan Swift, para una
aproximación sin tapujos al anarquismo de base como forma de pensar y repensar
nuestras relaciones con el mundo y con nosotros/as mismos/as. La autora nos
introduce en la transición y las diferentes etapas de una protagonista que ha
emprendido un sendero que la conduce, sobre todo, hacia un redescubrimiento de
sí misma y su relación con su causa y su
mundo.
Si esta obra -recién reeditada en una
versión muy cuidada- ya clásica en la producción literaria de una autora más
conocida por sus incursiones feministas en el género de la ciencia-ficción
utópica y distópica, se mantiene plenamente en pie hoy día, es porque a pesar
de abrazar algunos postulados de los orígenes del pensamiento anarquista
también se introduce en la piel de sus protagonistas en un ejercicio fascinante
de juego con la libertad en el lenguaje, la metaficción y la falsa ingenuidad.
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