sábado, 24 de febrero de 2018

LAS HERRAMIENTAS DEL AMO









Por Eduardo Nabal


"Las herramientas del amo nunca desmontarán su casa”, afirmó  Audre Lorde en su obra maestra Zami: Otra forma de deletrear mi nombre, un libro precursor de la 'teoría queer' e inserto en las coordenadas de la narrativa racial, social y lésbica, feminista y combativa contra las exclusiones en la Norteamérica de los sesenta, donde se fraguaban pero también se silenciaban voces importantes e influyentes mas allá del canon, por lo general, blanco, acomodado, heterosexual y masculinista. Lorde habita la casa de la diferencia junto a la dramaturga Lorraine Hansberry (Un lugar en el sol), la novelista Alice Walker (El color púrpura, En posesión del secreto de la alegría) u otros nombres pioneros de la talla de Lanston Hughes (poeta y precursor) o Jimmy Baldwin, testigos implicados y contadores de historias de la Historia.

La memoria de la esclavitud, la segregación y la violencia real o simbólica seguía vibrando en la época en la que la derecha armada asesinó a Malcolm X o Martín Luther King, en la época en la que Rosa Parks se sentó por primera vez en un autobús para blancos, desafiando la prohibición de los amos. El tiempo en la que Nina Simone cantó con voz rasgada, lírica y profunda contra la exclusión y los linchamientos en algunas zonas del Sur de EEUU.

Al inclasificable e infumable Trump, sin nada que ver con el lema de Audre Lorde y en las antípodas del mismo,  se le ha ocurrido la infeliz idea de armar a los profesores para acabar con la violencia en las aulas. O sea más herramientas de muerte para simular que le importa la lucha contra la violencia y la exclusión cuando, por otro lado, siembra y provoca la pobreza, el racismo, el sexismo y la homofobia dentro y fuera de sus fronteras, con las herramientas del amo.

En su viaje a Nueva York, Federico G. Lorca conoció el renacimiento de Harlem, la todavía incipiente lucha de los negros por la emancipación y la reivindicación de la diferencia, conoció al inmenso  poeta Lanston Hughes (figura clave en el movimiento desde las calles) y cantó a los suburbios y garitos de la gran urbe, esos suburbios que siguen hoy en día cercados por cordones policiales o para-policiales.

El señor Trump no lee, presume de ello y ni siquiera sabe algo del viejo lema de la autora del impagable ensayo La hermana, la extranjera, madre de la interseccionalidad en todas  las luchas sociales, junto a las mexicanas inmigrantes y la poblaciones todavía entonces recluidas en espacios acotados. Sus herramientas señor Trump nunca desmontarán sus casa, si acaso la de otros, la de muchos y muchas inocentes en diferentes partes del mundo
 

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