Lucrecia Masson: "Colectivizar nuestros malestares más profundos y sacarlos de esos lugares de oscuridad y silencio al que están abocados tiene un gran potencial"
Por Eduardo Nabal
(Pre-Patagonia argentina, 1981) Lucrecia Masson es activista feminista y autora de un magnífico capítulo sobre 'Activismo gordo' en la obra colectiva Transfeminismos, de la editorial Txalaparta.
EDUARDO NABAL.- Hola Lucrecia ¿Qué
tal? Hace poco hablábamos con Carlos Savoie sobre el llamado “activismo gordo”
del que también formas parte. Pero tienes además un capítulo muy bonito en el
libro Transfeminismos. Yo veo lo
queer como el paso de lo personal es político a lo corporal es político ¿Cómo
lo ves tú?
LUCRECIA MASSON.- Creo
que el feminismo ya planteó esto. El feminismo puso el cuerpo en el centro. Sí,
me parece que desde algunos espacios estamos activando la dimensión corporal de
la política. Y en esta línea las emociones y afectos también están tomando un
lugar central, y yo no diferenciaría éstas del cuerpo. Creo que el cuerpo es
individual y extenso, es singular y colectivo, y que hay aspectos de los que
antes no hablábamos, o hablábamos desde otro lugar, que comienzan a estar más
presentes. Aquí nos serviría como ejemplo la cuestión de la gordura. El
feminismo reclama hace años el rechazo a los estándares de belleza, pero creo
que hay un trabajo que comienza a hacerse ahora y que tiene mas que ver con
reconocernos en nuestras vulnerabilidades y trabajar desde ahí. Recuerdo un
episodio en unas jornadas feministas donde, hablando de nuestra relación con el
propio cuerpo, una dijo: con lo que me ha costado a mi quererme Y otra: y
con lo que me ha costado también a mi quererme, y otra, y otra, dando
cuenta de lo mismo. Entonces la pregunta sería: ¿es una cuestión individual
esto? Creo que hay un potencial enorme en colectivizar nuestros malestares más
profundos y sacarlos de esos lugares de oscuridad y silencio al que parece que
son condenados.
E. N.- Hay gente que todavía
supone que los chicos u hombres gay ligamos nada mas salir de casa. Un topicazo
abominable. Pero si es cierto que los lugares de encuentro, en comparación con
los de lesbianas, están mas extendidos ¿Crees que ser una joven ‘gorda y
feminista’ no es lo mismo que ser un ‘gay gordo y activista’?
L. M.- Pienso
que en este mundo heteropatriarcal nunca es lo mismo vivir como mujer que vivir como hombre. Y esto no será distinto
para la gordura. Ser leída como mujer gorda nunca será igual que ser leído como
hombre gordo. Ser mujer implica ser heterosexual, potencial útero reproductor,
delgada y funcional para un capitalismo que nos espera productivas y
reproductivas. En un tío una barriga cervecera supone de él ser un persona
divertida y con una vida social exitosa, en ella una barriga fuera de lo
establecido denotará dejadez, falta de cuidado de sí. De todas maneras, creo
que el dispositivo de control ‘tallas y medidas’ funciona, aunque no de la
misma manera, para cualquier corporalidad, tenga ésta los kilos que tenga.
Siempre hay ese temor a perder la línea. Se nos pone a régimen. Valga la
familiaridad de las palabras para pensar como se regimentan nuestros cuerpos.
E. N.- Yo he notado mi edad en algo muy particular que
aparece en el libro Transfeminismos.
Mi relación con las nuevas tecnologías. Nunca he sido muy bueno pero la
naturalidad de las generaciones jóvenes me apabulla ¿Tienes muchas esperanzas en Internet como
herramienta sociopolítica o matizarías bastante?
L.M.- Me parece
que Internet sirve hoy para muchas cosas. Por ejemplo, a través de la red, yo
me mantengo en contacto constante con compañeras que activan cuestiones de
cuerpos disidentes en diferentes lugares, especialmente en Latinoamérica. Creo
que internet facilita experimentar nuevas formas de acción política. Activismos
transfronterizos y decoloniales. Y esto por decir solo uno de los potenciales
que le veo. Me parece, de momento, una
gran herramienta.
E.N.- Todavía tengo
que oír que el deseo masculino es más fiero, irracional y básico que el
femenino. ¿Hay algo de verdad en eso, o es continuar perpetuando desigualdades
e incluso violencia?
L.M.- No creo que haya algo verdadero en el deseo. El deseo
es algo que se aprende, deseamos lo que nos es posible desear, deseamos lo que
nos es permitido desear. Se trata de preguntarnos qué deseamos y por qué.
Reestructurar el campo del deseo me parece una tarea fundamental a asumir
colectivamente, reconociéndonos y teniendo siempre bien claro que no deseamos
libre ni autónomamente. De ahí la importancia de generar nuevas
representaciones, construir nuevos imaginarios, dar lugar a otros cuerpos.
Entrevista relacionada:
E. N.- Yo he notado mi edad en algo muy particular que
aparece en el libro Transfeminismos.
Mi relación con las nuevas tecnologías. Nunca he sido muy bueno pero la
naturalidad de las generaciones jóvenes me apabulla ¿Tienes muchas esperanzas en Internet como
herramienta sociopolítica o matizarías bastante?
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