lunes, 17 de julio de 2017

EL 'CONDÓN QUÍMICO': PERSPECTIVAS GLOBALES (y II)

Una reflexión crítica sobre la PrEP

 

Por Ángel Gash


Un momento del filme Zero Patient.



En los últimos años y en nuestro contexto de forma más reciente, se ha iniciado el debate sobre la inclusión y dispensación de la Profilaxis Pre-Exposición ante el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) en hombres gays y bisexuales y otros hombres que tienen sexo con hombres. También en personas que se inyectan drogas y en parejas serodiscordantes. Aunque parece ser que esta pastilla azul se ve más necesaria en los HSH (hombres que tienen sexo con hombres), o quizás deberíamos decir, en los hombres gays con suficientes recursos económicos.
Se trata de un medicamento que combina dos tipos de antiretrovirales emtricitabina (FTC, 200mg) y tenofovir disoproxil fumarato (TDF, 300 mg), que deben ser administrados de forma continua en un único comprimido, aunque en HSH se pude administrar de modo intermitente (2 comprimidos entre 2 y 24 horas previas a la exposición, 1 comprimido a las 24 horas de la primera toma y otro, 24 horas después). Algunos estudios han mostrado reducciones en la transmisión superiores al 85%. Además de estas recomendaciones en cuanto a su toma, los organismos institucionales competentes en la materia, destacan que la adherencia es un factor clave en la efectividad de la PrEP y que cualquier programa de PrEP debe incluir medidas específicas destinadas a reforzar la adherencia a la medicación. Esta medicación fue aprobada por la Agencia de la Alimentación y el Medicamento de EE UU (FDA) en 2012 y por la Agencia Europea del Medicamento (EMA) en julio de 2016. La PrEP ha demostrado que disminuye la transmisión del VIH en grupos de riesgo elevado. Aunque no obstante, no está claro el impacto en la disminución de la incidencia a nivel poblacional.  
Si bien estos últimos son los posicionamientos de los organismos institucionales, desde las entidades sociales existe un amplio recorrido en el diseño y aplicación de intervenciones preventivas y lo que se está viendo es que son necesarios nuevos enfoques desde la promoción de salud, por ello es necesaria una reflexión sobre la incorporación de este fármaco como estrategia preventiva, partiendo y teniendo en cuenta las aportaciones de aquellas agrupaciones que llevan mucho tiempo dedicadas a estas tareas.
En la prevención de la transmisión del VIH y otras ITS, se ha demostrado la necesidad de actuar sobre factores estructurales, que colocan a las personas en situaciones de mayor vulnerabilidad, desplazando desde hace ya años el concepto estigmatizante de grupos de riesgo, que como vemos se retoma de alguna manera con las propuestas relacionadas con esta medicación. ¿Qué factores son estos? Por un lado, hablamos de determinantes de tipo socio-económico, como la edad, el nivel de formación, los ingresos, la situación de convivencia, el acceso al sistema de salud y a los servicios preventivos… Diferentes estudios han demostrado la asociación entre estos y la realización de prácticas sexuales de riesgo: en el caso de HSH por ejemplo hablamos de chicos jóvenes que carecen de habilidades para vivir una sexualidad integral y satisfactoria, con dificultades de negociación en las prácticas sexuales, a lo que se suma además el consumo de sustancias (debido sobre todo a la carencia de estrategias educativas realistas, cercanas y que tengan en cuenta la diversidad). También encontramos desigualdades en el acceso a la prevención y a los servicios de salud en personas migrantes, a las que se añaden además dificultades económicas, personas que obtienen dinero del trabajo sexual, que en ocasiones pueden colocar en la situación de tener que decidir entre cuidarse, “protegerse” o comer, o comprar, o viajar, o pagar la vivienda.  Se trata de desigualdades socio-económicas que si fueran eliminadas, al menos parte de las transmisiones se reducirían. En este sentido, para pensar en la valoración de la efectividad de una intervención preventiva de tipo farmacológico nos podemos preguntar: ¿a caso hay pastillas que eliminan desigualdades? Pero esta pastilla no va dirigida a las personas que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad, básicamente por que no la van a poder pagar. 
Tampoco se piensa aquí en las reflexiones ya realizadas desde hace años sobre cómo las necesidades no consideradas estrictamente sexuales, pero relacionadas con la parte emocional, como la necesidad de afectos, de sentirse deseada/o, de conexión, intimidad, confianza… pueden determinar la toma de decisión, consciente en muchas ocasiones, de llevar a cabo prácticas sexuales de riesgo.
Por sus características, su coste inicial, y al estar dirigida a otro tipo de ETS, parece ser que se recomienda, sin mucho criterio,  sobre todo para hombres gays y/o bisexuales con un cierto “estatus”. Algunos habrán pensado que se trata de una “pastilla rosa” para la “sociedad rosa”, pero es azul. Y es azul por porque es machista, porque se beneficia y a la vez beneficia a una estructura socio-económica capitalista y heteropatriarcal, que legitima la inversión económica farmacológica, que insiste en la necesidad de buscar las respuestas inmediatas tal y como prescribe el pensamiento neoliberal (que además tengan alto beneficio económico), que impide que se pueda pensar en respuestas que puedan ser efectivas a largo plazo, en favorecer el autoconocimento, la autoestima y el autocuidado y la toma de decisiones libres. Pero también este pensamiento dificulta invertir esfuerzos en analizar cómo construimos y nos involucramos en las relaciones afectivo-sexuales, siendo conscientes de que en muchas ocasiones (por falta de recursos económicos, educativos, por necesidades de afecto o de expresión de las propias convicciones) son relaciones de poder. Estas relaciones de poder son impuestas por la estructura de género, que como se ha dicho, es machista y heterocentrista.
Los beneficios económicos del Heteropatriarcado perjudican a la mayoría de las personas, aunque se nos intente vender que intervenciones como la que aquí estamos debatiendo supongan lo contrario. Como señala Connell, “la acumulación de riqueza se ha convertido en una situación firmemente asociada a la reproducción del modelo hegemónico”, que se perpetúa a través de las relaciones sociales de género, donde se reproducen las desigualdades y las relaciones de poder a escala global. Hay que pensar en quien está al mando de las empresas farmacéuticas y a quien beneficia el acúmulo del capital en la actualidad, para ver como estas dinámicas reproducen la desigualdad y aseguran el sistema heteropatriarcal.
En un sentido parecido pero quizás más sutil, algunas voces de HSH a favor de la difusión de la PrEP, remarcan el sentir de hombres gays y bisexuales en cuanto a las décadas de control sobre su propia sexualidad con estrategias preventivas impuestas y lejanas a sus realidades. Se concibe la PrEP aquí como una estrategia de empoderamiento, de ruptura contra las normas, de poder follar sin condón… ¿cómo hacen otros grupos de población no estigmatizados? Quizás la verdadera pregunta aquí tendría que hacer plantearnos si esta situación nos recuerda a la medicalización de procesos vitales de aquellas personas oprimidas por la jerarquía de género: ¿asistimos a la medicalización de aquellos (hombres gays y bisexuales) que no se adaptan a la norma, que no cumplen con los estereotipos acerca de cómo deben ser (en este caso) los hombres? Y en definitiva, ¿es esta una nueva (o vieja, pero reactualizada) forma de control económico, sexual y de género de las diversidades? Aunque parece, por otro lado, que últimamente las sociedades “enriquecidas” han “superado” los debates sobre la homofobia, en este caso resurge con fuerza, puesto que se considera que estos grupos son incapaces de cuidarse, “hay que medicarles”, infantilizando en este caso, unas masculinidades no hegemónicas (gays y bisexuales, según las recomendaciones clínicas). Es una forma de responsabilizar a aquellos que han estado marginados y "permitirles" ser visibles de forma controlada, bajo el control clínico. Y aquí nos podemos preguntar si se llegará a un punto en el que los hombres gays y bisexuales jóvenes que no tomen PrEP serán mal vistos en futuro, ¿deberán romper de nuevo con las estructuras de poder y control biomédico-farmacológico para poder tomar decisiones sobre su propia sexualidad y la manera en que deciden construir relaciones afectivo-sexuales, repitiendo la lucha contra la cosificación de las personas subordinadas en la estructura de género? Quizás esto sea pensar demasiado a largo plazo, pero invertir en prevención farmacológica del aquí y el ahora quizás sea un incentivo para dejar la promoción de la salud.
En este sentido y para aportar ideas en positivo, podríamos centrar el debate en reflexionar sobre cómo actúa el Sistema de Salud en el Estado Español y cómo, desde un enfoque de Salud Comunitaria, debería trabajar por la promoción y ofrecer herramientas para el autocuidado y la responsabilización sobre la propia salud. Algunos aspectos en los que deberían centrarse las intervenciones preventivas y de promoción de salud serían por ejemplo las formas de construir las relaciones afectivo-sexuales (habilidades sociales, estrategias de negociación, estereotipos y situaciones de poder de género y su relación con el modelo de masculinidad hegemónica), analizar estas situaciones y proponer estrategias de ruptura (legitimadas institucionalmente) del estatus quo de género. Otro aspecto imprescindible aquí consiste en escapar del pensamiento binarista o dicotómico en cuanto al género y pensar en prácticas sexuales, identidades diversas y formas de tránsito de género. Debemos ofrecer reconocimiento y legitimidad a todas las diversas formas de expresión de la sexualidad e identidad de género. Y, ¿qué pasaría si desde las instituciones empezaran a interesar las realidades de las personas? Podríamos ver cuáles son las estrategias de reducción de riesgos/daños que utilizan algunos hombres que tienen sexo con hombres (algunos de ellos gays y bisexuales, otros no), podríamos ver, identificar y mejorar los recursos de autocuidado de los que disponen, cómo protegen su salud, cómo y en base a qué se toman decisiones.
Quizás una herramienta sea invertir en educación afectivo-sexual y de género, desde las personas, desde sus realidades, necesidades y deseos, legitimando y comprendiendo la riqueza de la diversidad y dejando de lado cualquier mecanismo de control que pase por beneficiar (económicamente) a unos pocos, para conseguir una verdadera ruptura con la estructura de género, opresora, machista y heterocentrada.  

EL 'CONDÓN QUÍMICO': PERSPECTIVAS GLOBALES

La nueva medicalización de la sexualidad

 

Por Cristian Alberti



 

 
Tomar PrEP (Profilaxis Pre Exposición) es una de las nuevas alternativas que la industria farmacéutica y el poder médico están ofreciendo como estrategia para evitar la infección por VIH. A esta propaganda que desde estos poderes se le está brindando a los antirretrovirales (tenofovir y emtricitabina), se pliegan ciertos sectores de la comunidad LGBTQI que, a priori, parecieran no problematizar que es el consumo de los mismos antirretrovirales que se toman cuando una ya tiene el virus y quiere adherir a un tratamiento.
Los estudios y estadísticas publicadas hasta el momento indican que la efectividad de la Profilaxis Pre Exposición es de un 90%. Vale aclarar que éstos recién se comenzaron a realizar en 2010 y que, si bien lo publicado hasta el momento es muy escaso, no por ello nos debe hacer reproducir un discurso que tiene a la Organización Mundial de la Salud como otra de sus principales portavoces. Resulta indispensable aclarar también que el objetivo de la OMS en lo referido a VIH/SIDA, para el 2020, es la tan conocida campaña 90-90-90: llegar a un 90% de personas infectadas que conozcan su diagnóstico, que el 90% de quienes conocen su diagnóstico adhieran a un tratamiento antirretroviral y que de quienes adhieran al tratamiento, el 90% se encuentre en estado de indetectabilidad. Frente a este escenario, podríamos preguntarnos ¿quién va a hacerse cargo de los costos económicos de estas políticas en países que históricamente vulneran el acceso a derechos elementales como la salud, a masas poblacionales cada vez más amplias? ¿Cuándo fue que dejamos atrás, si se dejaron atrás, o si alguna vez se las tuvo en cuenta, las luchas iniciadas por lxs primerxs infectadxs en relación a garantizar primero la medicación para todas las personas que quieren acceder a la misma? ¿Cómo van a obligarnos a tomar medicamentos si el mismo protocolo que impulsan muchos Ministerios de Salud de diferentes países sostiene que cada persona tiene el derecho a decidir si comenzar un tratamiento o no?
En cuanto a la PrEP, resulta importante no perder de vista que es la administración, en el cuerpo que el poder biomédico denomina “sano”, de un conjunto de antirretrovirales mensuales, con los correspondientes exámenes de control que se hace cualquier persona leída como “enferma de VIH” (aunque no sea una enfermedad stricto sensu) por éste mismo poder. Y aunque, como anteriormente señalábamos, los estudios y estadísticas son muy pobres hasta el momento, eso no imposibilitó que organizaciones como Fundación Huésped Argentina hayan comenzado una campaña propagandística de la PrEP, reproduciendo el discurso de la OMS y destinando la misma a hombres que tienen sexo con hombres (HSH) y mujeres trans, retornando con ello a la supuesta población de riesgo que creíamos haber dejado atrás después de tantos años batallando contra la idea de la peste rosa y el cáncer gay, a la vez que demuestra la vigilancia realizada a través de mecanismos epidemiológicos de ciertas prácticas sexuales. Otra vez surgen con esto varios interrogantes: ¿Quiénes se van a hacer cargo de los gastos económicos de estos medicamentos cuando las políticas del actual gobierno de Argentina generan un faltante de antirretrovirales en los hospitales públicos y la suspensión de diferentes esquemas a personas que adhieren a un tratamiento? ¿Si continuamos hablando de VIH/SIDA desde una perspectiva epidemiológica, qué hacemos con los factores socioculturales? ¿Vamos a pasar por alto estas estrategias de gubernamentalidad que tienen como objetivo el control de la sexualidad? ¿Qué pasó con los saberes producidos por ACT-UP y otros movimientos activistas del SIDA de los años 80 cuando interpelaban a las farmacéuticas para que se abrieran las píldoras que se comenzaban a probar en la población infectada, cuando hoy en día aceptamos las propuestas de las farmacéuticas sin problematizarlas previamente?
Mientras quienes defienden el ejercicio del “farmacopoder” (Preciado, 2008) se encargan de embellecer las políticas de medicalización de los cuerpos vía PrEP, en diferentes partes del mundo como Autralia, Nueva York y Toronto, algunas personas resultan ser positivas a las pruebas de VIH estando bajo el tratamiento de Profilaxis Pre Exposición. “Otro caso denunciado en Amsterdam todavía está siendo investigado” según informa The Gaily Grind (www.thegailygrind.com/2017/05/23/despite-daily-hiv-prevention-regimen-third-prep-user-tests-positive-hiv/).
Estos claramente son los primeros casos que salen a la luz, pero no por ello podemos dejar de verlos como una muestra de que desde el 2010, que empezaron a realizarse los estudios, lo que se está llevando adelante son experimentaciones y ensayos clínicos sobre los cuales no estamos cuestionando su funcionamiento ni su implementación y es hora de que comencemos a hacerlo. ¿Qué esperamos para empezar a intervenir en la producción del conocimiento científico que usan tanto las farmacéuticas como la clínica para fundamentar su accionar y sus discursos medicalizantes? ¿Seguiremos mucho tiempo más aceptando estos discursos como los únicos sin generar técnicas de resistencias y de subjetivación disidente?
Quienes nos reconocemos como activistas seropositivas, entiendo que necesitemos visibilizar el avance inminente que el farmacopoder está llevando adelante en la era neoliberal en pos de la medicalización de todos los cuerpos. Pero creo primordial comprender que, como personas viviendo con el virus, todavía tenemos muchos objetivos a los cuales arribar. Uno de ellos es la necesidad de producir una ética seropositiva que nos permita visibilizar que nuestras vidas son vivibles y que un cuerpo seropositivo es habitable; ya que de seguir ocupándonos más de la discusión sobre PrEP estamos prestando más tiempo y atención a la construcción de un mensaje que apunta salvaguarda a personas seronegativas, mientras que nos olvidamos que dentro de la población infectada todavía hay compañeras que asocian el virus con una muerte inminente. Una muerte si no biológica, sí social y sexoafectiva. En varios países como Argentina la faltante de terapias antirretrovirales es un hecho, lo que vulnera el derecho de personas infectadas que quieren adherir a un tratamiento. Al mismo tiempo los discursos que tornan las vidas seropositivas como cuerpos desapropiados de cualquier potencia alegre siguen siendo, en muchos lugares, los que predominan e imperan. Esto produce, como todo acto performativo, un sentido y un significado y no es otro que la promoción y sanción de una forma de vida definida por la tristeza, la culpa, el miedo y la angustia.
Creo entonces que nos queda, entre tanto, problematizar las redes de estrategias ya llevadas adelante y poner en marcha la construcción de otras nuevas que nos permitan potenciar alegremente nuestras vidas post diagnóstico VIH positivo. Producir y crear redes de pares en las que el antídoto al poderoso veneno inoculado por la sociedad capitalista, de la mano con su cultura binaria y heterosexista, sea la información y los saberes producidos por nosotras mismas, desde nuestras experiencias y no por la industria farmacéutica; porque sabemos que esa cultura nos necesita deprimidas, entristecidas y con nuestra desesperación se sostiene su hegemonía. Poner en marcha vínculos afectivos que rechacen de lleno el colaboracionismo con el actual estado de las cosas. Generado por un sistema que produce marginalidad y pobreza en amplios sectores de la población y encuentra en la tristeza su principal forma de gobierno.

viernes, 14 de julio de 2017

THIS IS RUSSIA TODAY

Chechenia 27

 

Por Eduardo Nabal





En una charla sobre derechos humanos, una activista feminista me llamó la atención o más bien me invitó a no establecer agravios comparativos para denunciar una realidad sangrante o una violación de derechos humanos. En ese caso se trataba de los travesticidios en algunas zonas de Latinoamérica. Pero me encuentro de nuevo de bruces ante la cuestión y  con el mismo arma de doble filo con las noticias que vienen de Chechenia ¿cuál es el “cualitativo”  valor de lo humano y el significado ambiguo de la palabra internacionalista?
Las razones de que yo me vea tentado de comparar los 27 nombres que, de momento, se han dado de gays (algunos adolescentes) “ejecutados” bajo el régimen de Putin en Chechenia con otras violaciones de derechos humanos eson que bajo regímenes invisibles como el heterosexismo o conceptos como lo imperial (que se suelen aplicar a EEUU o Europa pero que en este caso valen también para Rusia) unos humanos son más humanos que otros.  A estas alturas el silencio de la izquierda internacionalista no tiene nada que ver con ningún factor ideológico o nostalgia de ninguna revolución, tiene que ver simple y llanamente con el digámoslo claro “matan maricones ¿a quién le importa?”.
Sé que las múltiples excepciones a lo que acabo de decir se echarán las manos a la cabeza pero, como ya ocurrió en los ochenta con la pandemia del SIDA, si no hubiera sido por la iniciativa LGTBQI –al menos de entrada y ya hace años-, el asunto de las Leyes Homófobas del Gobierno Ruso no hubiera trascendido. Han tenido que ser ya las organizaciones internacionales de derechos humanos las que se pronuncien al respecto, puesto que los gobiernos europeos tienen mucho que perder si le piden explicaciones al presidente ruso, y no digamos ya al de EEUU. Triste lección de Historia sobre la que no conviene pasar página, pero que queda como huella indeleble en la memoria de los nuevos chicos y chicas LGTBQI de izquierdas, que comprueban con renovada estupefacción que su causa, por si había alguna duda, no es siempre la causa de todas. Que sus izquierdas tienen su lado oscuro, y tan oscuro. Me duele decirlo, pero la Historia se repite de forma sangrante o, dicho de otro modo, más de lo mismo.
 

jueves, 13 de julio de 2017

PATERNIDAD SIN MADRES (y II)

MATernidad SUBdrogada

 

Por Francisco Brives






Me proponen que escriba sobre el debate de maternidad subrogada y asi a voz de pronto me da pereza. Me da pereza por diversas razones, la primera de todas es la maternidad. A lo largo de 47 años he tenido diversos contactos y experiencias con la cuestión de la maternidad, y siempre he salido tarifando. Hace 20 años dije en la televisión publica: “los niños son un coñazo”, y casi salgo del plató con las esposas y una paliza de las señoras bienpensantes y maternales de este país catolicista; en honor a la verdad, utilicé el termino becerros para dirigirme a los crios.

En otra ocasión una amiga  lesbiana me propuso tener un vástago a medias y concluí que no existía en mí un ápice de instinto paternal. Nunca he deseado ni un hijo, ni cuidar de los de los otros, y me molesta profundamente esas voces de bobón que pone la gente para hablarle a un niño, tenga la edad que tenga.

Tengo aquí que defender a las escasas voces de mujeres que han decidido no tener hijos y que su existencia no se fundamenta en la gestación ni en el anhelo de maternidad. Hay vida más alla de ser madre, afortunadamente. Estas mujeres tambien sufren estigma, como bien denuncio Maribel Verdú recientemente.

La segunda de las razones de la pereza es que en sí, y defendiendo como siempre he defendido la libertad de las personas para hacer con su cuerpo lo que les dé la gana, no entiendo por qué entramos en un debate sobre lo que una mujer puede hacer o no con sus potencialidades.

Nadie ha sometido a debate si lo que expulsa un hombre es lícito o no lícito para ser comercializable, de hecho, si los hombres parieran estoy convencido de que montarian una cadena de superproducción de niños con programación de obsolescencia para tener que volver a vender vástagos cuanto antes.

Este relato subdrogado de la reproducción ha infectado al movimiento feminista, y espero, por prudencia no lo haga con el activismo gay y lésbico. Yo como hombre (no cis -vo) puedo vender mi semen sin levantar una polvareda acusatoria cargada de la moralina sobre tráfico de niños, explotación de mi verga, esclavismo por precariedad económica; sin impulsar por la decisión libre de mi capacidad, cambios legislativos para la encarcelación de mi cuerpo.

Que yo recuerde, cuando los llamados donantes de semen aparecieron en escena, a nadie se le planteó un dilema moral, ético sobre su venta de semen, ni decidieron o amenazaron con promulgar leyes que alertaran sobre la consecuencia de esa “producción”, como mucho se reguló en aquello que concernia a los derechos de los niños, con mil subterfugios que protegen al donante en vez de condenarle.

Hoy en día, si yo, hombre (No- cisbobo), dono semen y me saco unos cuartos, a nadie le importa, ni es portada de periódicos, ni escriben libros sobre ello, ni hay debates televisivos, ni manifestaciones que atenten contra mi capacidad de decisión. Adulta, libre, consciente.

La pregunta pertinente sería:

¿Por qué cada vez que una mujer toma una decisión sobre su cuerpo, tenemos que postularnos y debatir sobre la misma?  ¿Por qué la sociedad insiste en asimilar al conjunto de las mujeres como si tuvieran una minoria de edad?  ¿Es acaso la condición de mujer un hecho politico derivado de su cuerpo? ¿Por qué el estado y la sociedad trata como incapazes a las cuerpas gestantes de poder actuar libremente, sin la necesidad paternalista de la sobreprotección o condena social  del conjunto de los medios y organos de control del estado?.  Es más, ¿por qué en esa condena se suman además las voces y la complicidad de gran parte de las propias mujeres?

¿No es ya muy cansino el hecho de reincidir y de meterse en las capacidades ajenas? ¿No pueden de verdad las mujeres del siglo XXI asumir como adultxs sus propias decisiones?

Me apena el debate, me produce tristeza, pero, sobre todo, me molesta que se erijan voces que dicen hablar por todxs y que se esconden tras las caretas de bebes victimizados, defendiendo una voz hipócrita que esconde otros intereses.

Los debates encarnizados en las redes dejan claro que el efecto infeccioso ha cuajado, la estrategia divisoria dentro de los feminismos blancos / fluidos/ radicales, sólo benefician a otras estrategias condenatorias de las decisiones de mujeres libres. Poca reflexión existe con respecto al paralelismo sobre prostitución y trata, la misma polémica bienpensante sobre las subdrogadas y las empresas de mercantilización de las gestantes. TRATA ES TRATA.

Las maricas y las bolleras llevamos años teniendo hijos sin pedir permiso, ni consentimiento, ni economizando nuestro deseo, y esa práctica es continua, como hacen ahora lxs cuerpas trans- gestantes. !Divina libertad, que va por delante de las mentes moralizadoras/economicistas!!.

En esta reflexión, no voy a entrar en las legislaciones de unos u otros paises avanzadisisimos, o de sus variantes prohibicionistas; de hecho, cualquier órgano de legislación sobre el cuerpo es, en sí, un efecto represor. Y cuando los partidos políticos estan ya gestando el debate y su programa…..señoras, agárrense!!! Llegan los machos.

Yo no soy feminista,


Si yo fuera feminista:

Si yo fuera feminista, no permitiria el juicio sobre mi cuerpo, ni el debate sobre el mismo.

No dejaría que otrxs reflexionaran sobre mis deseos o acciones y mucho menos que fuesen sometidas a juicios. ( de hecho este artículo no se escribiría).

No dejaría que me incluyeran dentro de una moral o una ética que no salga de mis propias reflexiones.

No querría formar parte de estadísticas ni estudios de laboratorios social, antropológico ni político.

No dejaría que otros tomasen carta en asuntos que no les concierne, ni conspiraría contra el deseo o la acción de otrxs cuerpos.

No impulsaría leyes ni concedería plática a las decisiones que una persona ha suscrito sobre su cuerpo.

No incluiría en mi ideario cuestiones ajenas a mi libertad como persona, que sólo a mi conciernen, ni permitiría que otros dudaran o se apropiaran de mis libertades.



Libertad es libertad. Si esta produce o no dividendos o pérdidas, no creo que sea asunto de nadie. Sobre todo si es mi cuerpo el que yo decido utilizar por mi cuenta y riesgo. Nadie debería decirle a nadie que debe/puede hacer con su cuerpo y lo que produce. Yo defendería en todo caso que a las mujeres se les dejase hacer como han hecho siempre los hombres. Si yo donó/vendo semen nadie me monta este pollo ni se debate, ni se condena, ni se moraliza, mucho menos los tíos se me ponen en contra ¿Por que se hace esto con una mujer?

Se publica un articulo sobre el éxito de laboratorios con vientres extrauterinos en bolsas de plastico esterilizadas que han logrado la supervivencia de fetos de corderos. Cordero de dios!!

Por lo que me gustaría preguntar: Si en diez años o unos pocos más, los "vientres extrauterinos" son una realidad. ¿Creeis que seguiría habiendo debate sobre la cuestión de esta maternidad subdrogada?
 





 

miércoles, 12 de julio de 2017

EL ÚLTIMO ESTRENO DE AGUSTÍ VILLARONGA

Incierta gloria

 

Por Eduardo Nabal




 
Rodada en catalán y castellano, Incierta gloria nos narra, a partir de una novela de Joan Salles, la historia de un episodio algo folletinesco a finales de la guerra civil española, en un pueblo de la zona republicana en el frente de Aragón que resiste a los embistes, cada vez más brutales, del avance de las tropas franquistas.
A pesar de que el relato es demasiado novelesco y hasta esquemático en su psicologismo de fábula, Villaronga demuestra una habilidad cinematográfica digna de sus obras mayores, más cercana en su construcción de tiempos y espacios a Pan negro, con sus grandes escenarios y sus secretos y rencores, que a El mar o películas de culto como la claustrofóbica Tras el cristal o El niño de la luna, con su mirada puesta en la adolescencia herida.
Con todo, el tema de la guerra queda algo desdibujado por la alambicada trama de engaños, infidelidades, traumas y miserias del pueblo donde se desarrolla la mayor parte de una acción que, en sus mejores momentos, contiene la poesía mórbida del realizador y su ambivalencia a la hora de mirar sin piedad hacia los dos bandos, sin dejar nunca de mostrar el sector moralista, machista, cobarde y homófobo también dentro de las filas republicanas, aunque su postura izquierdista brille con claridad a lo largo de toda la película, como también su quedo alegato feminista, dentro de un retrato coral donde todos los personajes se ven arrastrados por el fango de una guerra larga y cruel.
Frente a la falta de intensidad, a pesar del esfuerzo, de la pareja protagonista, cabe destacar la fuerza de los personajes más alucinados de la historia como el Juli Mira, cercano a la locura y de una extraña lucidez frente a determinados personajes o momentos de la trama,  que encarna Oriol Paulo o el inquietante personaje de La Carlana, cacique del lugar, al que da vida Nuria Borrás, que abre la historia y cuya sombra, jugando en ambos bandos, va a pesar sobre todo el pueblo como una figura amargada, oscura y hostil.
Es en esas aguas de ambivalencia donde el realizador mallorquín avanza sobre otras películas sobre la guerra civil, incomodando a los puristas, dando mayor complejidad a sus personajes y vigor y densidad a sus conflictos, además de incluyendo reflexiones nuevas sobre la masculinidad, la feminidad y las identidades nacionales, así como la lucha de clases o la frontera entre la cordura y la locura, aunque en esta ocasión, tal vez debido al material de partida, esté más cerca del melodrama romántico o de la tragedia en sentido estricto que de la reflexión sociopolítica.
Villaronga, a la vez fiel en infiel al original literario, lanza una mirada despidada al militarismo y el belicismo venga de donde venga, así como a esa España negra, atemorizada y beata que no es patrimonio de ninguna ideología política, aunque finalmente acabará poniéndose al servicio de las huestes fascistas y sus oligarcas, cuya victoria flota en el ambiente de miseria y desesperanza que se respira en el aire polvoriento del pueblo, en la atmósfera funeraria y en la mirada desesperada, febril, terminal de alguna de las principales criaturas que pueblan el filme.
Una novela de guerra y amor no demasiado original que Villaronga sabe, no obstante, llevar a su universo fílmico de dioses y monstruos, con su particular imaginería audiovisual y su gusto por lo turbio, lo gótico, lo esperpéntico, lo fabulador  y lo sugerente, sin escatimar ni su lírica delicadeza ni su implacable crueldad, que ya veíamos, de otra forma, en otros grandes trabajos suyos.
Como anécdota extracinematográfica, se puede contar que a algunos lugares de Castilla o el epicentro del estado el filme no ha llegado o ha llegado con discreción porque- en estos tiempos de agrias polémicas en torno al derecho del pueblo de Cataluña a decidir sobre su autodeterminación- el exhibir una película en catalán con subtítulos en castellano todavía o “más que nunca”  puede “levantar alguna ampolla”. Las heridas nazi-onales siguen abiertas.

martes, 11 de julio de 2017

SAN FERMÍN Y EL ORGULLO HETERO

La identidad sexual de las fiestas patronales

 

Por Eduardo Nabal




 
Aunque casi todo lo dijo Bea Chinaski el año pasado en su artículo La teta y la luna en San Fermín (disponible en ‘Parole de Queer’), donde se hacía eco de la violación de una joven a manos de unos no menos jóvenes, varios de ellos guardias civiles, no está de más recordar que este año el sendero viene siendo el mismo, aunque hasta el momento en que escribo esto, no ha habido que lamentar más incidentes que los habituales.
Cuando algunos me piden que les explique eso del ‘Orgullo gay’ o los más finos eso de las ‘Ofensas simbólicas’, les pongo por ejemplo San Fermín. A nadie se le ocurre que, entre otras cosas (bastante deplorables por cierto), es (como hoy por hoy, la cultura de masas) una exaltación de la heterosexualidad, igual que lo han sido los discursos del Papa Francisco, Donald Trump y hasta, si me apuras, de Hugo Chávez. Pero en este caso además la virulencia se ceba en exaltaciones heteropatriarcales y machistas que suelen cebarse casi siempre en las mujeres, ya que el colectivo LGTBQI o, no asiste o, se invisibiliza bastante en estas fiestas; vamos, como en una orgía de la legión o al irse a un burdel, no parece el momento más adecuado para ‘salir del armario’ si no se ha hecho antes, aunque, y lo hemos visto, la camaradería homosocial también sabe cómo cruzar sus fronteras y luego tirar de resaca.
Parece ser que el sol de los toros hace ecos no solo de las canas al aire, sino incluso pueden quitarle valor a la sangre derramada o a la violencia ejercida, venga de donde venga. De ahí lo deleznable de unas fiestas que ya se plantean sobre presupuestos de jerarquía hombre/animal y sobre la violencia, la persecución, la burla, la supremacía y el escarnio. Otras fiestas de esas en las que pensamos cuando algunos todavía se atreven a decir eso de ¿Cuándo es el día del Orgullo Hetero? o ¿Por qué no existe un Día del Hombre?... y pretenden que los tomemos en serio.

lunes, 10 de julio de 2017

PATERNIDAD SIN MADRES

Homofobia y gestación subrogada

  

Por Pablo Pérez Navarro



Hace unos días, a través del móvil, en el grupo preparativo de una charla sobre la gestación de moda, otra de las ponentes compartió la imagen de un musculado cuerpo masculino, tatuado y sin camiseta, con un bebé en brazos. La leyenda, sobreimpresa en letras grandes: gaypitalismo. Si la ocurrencia hubiera antecedido a una charla en Hazte Oír, no habría tenido mayor interés. Apenas habría sido una forma ingeniosa de advertir que si les concedes el derecho a las mujeres para gestar para terceras personas, imagínate, alguna podría concebir el bebé de la musculoca del quinto. Qué grotesco.
Solo que aquello no era Hazte Oír, sino un espacio transfeminista. Pese a lo cual, allí estaba aquella imagen, con el aire condescendiente de quien se pasea por su propia casa, asociando la crítica anticapitalista a esta técnica de reproducción asistida con cierta imagen de la paternidad gay. Llegando a fundirlas en un despreciativo lema. La subrogada no sólo es propia de gays normalizados estética y políticamente, gritaba la imagen para anticipar el debate, sino que refleja todos los males, además, del sistema de explotación capitalista. ¿La de quién? Sin duda, la del cuerpo ausente, el de la gestante que parió al bebé que terminó, vía explotación reproductiva, en los brazos de la paternidad sin madres.
Más allá de lo anecdótico, conviene tener muy presente que la crianza de nacimiento sin figuras maternas que permite la gestación subrogada no es algo que inquiete sólo a la homofobia más fácilmente ubicable y reconocible. Ni muchísimo menos. Al calor del debate, no es raro encontrar incluso a feministas de este milenio súbitamente preocupadas por cosas tales como el derecho de los bebés a recibir leche materna. ¿Quién amamantará al bebé del gaypitalismo? Se preguntan. Entre la gestante que no asume relación maternal alguna y las crianzas de nacimiento sin madres, el orden simbólico de la madre salta hecho pedazos.
En la práctica, a un amplio sector de la población feminista y de izquierdas, no digamos ya de la otra, le importa bien poco que más del ochenta por ciento de las subrogaciones las lleven a cabo parejas heterosexuales con problemas de fertilidad. Al menos estas solo sustituyen a una “madre” por otra. Entretanto, llueven artículos, alusiones, y hasta cuñadismos transfeministas, que por supuesto también los hay, explicando que el problema de la subrogada radica en el privilegio masculino para explotar la feminización de la pobreza.
Hay cosas que resultan más sencillas de pensar o, más bien, de dejar de hacerlo, cuando puedes reducirlas a la imagen de un hombre explotando a una mujer. Es la misma regla de tres que hace desaparecer a los chaperos junto a las clientas mujeres, como por arte de magia, de la mayor parte de los debates sobre el trabajo sexual. Con el agravante de que, en este caso, un abrumador porcentaje de subrogaciones corresponden a mujeres que recurren a la capacidad gestante de otras. Tanto se demoniza esa explotación “de género” y la paternidad sin madres que en países como Portugal la coalición de izquierdas acaba de aprobar el uso de la subrogada sólo cuando está involucrada una madre de intención. Como resultado, las parejas heterosexuales pueden subrogar, mientras que soleteros y gays afrontan penas de cárcel. Recordemos que sí, en Portugal, los gays pueden casarse, adoptar y hasta darse la mano por la calle. Lo que no pueden es subrogar.
Y es que, al igual que ese sorprendentemente desdibujado nexo entre mujeres con y sin capacidad gestante, ya sea solidario, pecuniario o mixto, las familias heterosexuales creadas por subrogación tienen ese don, el de pasar cotidiana y políticamente mucho más desapercibidas. A veces ni los vecinos se preguntan de dónde salió el bebé. Ni los consulados. En la subrogada, como en casi todo, la heterosexualidad amplía posibilidades, abarata costes, agiliza trámites.
No existe, por el contrario, ningún súper poder de invisibilidad para los padres no heterosexuales. A ese bebé no lo ha gestado ni su papá ni su papá, se comenta allá por donde pasan. Hasta el cónsul de California, ese que nunca dijo nada cuando las parejas hetero aterrizaban después de que nacieran sus hijos en suelo americano, se dio cuenta, generando un revuelo administrativo que dura ya casi una década y que acumula toneladas de ensayos de derecho internacional privado. El de California, y el de cualquier otra de esas carísimas latitudes donde permiten subrogar a parejas gays, con mejor o peor suerte. Lugares donde, por cierto, la tan señalada relación de desigualdad económica entre las privilegiadas del norte y las gestantes del sur tiende a invertirse, especialmente si tenemos en cuenta que las gestantes han de demostrar su estabilidad económica para poder serlo y lo poco al norte que queda, para según qué cosas, el sur de Europa.
Claro que esa inversión geográfica no es el único error de matrix que provoca la paternidad sin madres. Leamos si no al juzgado de primera instancia de Valencia, oráculo metafísico del llamado “caso cero” y que, por supuesto, corresponde a una familia homoparental: “ello que al menos formalmente es cierto pues así consta en la certificación californiana, no lo es, ni puede serlo a efectos materiales pues biológicamente resulta imposible, surge con ello la existencia de la duda sobre la realidad del hecho inscrito”. Y así pasamos de la inmutabilidad del ser (“El Ser es, el no Ser no es”, pontificaba Parménides) a la del mater sempre certa est. Inmutabilidad, al menos hasta que el Tribunal Constitucional decida por fin pronunciarse al respecto de si el certificado de nacimiento con dos padres es no válido, y se dilucide si España tendrá o no que seguir el camino de los estados europeos condenados por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos por no respetar las filiaciones establecidas en el extranjero.
Podría parecer que este tipo de problemas administrativos son asunto de esas pocas privilegiadas que se pueden pagar los costes de una gestación subrogada en el extremo norte del norte global. Aunque para eso tengamos que olvidarnos de que muchos se hipotecan a muy largo plazo para poder subrogar y también, por supuesto, de esa pareja gay (oh, casualidad) a la que se separó como medida cautelar de su hija en Almería, en espera de juicio, por subrogar sin pasar por el carísimo exilio reproductivo. Nunca está de más recordar, llegados a este punto, que hemos pasado de 2891 adopciones en 2010 a tan sólo 799 en 2015, según el Ministerio de Sanidad, y no es por falta de demanda. Por retorcer el rizo, un buen porcentaje de los países de origen excluyen directamente la adopción homoparental. A lo mejor parte de la fijación viene de la conciencia de que, en la práctica, la regulación de la subrogada es la puerta para que la marica del quinto, de clase media o baja, musculoca o loca a secas, pueda de hecho procrear. Que se disparen todas las alarmas, entran Almodóvar y Mcnamara al escenario y suena “voy a ser mamá”.
Relativos privilegios aparte, creo que es precisamente porque se alude con tanta frecuencia en estos debates a “los hombres” (expresión que funciona en este terreno como eufemismo de gays, que a su vez lo es de maricas que quieren jugar a papás y mamás, como decía Fernando Savater) sin más objeto que el de añadir al debate un poco de homofobia soterrada, por lo que estos debates nos atañen muchísimo más directamente de lo que nos gusta pensar al conjunto de la población elegetebecú.
No sólo por esa homofobia que campa a sus anchas por los debates, en las desubicadas cruzadas contra el gaypitalismo y en esa eterna mistificación de la gestación y la crianza maternas (que alcanza sobre todo a los gays pero también a las madres lesbianas no gestantes) sino también porque no tenemos precisamente buenas relaciones históricas con las imposiciones estatales sobre lo que podemos hacer con nuestros cuerpos en general y nuestros sexos y capacidades reproductivas en particular. El derecho a gestar para otras personas no se puede pensar aisladamente de otros derechos sexuales y reproductivos como el derecho a inseminarse, a hormonarse, a congelar gametos, a donarlos, a esterilizarse, a no hacerlo, a abortar, a las cirugías de reasignación, a criar fuera de los mandatos de la monogamia y a ser o a no ser madre o padre en los términos que cada una decida.
Bastante sabemos de todo ello como para no solidarizarnos, así sea un poco y solo por esta vez, con esa inmensa mayoría de heteros que han recurrido a la subrogada, o que lo harán en el futuro, y que están soportando un ataque de una virulencia creciente y que llega preñado de esencialismos, moralismos, biologicisimos y también, como cohesionándolo todo, de abolicionismos bastante preocupantes. Aunque solo sea porque sabemos bien, por experiencia o hipersensibilidad política adquirida, lo que supone que todo el mundo se permita opinar sobre si tu familia es o no lo bastante normal como para considerarla una familia legítima, moralmente aceptable, digna o no de reconocimiento legal y, a la postre, real.