viernes, 12 de agosto de 2016

ARTES ESCÉNICAS

Santiago Escalante: "Con la derecha en el poder los típicos tópicos se han acentuado de forma alarmante"

 

 

Por Eduardo Nabal

 

El director de teatro que llevó a los escenarios el personaje de Legionaria, de Fernando Quiñones, o montajes tan celebrados como Madre Amadísima, llega a nuestras páginas para ofrecernos una visión a la vez pesimista y desenfadada del panoráma escénico de una España en retroceso.
 
EDUARDO NABAL.- Creo que habéis representado en vuestro espacio escénico itinerante una obra tuya: Madre amadísima, que ya llevó al cine con cierta repercusión  la andaluza Pilar Tavora (Yerma). Yo cuando vi la peli hubo cosas que me gustaron, pero otras me parecieron algo desfasadas o tópicas. Pero un chaval joven me dijo: en Andalucía la gente es y ha sido  así, puede combinar la religiosidad o sus iconos con formas nada católicas de vivir la vida o su sexualidad. ¿Cómo ves el texto en la distancia, el guión que escribiste y la película? Creo que está a punto de salir la novela.
SANTIAGO ESCALANTE.- Bueno yo escribí Madre amadísima para teatro, para llevarlo a escena desde mi compañía Teatro del Mentidero. El espectáculo -y su éxito de crítica y público- fue lo que llevó a Pilar Távora a llevarla al cine. La obra se estrenó en Sevilla y se escenificó en teatros de toda España para pasar al Festival Internacional de Teatro de Miami y de ahí a diferentes lugares de las dos Américas. Se realizaron más de quinientas representaciones.  Yo cuando vI la película también vi cosas que me gustaron y cosas que no, y eso es tan normal como que me ha pasado siempre con todo lo que he escrito. Creo que nadie está nunca completamente satisfecho de los resultados de algo que lleva a escena o al cine o a cualquier otro soporte artístico. Ese punto de insatisfacción es bueno por el afán de superación que produce. En cuanto a lo tópico… pues en Andalucía los tópicos son como el pan de cada día. Verás a los maricones de los pueblos de la quinta puñeta de la Andalucía profunda no le afectan -ni para bien ni para mal- las buenas intenciones de Zapatero cuando aprobó la ley de matrimonio homosexuales. Sólo por ponerte un ejemplo. Lo moderno y lo rural rara vez van de la mano. En la distancia y cuando me puse a convertir el texto en novela veo que había muchas cosas que contar que no había contado y por eso he ampliado la historia y le he dado una vida mas amplia a los personajes. La novela ha salido publicada por la Editorial Dalya.
E.N.- Otra película en la que trabajaste como guionista  fue La duquesa roja, del realizador catalán Francesc Betriu. ¿Escribir para un escenario es muy distinto de escribir para un realizador de cine y televisión? Franc Betriu es uno de esos directores que no han tenido reconocimiento hasta hace muy poco. ¿Crees que, como Villaronga -con el que por cierto coincidió en La plaza del diamante-  está esperando su momento o merece ya  un mayor reconocimiento? ¿Cómo fue la experiencia?
S.E- Mi experiencia con Betriú fue verdaderamente lamentable. Yo trabajaba en Iberoamérica Films y Lola Films para el productor de los productores Andrés Vicente Gómez -con el que conservo una excelente relación- y me endosaron a Francesc -que en la película exigió llamarse Paco- me imagino que por aquello de acercarse un poco al tono andaluz de la película. Fue horroroso; al final del rodaje nadie se despidió de nadie, porque nadie se hablaba con nadie. Rosa María Sardá y Loles León… y yo, por supuesto, no nos hablábamos con el director desde el tercer día de rodaje. Precisamente a finales de octubre sale un libro mío que se llama Trajines Deluxe -que ya antes de salir está causando bastante revuelo- en el que hay un capítulo titulado ‘Making Of’, que está íntegramente dedicado a ese rodaje… y a como terminó, que salimos en los periódicos -y no solamente por las críticas-, incluso en los papeles del juzgado del ‘Caso Arny’, ya que Gurruchaga fue uno de los actores protagonistas del film… y del asunto Arny. Aquella película fue para hacer una película de cómo se hizo -y terminó- aquella película.

No veo –desgraciadamente- una España sin toros, como tampoco veo el destierro definitivo de la peineta y la mantilla; es más, creo que con la derecha en el poder los típicos tópicos se han acentuado de forma alarmante. Dimos muchos pasos hacia delante con una forma de gobernar durante la transición con diferentes gobiernos, y ahora llevamos una temporadita –que espero no sea muy larga- dando zancadas enormemente peligrosas… siempre para atrás.
 
E.N.- No he visto nada en directo de Mentidero Teatro, aunque tiene una trayectoria importante y ha pasado mucha gente por esas tablas. ¿Os inspiró La Barraca de Federico García Lorca o vuestro propio carácter nómada? ¿Tenéis un público fiel o cambiante?
S.T.- El Teatro del Mentidero empezó en el 79 cuando estrenamos La Legionaria, de Fernando Quiñones -que luego fue finalista del Planeta- y se transformó en un éxito que no esperábamos. Legionaria ha estado por medio mundo, y lo mismo estábamos un día en en Murcia y a los tres días en Nueva York. Nunca dejamos realmente de representar esa obra a lo largo del tiempo. Sería imposible saber cuántas representaciones se realizaron de ese montaje. Lorca siempre ha está ahí, porque Andalucía siempre está -como en el trabajo de Lorca- en nuestros montajes. Tenemos un público muy fiel, y lo mismo acuden a ver un texto muy gay -sin serlo el espectador- que un texto como El Betis: La marcha verde.
E.N.- Si alguien dice “quiero ver teatro gay” o, “quiero ver teatro andaluz” o, “quiero ver teatro clásico”,  y piensa en el Mentidero Teatro ¿Esta equivocándose, haciéndose eco de tópicos o no va mal encaminado? ¿A quién os dirigís y qué ofrecéis tanto a los autores, directores como al público?
S.E.- Bueno si alguien quiere ver teatro clásico no debe acercarse a nosotros porque jamás hemos montado un clásico, aunque nuestro trabajo Legionaria se convirtió en uno de ellos. ¿Si alguien quiere ver teatro gay? Bueno, si consideramos que Madre amadísima es teatro gay. Yo creo que en Madre amadísima hay gays, madres de gays, heterosexuales, gays que se llevan fatal con los homosexuales, heterosexuales que soportan más o menos a los gays… en fin… la vida. Un crítico dijo de nosotros: Teatro del Mentidero, el teatro que gusta al progre y entusiasma a la maría. Eso me gustó. Fue como escuchar a mis amigos los Costus, porque ellos definían así nuestro trabajo.
E.N.- No conozco bien la soledad de un actor ante el público, pero sí la soledad de alguien que se pone a escribir sin tenerlas todas consigo. ¿Crees que con las nuevas plataformas y formas de llegar al espectador se ha complicado o revalorizado la labor de seducir al público?
S.E.- Yo no conozco la soledad de un actor ante el público, pero mi marido Ramón Rivero sí, ya que lleva toda la vida enfrentándose a diario a ese duro cometido y, por lo que veo, tiene que ser horroroso. Si yo tengo que salir al escenario de un teatro enorme como El Falla de Cádiz, a teatro lleno, y a sabiendas de que me queda hora y media por delante con mil personas observándome -y juzgándome- me muero. La soledad como escritor me gusta y además la necesito. Si no estoy solo me resulta imposible escribir, porque soy incapaz de concentrarme. De todas formas ahora estoy mucho más centrado en escribir que en el mundo del teatro, debido a un paréntesis que yo mismo me he impuesto hasta que pase el chaparrón. España no está para mucho teatro.
E.N.- ¿Es más fácil desterrar los tópicos sobre los gays o sobre los andaluces o los catalanes? ¿Cómo y dónde viviste la llamada ‘transición’ y cómo ves el futuro de Europa en general y el estado español en particular?
S.E.- Yo creo que no debemos empeñarnos en desterrar los tópicos porque a veces el empeño hace que cueste mas trabajo alejarlos. Los tópicos -para bien o para mal- nos van a acompañar siempre. No veo -desgraciadamente- una España sin toros, como tampoco veo el destierro definitivo de la peineta y la mantilla; es más, creo que con la derecha en el poder los típicos tópicos se han acentuado de forma alarmante. Dimos muchos pasos hacía delante con una forma de gobernar durante la transición con diferentes gobiernos, y ahora llevamos una temporadita –que espero no sea muy larga- dando zancadas enormemente peligrosas… para atrás. Desgraciadamente no puedo -ni creo que Podemos pueda- desestabilizar esta balanza de la dos Españas ni para un lado ni para otro, porque estoy completamente convencido que el PSOE y el PP firmarían un pacto antes de ser defenestrados por sus propios votantes. Yo el futuro de España lo veo como un novio que tuve la otra noche… negro, oscuro.

Yo durante toda mi vida he visto a La Macarena y a sus iguales rodeadita de maricas, de esos que las adoran y las veneran como veneran a Juanita Reina o a La Jurado. Si los maricas hicieran huelga en Semana Santa no saldría ni un paso a la calle.

E.N.- Hay quien piensa que las procesiones son lo más horrible de su tierra y hay quien admira su lado estético, aun cayendo en lo kitch, y no renuncia a participar porque la Iglesia, en general, sea machista, reaccionaria y homofóbica. ¿Puedes contarnos algo o alguna anécdota al respecto, ya que es un elemento importante en tu obra Madre Amadísima?
S.E.- En España el teatro de calle, el pasacalle no podrá jamás superar a la Semana Santa y toda su parafernalia. La idea de esta historia me vino siendo espectador -teatral- de Semana Santa, desde mi punto de vista absolutamente ateo. Los de la Cope estuvieron insultándome varios días antes del estreno -sin haberla visto claro- pero el tema les venía... no sé: mal. Ya sabes, la Cope y la Iglesia van da la mano, y decían que era una calumnia que yo pusiera a un maricón vistiendo a una virgen, ya que eso no era lo normal. Yo durante toda mi vida he visto a La Macarena y a sus iguales rodeadita de maricas, de esos que las adoran y las veneran como veneran a Juanita Reina o a La Jurado. Si los maricas hicieran huelga en Semana Santa no saldría ni un paso a la calle.
E.N.- Tu trayectoria vital me lleva de Sevilla a Barcelona y a Tánger, imagino que también hay muchos mas caminos que has recorrido. Pero en este caso son tres ciudades muy literarias. ¿Cómo ves su pasado  y su futuro, tanto político como cultural y/o humano?
S.E.- Mi trayectoria vital pasa más por Miami que por Sevilla, y mucho más por Barcelona que por Andalucía. Andalucía ha viajado conmigo y yo he llevado a muchos sitios mi particular forma de verla. Ahora hace años que vivo a caballo entre mi trabajo en cualquier sitio -donde toque- y mi casa de Túnez, donde tengo mi cuartel general. Aquí he vuelto a convivir con aquella Andalucía de hace treinta años, aquella Andalucía que enamora a cualquiera. Vivo instalado en el siglo XVI en muchos aspectos y en el siglo que viene en otros. En muchas cosas Túnez está a años luz de distancia, pero en otras -vitales- vives sus ventajas. Túnez es un sitio con futuro, con ilusión, donde puedes hacer prácticamente lo que te apetezca sin ningún tipo de problemas, incluso mi homosexualidad la vivo de una manera mucho más abierta, aunque parezca mentira. Paseando por sus callejones me acuerdo de aquella Andalucía en la que me movía con las Costus, con Tino Casal, mientras la gente nos observaba sin dar crédito a lo que estaba viendo. Cuando llego a España, ahora, noto el retroceso en muchos aspectos -en lo gay también- y veo que el futuro de la política está marcado por encuestas, y por un partido político que nadie -ni siquiera ellos- sabe de qué va.
 

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