Una reflexión sobre una nueva amenaza de Trump contra los derechos del colectivo LGTB
Por Eduardo Nabal
Al principio pensaba no escribir nada sobre esto porque es obvio que el señor Trump lo que busca, a toda cosa, es que se hable de él un día sí y otro también. Pero dada la estrechez de miras, al menos en estas cuestiones, de la mayoría de los "voceros" de la izquierda burgalesa y dada también su alarmante mediocridad intelectual me he decidido a hacer una reflexión internacionalista sobre una amenaza real o hipotética. El presidente de EEUU busca un resquicio legal (y, en principio, lo tiene) desde el que promulgar una legislación que permita que expulsar libremente al colectivo LGTB de sus empleos. Esto activa un mecanismo complejísimo en nuestra mente que nos devuelve no solo a la epistemología del armario sino al poder real y simbólico de los discursos de odio, aunque en la práctica haya barreras que logren pararlos, como ocurrió, nunca del todo, con las deportaciones masivas de ciudadanos mexicanos. Trump ha conseguido su propósito ir directo a un miedo que comparte mucha gente LGTB de aquí y allí: perder sus empleos por motivo de su orientación sexual, con o sin ley por medio.
Azuzando a la bestia del odio surge el monstruo del fascismo y esta vez no le toca a una reserva de pieles rojas o a las trans en el ejército sino a los trabajadores no heterosexuales. Claro está esta ley es solo un discurso en llamas, de momento algo así como la invasión de los marcianos de Orson Welles en versión cutre, paleta y republicana. Algo así hemos sentido muchas personas en el Estado Español también viendo la reacción patriotera del gobierno y parte de la ciudadanía ante la remota posibilidad de un referéndum por la independencia de Cataluña. La bestia del pasado que avanza a tres zancadas arrasando todo a su paso. Lo preocupante no es solo que esto pueda llegar a materializarse (algo legalmente bastante improbable), con lo que Trump batiría el record de enemigos dentro de sus propias fronteras, sino el hecho de su propia enunciación en manos de alguien que “pudiera” ser reelegido. Como Rajoy enviando su armada ligera a las costas Catalanas para salvar la unidad de la patria. ¿Cómo superar el colapso y pasar a un terreno de lucha que creíamos superado con creces? ¿Debemos seguir el juego al monstruo que ha venido a visitarnos? No lo sé, pero en cualquier caso, como decía Bretch “sobre los tiempos oscuros, también se cantará”.
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