El
realizador afroamericano Raoul Peck (conocido recientemente por el brillante
documental sobre el racismo y la figura de James Baldwin “I´m not your negro”) se lanza con agallas y a la vez con excesiva
prudencia y pulcritud estilística a un fragmento de la vida de una de las
figuras más emblemáticas, decisivas e influyentes en la historia del
pensamiento político del siglo XIX: el filósofo alemán Karl Marx, al que da
vida con esfuerzo el actor August Diehl. Peck se centra en el periodo de
juventud que abarca desde que conoce a Friedrich Engels (Stefan Konharske)
hasta que se deciden a redactar juntos el “Manifiesto comunista” a petición de
la sociedad británica del momento. Con una cuidada ambientación de época y un
ritmo bastante ágil para ser un filme lleno de ideas y dialéctica, “El joven
Karl Marx” dista mucho de ser una gran película o una “película definitiva”,
pero consigue una aproximación visualmente digna, bien interpretada y contada
con soltura a un trozo de la historia reciente a través de algunas de sus
figuras que hicieron evolucionar el pensamiento
partiendo de los cambios sociales producidos como consecuencia de la
Revolución Industrial y el nacimiento del proletariado del siglo XIX en las
grandes ciudades y las grandes fábricas de horarios y condiciones de vida
inhumanos.
“El
joven Karl Marx” analiza algunas de las contradicciones vitales de los
filósofos de la época que se movieron entre varias clases sociales y ambientes
políticos y culturales cambiantes, algunos acontecimientos decisivos y, sin
dejar de ser un filme de ideas, se centra, sobre todo, en el retrato humanista
y el periplo de un personaje sometido a la incomprensión de su tiempo hacia sus
ideas tratando -con ayuda de su
compañero de batallas filosóficas y luego políticas- de situar a la clase de
obrera en el centro de las nuevas luchas sociales del momento. Peck se reserva
algunas zonas ambiguas que enriquecen el filme como el papel otorgado a Jenny
Marx o a la mujer de Engels, surgida de una de esas fábricas propiedad de su
padre, o la relación, a la vez intensa y
tensa ya entonces, entre comunistas y anarquistas (personificados por su
encuentro con Proudhon) a propósito los senderos de lucha emprendidos.
Entre
los mejores momentos del filme la visita del joven y atildado Engels al refugio
de los obreros irlandeses, donde conocerá a la que será su mujer, el “flechazo
intelectual” entre Marx y Engels en su primer encuentro (en el que apreciamos
finalmente la resaca cerebral pero no sabemos si “hubo más que palabras”) y el
discurso de este último, venciendo dialécticamente a sus oponentes ante un
público indeciso. Con todo, estamos ante un filme algo imperfecto e impreciso,
lejos de la precisión de los documentales de Peck al servicio de los resortes
habituales del biopic pero digno y valiente si aceptamos las convenciones del
género, de lo que nos expone y algunas concesiones al cine comercial o
independiente europeo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario