domingo, 12 de noviembre de 2017

EL JOVEN KARL MARX de Raoul Peck



 
 
El realizador afroamericano Raoul Peck (conocido recientemente por el brillante documental sobre el racismo y la figura de James Baldwin “I´m not your negro”)  se lanza con agallas y a la vez con excesiva prudencia y pulcritud estilística a un fragmento de la vida de una de las figuras más emblemáticas, decisivas e influyentes en la historia del pensamiento político del siglo XIX: el filósofo alemán Karl Marx, al que da vida con esfuerzo el actor August Diehl. Peck se centra en el periodo de juventud que abarca desde que conoce a Friedrich Engels (Stefan Konharske) hasta que se deciden a redactar juntos el “Manifiesto comunista” a petición de la sociedad británica del momento. Con una cuidada ambientación de época y un ritmo bastante ágil para ser un filme lleno de ideas y dialéctica, “El joven Karl Marx” dista mucho de ser una gran película o una “película definitiva”, pero consigue una aproximación visualmente digna, bien interpretada y contada con soltura a un trozo de la historia reciente a través de algunas de sus figuras que hicieron evolucionar el pensamiento  partiendo de los cambios sociales producidos como consecuencia de la Revolución Industrial y el nacimiento del proletariado del siglo XIX en las grandes ciudades y las grandes fábricas de horarios y condiciones de vida inhumanos.

 

“El joven Karl Marx” analiza algunas de las contradicciones vitales de los filósofos de la época que se movieron entre varias clases sociales y ambientes políticos y culturales cambiantes, algunos acontecimientos decisivos y, sin dejar de ser un filme de ideas, se centra, sobre todo, en el retrato humanista y el periplo de un personaje sometido a la incomprensión de su tiempo hacia sus ideas tratando  -con ayuda de su compañero de batallas filosóficas y luego políticas- de situar a la clase de obrera en el centro de las nuevas luchas sociales del momento. Peck se reserva algunas zonas ambiguas que enriquecen el filme como el papel otorgado a Jenny Marx o a la mujer de Engels, surgida de una de esas fábricas propiedad de su padre, o  la relación, a la vez intensa y tensa ya entonces, entre comunistas y anarquistas (personificados por su encuentro con Proudhon) a propósito los senderos de lucha emprendidos.

Entre los mejores momentos del filme la visita del joven y atildado Engels al refugio de los obreros irlandeses, donde conocerá a la que será su mujer, el “flechazo intelectual” entre Marx y Engels en su primer encuentro (en el que apreciamos finalmente la resaca cerebral pero no sabemos si “hubo más que palabras”) y el discurso de este último, venciendo dialécticamente a sus oponentes ante un público indeciso. Con todo, estamos ante un filme algo imperfecto e impreciso, lejos de la precisión de los documentales de Peck al servicio de los resortes habituales del biopic pero digno y valiente si aceptamos las convenciones del género, de lo que nos expone y algunas concesiones al cine comercial o independiente europeo.

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