martes, 20 de marzo de 2018

EL NUEVO TRAJE ROJO SANGRE DEL EMPERADOR








Por Eduardo Nabal


No estamos en un país que pueda presumir de su “clase política”, por llamarla de algún modo. Ni siquiera de su libertad de expresión o asociación. Tampoco de la limpieza de sus fuerzas vivas. Pero la elección de Putin por requetemayoría absoluta me parece, al menos en términos cuantitativos, una noticia pésima y esperable/temible. Esperable porque el actual “emperador” de Rusia se ha hecho con los medios, llegando a asesinar (en emisoras mientras trabajaban) a quienes se le ponían por medio. Pero pienso en Siria y el pueblo sirio, en Chechenia, en la atemorizada población LGTB rusa, en los incontables periodistas que ya han tenido que abandonar el país, en unos mundiales que se enuncian con el rojo de la sangre de los muchos muertos que dejan este señor y sus múltiples secuaces. ¿Es Putin con la “actual situación sociopolítica” que vive Rusia realmente elegido? Ya es lo de menos. Lo más triste es que nadie en la UE tenga el poder y la gloria de plantarle cara más allá de algún gesto discreto, los que acuden a ganar medallas allí donde degollan a otros por expresar sus opiniones en público, una población que, como cada vez más por estos lares, está cercada por múltiples panópticos de control social y policial con el apoyo además de una Iglesia ultraortodoxa, ultrareaccionaria y de un triunfalismo a la vieja escuela. 


En la masacrada Chechenia, maltratada por el ejército ruso y ahora gobernada por un cretino, se han construido campos de concentración para gays. Ahora el señor Putin se pone y dispone a invadir y bombardear las ya maltratadas tierras donde trata de sobrevivir la población Siria, entre otras. Miles de muertos en Siria, apuntalamiento de los conflictos religiosos, pulsos continuados con su colega Mr Trump. Presumiendo como un henchido  madel-man a la vieja usanza el Emperador no es Rojo por otra razón más que por la sangre que deja dentro y fuera de su país cada mes, cada año, cada semana. Desde aquí animo con cierta desazón al boicot a otras olimpiadas de la vergüenza, a un país que imita lo peor del capitalismo salvaje, cainita y tardío y las viejas formas de las dictaduras donde se unen todos los poderes fácticos. Váyase señor Putin, muchos darían su vida por ello.

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