Con
“La voluntad de saber” y sus dos tomos siguientes de la ya mítica “Historia de
la sexualidad” Foucault causó una revolución en el pensamiento sobre el poder,
la confesión, la corporalidad, el uso y desuso de los placeres y los saberes
llegando a sentar parte de las bases de la moderna “teoría queer”. Para
Foucault la sexualidad no solo se reprime sino que se construye e incita en
torno a instituciones, poderes y discursos que reaparecen en el cuarto tomo de
su imprescindible “Historia de la sexualidad”: “Las confesiones de la carne”
donde se centra en los llamados “padres de la Iglesia” y su voluntad de
clasificación y regulación del concepto del ser humano como ser sexuado y bajo
múltiples regulaciones que el filósofo analiza con pluma afilada y alma de
historiador y arqueólogo de los saberes. Gracias a la continuada labor del
activista y última pareja del polémico
filósofo Daniel Defert ya está en
francés (y esperemos que pronto traducido en castellano) el último texto
inédito de este batallador del pensamiento moderno que sentó las bases de
nuevas lecturas sobre el poder y la resistencia.
Gracias a Foucault y los
feminismos transfronterizos hoy conocemos los saberes y contrasaberes queer que
cuestionan las fronteras del cuerpo, los cuerpos y los binarismos de género así
como señalan los nombres y las instituciones que contribuyeron a consolidar los
modernos conceptos sobre sexualidad occidental. En “Las confesiones de la
carne” el virulento autor de “Vigilar y castigar” el autor pone en solfa las
múltiples normas cristianas sobre castidad, reproducción, regulación del placer
dictadas por nombres como, por ejemplo, San Agustín. Estamos ante un
acontecimiento cultural que es también un avance sociopolítico ya que la obra
de Foucault no solo dio fuera a la lucha anti-sida de los noventa sino que
ayudó a generaciones enteras a repensarse como sujetos más allá de “la norma” o
“las normas”.
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