¿Es 'queer' un termino imperialista?
Por José García
El
otro día me sorprendió el post de un compañero de La Isla que preguntaba, como
necesidad ineludible de todo hispanista o hispanófilo, por la mejor traducción
al castellano de toda una serie de anglicismos que han entrado a formar parte
de la jerga habitual de la comunidad lgtbqi. Entre ellos, y por su profusa
difusión, destacaba la voz léxica ‘queer’. Lo que me suscitó, más allá del
debate sobre el contacto entre lenguas y los fenómenos de diglosia que se
producen entre el inglés y el castellano, la inquietud por responder a dos
preguntas de hondo calado político: ¿es la ‘teoría queer’ una nueva herramienta
de la dominación cultural americana? ¿debemos las transmaricabollos del sur y
otras periferias del mundo manifestarnos hispanistas o hispanófilos por
principio político?
Para
desarrollar estas respuestas debo partir primero de ciertas premisas de la
Sociología del Lenguaje y la Etnografía de la Comunicación actuales, con un
panorama en que el inglés funciona como ‘lingua franca’ a escala global y un
mundo donde el contacto entre lenguas ya no precisa de ser físico, sino que
puede ser puramente digital, lo que multiplica por mil las posibilidades de
interferencia y préstamo entre lenguas, o lo que yo, más propiamente, llamaré
‘fenómenos de mutua contaminación’.
Naturalmente,
este fenómeno no podría producirse en términos de igualdad si la teoría queer
no incorporara el discurso decolonial que han desarrollado, sobre todo, los
grupos y personas lgtbqi de América Latina, que no por casualidad han optado
por adaptar el significante del extranjerismo al sistema gráfico-fonológico del
castellano, hablando de ‘lo cuir’ o ‘lo kuir’ (Falconí Trávez et al.)
Precisamente, la teoría queer se erigió, no solo contra el sistema binario
hombre/mujer heterosexista, sino también frente a una teoría gay masculina,
blanca y de clases acomodadas. Era una manera de luchar contra el clasismo, la
racialización y el machismo en la comunidad lgtbqi americana. Pero el mundo
sigue existiendo más allá de los Estados Unidos de América y aquella nueva
teoría desbordó las fronteras americanas para instalarse en contextos
socioculturales y económicos diametralmente distintos.
En
España, la mayor parte de los usuarios del término ‘queer’ han optado por el
‘xenismo’, es decir, por no realizar ninguna forma de adaptación del
significante al sistema lingüístico del castellano. Otro grupo, cada vez más
extenso, ha optado por el ‘calco léxico’, que consiste en la adopción del
significado de la voz léxica en cuestión, asignándole una traducción literal, y
hablarán de ‘transmaricabollos’. También nos encontramos con alguna iniciativa
poco exitosa de hacer uso del ‘calco semántico’, que consiste en la adopción de
un concepto representado por una palabra o expresión extranjera, asignando a
ese concepto a una palabra o expresión de la lengua receptora ya existente y
semejante semánticamente a la de la lengua donante. Aquí se hablará de ‘teoría
torcida’ en vez de ‘teoría queer’.
Por
supuesto, el uso de estos términos están sometidos en la práctica a variaciones
de tipo diafásica, es decir, dependientes de la situación comunicativa. ‘Queer’
parece más apropiado en determinados contextos (el académico, por ejemplo) que
‘transmaricabollo’, porque en una situación de diglosia, el término prestigiado
es la voz léxica inglesa, que además parece eliminar, en nuestro contexto, la
connotación negativa que para muchas personas, incluidas las implicadas,
contienen los términos marica, bollera, travelo. En los círculos contraculturales,
en cambio, la mejor forma de adaptación discursiva la ofrecen términos como el
anteriormente referido de ‘transmaricabollo’.
Existe
entonces multiplicidad de usos de las distintas acepciones del término que
tiene cada uno distinta intencionalidad política, aunque todas pretendan
cuestionar el carácter binario de los géneros y la referencia mental al hombre
gay blanco, de origen cristiano, de las clases pudientes. Todo esto produce lo
que la teoría de la comunicación entiende como ruido, y esa es la verdadera
naturaleza de la teoría queer, cuir o transmaricabollo, que ha encontrado un
acomodo fundamental en esa ‘aldea global’ que ha propiciado la eclosión de
internet, quedando restablecida de manera particular la tribalidad originaria
de la comunicación humana (MacLuhan): producir ruidos y más ruidos en el
discurso altamente contaminantes.
Porque
somos eso, una tribu de hablantes. Tribu ruidosa y ubicua. Una tribu que
practica el code-switching. Somos
además, según numerosos analistas, la primera cultura global de la Historia. No
somos nacionalistas ni en lo lingüístico ni en lo político, no hemos venido
para velar por la puridad de una de las grandes lenguas universales, como es el
castellano. Sino a mariconizar el lenguaje desde distintas posiciones
geopolíticas a través de una especie de lengua ‘pidgin’, construida
artificiosamente con valores de intercambio relativamente restringidos. Vinimos
a anegar esa teoría del sujeto colonizada por lo masculino, blanco y
heterosexual.
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS:
Falconí
Trávez, D., Castellanos S. y Viteri M.A. (eds): Resentir lo queer en América Latina. Diálogos desde/con el Sur, Egales,
2014
McLuhan,
M. : La Galaxia Guttemberg (1962), Understanding Media (1964), Guerra y Paz en la Aldea Global (1968).
Es significativo, que en una cultura altamente globalizada, tendamos a intentar diferenciarnos cada vez más del resto. No entiendo qué es lo que define a un Queer o Transmaricabollo. No me define sexualmente, ni emocionalmente. Quizás intenta definirme como una persona que en apariencia es del género masculino, que es homosexual, con ciertos rasgos femeninos, que destacaríamos como pluma, y con ciertos rasgos masculinos que se asemejarían a lo lésbico, y que transciende a todo lo físico para ser un término mucho más generalista. Si es así, me parece una barbaridad intentar ponerle un término a la definición de un grupo de personas, formado por individualidades. Entre tanta palabreja, y tanta intencionalidad por ser inclusivos, al final nos estamos excluyendo.
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