martes, 27 de diciembre de 2016

NACE UNA LEYENDA DEL POP

El chico de la voz de seda

 

Por Eduardo Nabal



“Este invierno voraz se ha llevado a muchos ídolos de mi juventud” escribía un viejo conocido en la red. Se refería a gente como Leonard Cohen, David Bowie, o con anterioridad Prince… Todos músicos. Escribir en estos tiempos sobre la muerte de uno de los hombres más ricos del Reino Unido no parece cosa sería, pero no entiendo por qué si la heterosexualidad tiene sus mitos y lleva siglos construyendo estatuas a reyes, reinas y guerreros, no podemos sentir la muerte de una voz y, sobre todo, de una figura icónica en lo que se ha llamado ‘camp’, en la relación del público con sus estrellas.

En el Reino Unido las leyes contra la homosexualidad (que llevaron a prisión a Wilde, Alan Turing y un montón de ingleses sin grandes apellidos) se derogaron en el año 1965. Durante el gobierno de Thatcher se prohibió la ‘propaganda homosexual’ en las escuelas (aunque la propaganda homófoba y machista campaban a sus anchas) y se censuraron aquellos libros que hablaban de lo que hoy los curas llaman sin ton ni son ‘ideología de género’.

En los contradictorios años ochenta, determinadas figuras gustaron de gustar a ambos sexos: es el caso de gente como Madonna, Michael Jackson, el citado Prince, Annie Lennox o el ex cantante de los Wham, George Michael. La necesidad imperiosa de convertir sus videos musicales en cantos al romance heterosexual, a pesar del ‘armario de cristal’ del autor de I want your sex, su semiclandestinidad, acabó súbitamente cuando la policía inglesa, en una de sus redadas por los urinarios públicos, cazó al cantante. Michael supo reírse de la embarazosa situación, Más en el país de Lady Dy, sacando un video (Outside) donde, a la vez que reivindicaba el derecho al sexo en público, exponía cómo determinados espacios son objeto de control y vigilancia o, como diría Foucault, crean sujetos a partir de prácticas institucionales y culturas de higiene o ‘moralidad’ pública.

Michael supo poner en evidencia el absurdo al que se podía llegar en este dispositivo del que él, como otra mucha gente anónima, había sido víctima, haciendo una felación a un policía secreta, creo recordar. La carrera de Michael, contra lo que han dicho muchos, no decayó y eso debería servir de ejemplo a algunos cantantes españoles que se meten en pleitos y demandas que ofenden a un colectivo más que reparan a nadie. Temas como el evocador Older son posteriores a todo aquello y, si algo lo desgastó, fue la edad y el consumo de drogas. Ahí tenemos a Ricky Martin, cosechando éxitos desde la monogamia y el pareo, Michael artista de ‘Superpop’, ídolo de quinceañeras, eligió la promiscuidad.

Los juicios, o “lo que opinen los demás”, están de más. Con su voz atorcipelada, sin ser una gran talento, ni una arrolladora gran fuerza musical, pero con su estilo inconfundible y su capacidad de seducción dentro y fuera del escenario, Michael, militante por accidente, también ha entrado por derecho propio en la historia del pop y, en cierto sentido, todavía, en la contracultura de masas.

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