"El sistema 'normativo' dominante ha convertido el término 'gay' en una herramienta para capitalizar las identidades"
Por Eduardo Nabal
Artista visual que, con un lenguaje
entre el video y la fotografía, articula el discurso de su obra a partir del
cuerpo humano, sus diferentes representaciones y la forma en que interactúa con
el contexto. Carmelo Gabaldón, máster en Producción Artística de la Facultad de
Bellas Artes de Valencia, en la rama de intensificación Arte y Tecnología, desarrolla
actualmente su actividad como colaborador becado en el Vicedecanato de Cultura
de la Facultad de Bellas Artes de Valencia.
EDUARDO
NABAL.- Hola Carmelo. En muchas universidades de provincias, sin ir más lejos,
en la de Burgos, las actividades culturales son justitas, para llenar el
expediente y sacarse unos dineros para pagar a voceros y acólitos. Por el
contrario, y en las antípodas de todo esto, en la Universidad Politécnica de
Valencia (UPV) hace años que Pepe
Miralles, Ricard Huerta y todo el equipo
de chicos/as que se les ha ido sumando han creado FICAE, precedida de diversos
espacios de encuentro, reflexión y secciones paralelas para discutir sobre
arte, intervención social, la dimensión política de la enfermedad, trabajando casi
al límite de sus fuerzas y con un fin claramente transformador ¿Cómo llegas tú
a ellos y ellas? Nos puedes contar brevemente que es ahora FICAE y cuál ha sido
tu participación en la última edición.
CARMELO
GABALDÓN.- El Festival Internacional de Cortometrajes y Arte sobre Enfermedades
[FICAE] ha estado ligado desde su creación con la Cátedra Arte y Enfermedades
que dirige Pepe Miralles en la Facultad de Bellas Artes de la UPV y con la que
he colaborado puntualmente. Este puede ser el punto de partida donde empieza mi
relación con el festival y sus aledaños. El festival cuenta con una sección
paralela, Presbicia, mediante la que
se propone una temática para reflexionar y “evidenciar la dificultad que tenemos
para “leer” las informaciones que tenemos a nuestro alcance, delante de
nuestros ojos” y que este año se inscribía dentro de la sección ‘Miradas a 3:
homofobia’, en colaboración con los festivales MICE y Mostra La Ploma. Por la
proximidad de mis trabajos con el tema elegido por el festival y por la
experiencia personal dentro del mismo me proponen participar interviniendo una
de las salidas del aparcamiento 3A de la Universidad Politécnica de Valencia. Todo
Surge a partir de la exploración de los límites de la masculinidad. Una primera
línea de mi trabajo en la que mediante reflexiones y situaciones personales
pretendo estructurar los instrumentos que configuran la identidad del hombre homosexual
actual. El surgimiento de las redes sociales y el análisis de las identidades
imaginarias y simbólicas surgidas por la comunicación on-line. Las relaciones
fluctuantes, fugaces y descomprometidas que practicamos actualmente y de cómo
esta mercantilización de la vida se manifiestan en los catálogos para consumo
de personas en que se han convertido los programas sociales en la red. Mis
trabajos más recientes inciden en la revisión del término ‘GAY’, su
transformación mercantilista y su proceso de fagocitación por el sistema ‘normativo’
dominante que lo ha convertido en una herramienta para capitalizar las
identidades. El comercio de la imagen pone en juego los presupuestos
identitarios sobre todo en el ámbito del imaginario sexual LGTBI. El término
evoluciona radicalmente en oposición a su intención primigenia. De la lucha por
los derechos y la proclamación de la igualdad a convertirse en una marca que
exalta la diferencia pero que en realidad somete a sus seguidores a un férreo
patrón igualitario que los convierte en productos listos para el consumo. En
estos momentos estoy comisariaNdo el número 11 de Papel Engomado, una revista objeto que será presentada en mayo. En
ella hemos invitado a varios artistas a cuestionarse y reflexionar sobre la
situación actual de “lo gay”, qué hacer ahora que denominarse GAY referencia de
manera inevitable a un imaginario determinado en el que cuerpos perfectos son
cultivados para el hedonismo. Dónde ubicarse cuando no cumples los parámetros
dictados (no deja de ser una nueva dictadura) desde la “homonorma dominante”.
E.N.-
Tu obra ‘Soy maricón’ se ha llevado el premio a la polémica porque, a pesar de
su dimensión anti homofóbica, estuvo a punto de ser “retirada por homófobica”.
¿Hubo que darle a alguien un “cursillo exprés” de ‘teoría queer’ o la cosa no
fue para tanto? ¿Sigue habiendo un abismo entre el activismo, el artivismo y la academia, o donde te sitúas tú en esas
diferencias, o cómo las percibes?
C.G.-
#SOYMARICÓN es mucho más que un simple enunciado, es una afirmación en primera
persona, es entre muchas otras cosas una forma de decirle y decirnos eso mismo
a todos los que hemos sido agredidos e insultados, el error no está en nosotrxs.
Convertir de esta manera la palabra MARICÓN en una forma de empoderamiento y
orgullo, una calificación que lejos de herirnos nos levante fuertes y
decididos. Un apropiacionismo kamikaze que nos sitúe en disposición para decir
qué y quién puede herirnos con sus palabras. La apropiación del insulto como
estrategia para anular su carga peyorativa es una práctica habitual desde los
movimientos de liberación sexual de Stonewall 1969 hasta nuestros días. No he
inventado nada nuevo y todavía sigo sin entender completamente el porqué de esta
reacción. Pienso que las culpables de dicha reacción han sido las dimensiones físicas
de la obra, 5m x 3m son “muchos metros de maricón”. Con esto quiero decir que “el
tamaño importa”, es verdad que son muchas (nunca suficientes) las iniciativas
que desde la universidad o desde una actividad personal dentro del ámbito
universitario se programan relacionadas con temáticas LGTBI, pero son siempre
pequeños eventos y con afluencia minoritaria de público selecto. Me resisto a
contemplar la decisión de la universidad como homófoba, es más bien una
decisión tomada desde una postura institucional que intenta analizar de antemano
las reacciones de los usuarios de dicha institución, unas veces aciertan y
otras veces no. La universidad actual está excesivamente institucionalizada e
inmersa en una red administrativa y burócratica muy compleja y alejada de la transmisión de conocimiento
y los procesos educativos. Para mi es completamente indivisible arte y critica,
el arte no solo se dedica a contemplar y representar cosas bonitas, “la
belleza”, sino que tiene otras preocupaciones y, por supuesto, otras
capacidades y competencias. Es una herramienta idónea para analizar lo que
acontece a nuestro alrededor, para interrogar y cuestionar la sociedad que
vivimos. No siempre es capaz de ofrecer soluciones, pero es perfecta para
radiografiar el contexto actual en el que surge y mostrar utilizando los
códigos estéticos pertinentes un mapa al espectador que lo contempla. Mis
trabajos siempre parten de una situación o conflicto personal que necesito
resolver y lo abordo desde la investigación artística. Eso quiere decir que
cada trabajo es diferente y se adecua a las características que mejor trascriben
el resultado de esa investigación. Tengo 43 años, soy maricón, blanco, europeo
y un montón de etiquetas más que van cambiando y que son cuestionadas y
saboteados continua y conscientemente por mí mismo. No sé si eso me convierte
en artivista, activista, academicista o cualquier otra cosa… lo que sí tengo claro es que tengo algo que contar y que
los puntos estructurales de mi discurso personal pueden no ser compartidos o
entendidos por mucha gente, pero habrá muchos otros a los que les sirva de algo
y es a esos a los que me dirijo.
E.N.-
¿Es posible triunfar o al menos desarrollar una carrera artística sin pasar por
ciertos regímenes de lo normal, y no me refiero solo al capitalismo, sino a
toda una serie de formas de ver el arte o lo artístico que no se han
transformado lo suficiente? ¿Es hoy por hoy el arte un artilugio del
heteropatriarcado, o nunca lo fue sino
que han intentado domesticarlo?
C.G.-
¿Qué es triunfar? Quizá esa sea la primera pregunta que deberíamos resolver y
seguro que en el transcurso de la investigación encontraríamos las respuestas a
todo lo demás. Si triunfar o desarrollar una carrera artística está ligado a
reconocimiento y actividad económica mi respuesta es afirmativa: es necesario
ceder a los regímenes de lo normal y de lo “artísticamente correcto”. En el
momento que la producción artística se somete a valores económicos, entra a
formar parte de una esfera evidentemente dominada por el heteropatriarcado, es
quizá esta su forma de domesticar el discurso artístico. Pero existen prácticas
artísticas alejadas de estos mecanismos, prácticas disidentes y periféricas que
se están ocupando de cuestionar y derrumbar todas estas construcciones
arcaicas. Y ahí es donde se hace posible el triunfo, entendido como una
victoria como una forma de avanzar contra lo establecido en este universo.
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