"Inicie mi investigación sobre el flamenco y el armario cuando entendí que el escenario y, en general, el arte, podían ser armarios más fuertes que algunos propios de la vida cotidiana"
Por Eduardo Nabal
Fernando López Rodríguez (Fernando
Parra) es bailaor y filósofo. Desde 2009 dirige su propio proyecto coreográfico
que compagina, en la actualidad, con la investigación académica, siendo
doctorando contratado en el Departamento de Danza de la Universidad París
VIII-Vincennes-Saint-Denis (Francia). Acaba de publicar el ensayo De puertas para adentro. Disidencia sexual y
disconformidad de género en la tradición flamenca (Editorial Egales, Punto
G, 2017)
+ Info.: www.lrparrafernando.com
EDUARDO
NABAL.- Primero felicitarte por un libro así que es un placer leer incluso para
los que no conocemos de cerca el mundo del flamenco. Desde el principio parece
que hay una tensión muy clara entre la hipermaculinización de los bailaores
tradicionales y las corrientes subversivas, así como entre lo que empieza
siendo un arte para jovencitas a una suerte de mundo hiperviril ¿Pero no hay
cierta autoparodia, voluntaria o no, en esa hipervirilidad ya desde el
principio?
FERNANDO
LÓPEZ RODRÍGUEZ.- : En la pregunta que me planteas hay dos cuestiones
interesantes: en primer lugar, en relación con el tiempo histórico que
tradicionalmente se ha presentado como un relato (coherente) y lineal. En las
dos primeras décadas del siglo XX parece ser que el fenómeno del travestismo
escénico era un fenómeno bastante corriente en los cafés cantantes donde se
producía flamenco, pero con la llegada de la dictadura la cosa se volvió más
compleja. En segundo lugar, no sé hasta qué punto el travestismo podría
considerarse como una forma paródica. Y en tercer lugar, la parodia (el humor
en general), como ya han estudiado diversos autores, es un fenómeno bastante
poco subversivo: el humor presupone la legitimidad de una norma social cuya
ruptura momentánea produce risa en el espectador, pero no es en sí misma una
invitación a su ruptura ni un ejercicio de persuasión para que cambie.
E.N.- Hay un elemento recurrente en los primeros bailarines gays que es la
tensión entre lo público y lo privado (ese armario o secreto a voces que figura
en el título) que se lleva a las coreografías. Aún hoy fuera del
flamenco determinadas formas de bailar (sin entrar en conceptos heredados de la
teoría queer) se consideran que rompen códigos de la masculinidad y otras
formas no. Tu pones en el centro “el cuerpo del bailarín o el bailaor”. Hay un
largo recorrido con ejemplos claves ¿El paso al travestismo es anterior de lo
que se piensa o comienza dentro de lo minoritario o lo subcultural atendiendo a
las reglas sociales del momento?
F.L.R.- Como te decía, es un fenómeno
tradicional en las artes escénicas y con una cierta presencia desde la
escenificación del flamenco, si bien su existencia (o al menos su visibilidad y
su rastro) se interrumpen según la época histórica. Esto no quiere decir que no
existiera, sino que tal vez no ha quedado rastro porque eran fenómenos
relegados a escenarios más marginales y/o porque pertenecían a esa clase de
cosas cotidianas que quedan en la memoria oral pero no dejan rastro escrito.
E.N.-El flamenco se asocia de manera
algo tópica a ciertas expresiones del “arte masculino” de la étnia gitana. No
obstante sería también una forma de feminización, ya que es una expresión
artística que se inserta en las coordenadas de un grupo marginal o marginado
¿Qué lugar ocupan las mujeres y las lesbianas en este juego de roles en un
mundo que se ha considerado, erróneamente o no, varonil incluso cuando aparece
atravesado por “lo marica”?
F.L.R.- Dudo de que el factor étnico
gitano pueda entenderse como un elemento de feminización, simplemente por
proceder de un grupo marginal. Lo interesante es, como tú apuntas, el lugar que
ocupa la mujer en esas coordenadas, qué le está permitido y qué no, y cuáles
son las posibles estrategias de emancipación.
E.N.-En Cádiz se ha homenajeado a dos
flamencas (utilizó el femenino porque sus nombres artísticos eran en femenino)
históricas del tardofranquismo. ¿Crees que las fusiones del flamenco con otras
músicas o formas de danza conllevan una degradación o un avance? Y respecto a
las resistencias y los armarios ¿Siguen vigentes o depende cuándo y dónde?
Tenemos el ejemplo reciente de los insultos homófobos a Miguel Poveda, por
poner un ejemplo sonado.
F.L. R.- Los armarios existen en mayor o
menor medida en función del contexto: una de las cuestiones que me animó en su
día a iniciar esta investigación fue el entender que el escenario y, en
general, el arte (que en mi imaginario pertenecía a esa clase de lugares en los
que uno puede tener mayor libertad) podían ser un armario más fuerte que
algunos propios de la vida cotidiana. Respecto de la fusión y el devenir artístico del
flamenco, no creo que el arte se degrade
o avance hacia ninguna parte: simplemente se transforma. Como en el caso de la
Historia, se nos ha acostumbrado a pensar el tiempo y las cosas que suceden en
él desde un modelo lineal en el que las cosas o “progresan” o “retroceden”, y
en el caso del arte creo que es un modelo limitante. El flamenco que se hace
hoy no es ni mejor ni peor que el que se hacía hace diez años, simplemente
“es”.
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