domingo, 19 de marzo de 2017

EUGENI RODRÍGUEZ, DEL 'OBSERVATORI CONTRA L'HOMOFÒBIA'

"Lo positivo de la situación que se vive actualmente es que los y las jóvenes lgtb+ saben por fin que tienen todo el derecho a denunciar la violencia que sufren"

 

Por Eduardo Nabal

Lleva décadas luchando por los derechos del colectivo lgtb+ en Catalunya. Solo desde1985 preside el histórico grupo Front d'Alliberament Gai de Catalunya (FAGC), y desde entonces no ha dejado de embarcarse en proyectos contra la homofobia y la transfobia. El último es L'Observatori Contra L'Homofobia de Catalunya. 

 
EDUARDO NABAL.- Hace poco oíamos a Gabriel Rufián y a la portavoz de Podemos en el Congreso. Parece que los casos de LGTBfobia salen a la luz pública o que, por lo menos, algunas fuerzas políticas  se hacen eco de ellas. También vemos una generación más dispuesta a denunciar y visibilizar. Pero el hecho de tener la legislación o los protocolos más avanzados, no supone, a priori, una garantía o protección contra la violencia como ya  estamos viendo. Es aquí donde queda algo sobre lo que no se puede legislar como son las violencias estructurales. ¿Cómo ves tú esta polémica?
EUGENI RODRÍGUEZ.- Mucha gente busca espacios de libertad en las ciudades grandes, donde existe, en determinadas zonas más visibilidad y libertad. No hay ese temor ni ese estigma de las provincias y los pueblos, donde los cambios son más lentos. Pero también existen, desde siempre, grupos de ultraderecha, con un firme respaldo de los grupos conservadores y un sector cavernícola de la Iglesia, con los que es necesario acabar de una vez por todas. Además de  elementos violentos a los que no siempre es fácil detectar ni detener aunque las víctimas de las agresiones, como ha sucedido en estos últimos casos, hayan tenido el valor de dar la cara, denunciar y visibilizar el odio y la violencia. Ahí podemos ver el lado positivo, los y las jóvenes LGTB+ saben que tienen todo el derecho a acudir a denunciar las agresiones por su orientación sexual. El tema es que pocas veces se  llega a hacer justicia. Y sobre las violencias más soterradas o estructurales: pongamos por ejemplo, el bullyng en las escuelas, los discursos transfóbicos de sectas viajeras como ‘Hazte Oír’ (que han canalizado y dado una salida grotesca al odio larvado de un sector ultramontano de la sociedad), las diferencias estructurales, es difícil legislar. Hace falta una labor de concienciación, que, sobre todo en las grandes ciudades, aunque no únicamente, hacen colectivos, asociaciones, plataformas y, en ocasiones, también personas individuales negándose a callar las ofensas reales o simbólicas. ¿Por qué sentir vergüenza en tu centro de estudio y trabajo? ¿Por qué callar?
E.N.- Al tiempo que se articulan discursos progresistas contra la discriminación también se articula la extrema derecha en Europa. Aquí encontramos un sector camuflado de sectores religiosos ultraconservadores en el partido en el poder. ¿Eres pesimista o ves que se pueden articular resistencias desde muchos puntos?
E.R.- Soy optimista con respecto a la gente, pero la respuesta gubernamental está siendo muy pobre y ajustada. Incluso en Cataluña, donde desde hace poco tenemos la Ley más avanzada contra la LGTBfobia, ésta no se aplica cómo y cuándo debiera y muchas veces todo se queda en palabrería. Así, la Generalitat no actúa en los protocolos contra la homofobia, bifobia, lesbofobia y transfobia  en el ámbito escolar o laboral, no ha actuado contra los discursos de odio por no hablar de la libertad y el respaldo que se concede desde el gobierno central a los sectores más reaccionarios de la Iglesia, que pueden llegar a infiltrarse en algunos centros de trabajo y ocio, afortunadamente no en todos, ni de la misma forma. Es importante que se denuncien todas las agresiones, que se acabe con la sensación de impunidad, aunque sabemos muy bien que el cambio social no empieza ni acaba ahí. Que mientras las fuerzas progresistas no entren de una vez por todas al fondo del asunto del odio, el silencio y el fondo de la discriminación, como con muchos otros temas, el problema seguirá pasando de unas manos a otros y otras.


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