"Lo positivo de la situación que se vive actualmente es que los y las jóvenes lgtb+ saben por fin que tienen todo el derecho a denunciar la violencia que sufren"
Por Eduardo Nabal
Lleva décadas luchando por los derechos del colectivo lgtb+ en Catalunya. Solo desde1985 preside el histórico grupo Front d'Alliberament Gai de Catalunya (FAGC), y desde entonces no ha dejado de embarcarse en proyectos contra la homofobia y la transfobia. El último es L'Observatori Contra L'Homofobia de Catalunya.
EDUARDO NABAL.- Hace
poco oíamos a Gabriel Rufián y a la portavoz de Podemos en el Congreso. Parece
que los casos de LGTBfobia salen a la luz pública o que, por lo menos, algunas
fuerzas políticas se hacen eco de ellas.
También vemos una generación más dispuesta a denunciar y visibilizar. Pero el
hecho de tener la legislación o los protocolos más avanzados, no supone, a
priori, una garantía o protección contra la violencia como ya estamos viendo. Es aquí donde queda algo sobre
lo que no se puede legislar como son las violencias estructurales. ¿Cómo ves tú
esta polémica?
EUGENI RODRÍGUEZ.-
Mucha gente busca espacios de libertad en las ciudades grandes, donde existe,
en determinadas zonas más visibilidad y libertad. No hay ese temor ni ese
estigma de las provincias y los pueblos, donde los cambios son más lentos. Pero
también existen, desde siempre, grupos de ultraderecha, con un firme respaldo
de los grupos conservadores y un sector cavernícola de la Iglesia, con los que
es necesario acabar de una vez por todas. Además de elementos violentos a los que no siempre es
fácil detectar ni detener aunque las víctimas de las agresiones, como ha
sucedido en estos últimos casos, hayan tenido el valor de dar la cara,
denunciar y visibilizar el odio y la violencia. Ahí podemos ver el lado
positivo, los y las jóvenes LGTB+ saben que tienen todo el derecho a acudir a
denunciar las agresiones por su orientación sexual. El tema es que pocas veces
se llega a hacer justicia. Y sobre las
violencias más soterradas o estructurales: pongamos por ejemplo, el bullyng en
las escuelas, los discursos transfóbicos de sectas viajeras como ‘Hazte Oír’
(que han canalizado y dado una salida grotesca al odio larvado de un sector
ultramontano de la sociedad), las diferencias estructurales, es difícil
legislar. Hace falta una labor de concienciación, que, sobre todo en las
grandes ciudades, aunque no únicamente, hacen colectivos, asociaciones,
plataformas y, en ocasiones, también personas individuales negándose a callar
las ofensas reales o simbólicas. ¿Por qué sentir vergüenza en tu centro de
estudio y trabajo? ¿Por qué callar?
E.N.- Al tiempo que
se articulan discursos progresistas contra la discriminación también se
articula la extrema derecha en Europa. Aquí encontramos un sector camuflado de
sectores religiosos ultraconservadores en el partido en el poder. ¿Eres
pesimista o ves que se pueden articular resistencias desde muchos puntos?
E.R.- Soy optimista
con respecto a la gente, pero la respuesta gubernamental está siendo muy pobre
y ajustada. Incluso en Cataluña, donde desde hace poco tenemos la Ley más
avanzada contra la LGTBfobia, ésta no se aplica cómo y cuándo debiera y muchas
veces todo se queda en palabrería. Así, la Generalitat no actúa en los
protocolos contra la homofobia, bifobia, lesbofobia y transfobia en el ámbito escolar o laboral, no ha actuado
contra los discursos de odio por no hablar de la libertad y el respaldo que se
concede desde el gobierno central a los sectores más reaccionarios de la
Iglesia, que pueden llegar a infiltrarse en algunos centros de trabajo y ocio,
afortunadamente no en todos, ni de la misma forma. Es importante que se
denuncien todas las agresiones, que se acabe con la sensación de impunidad,
aunque sabemos muy bien que el cambio social no empieza ni acaba ahí. Que
mientras las fuerzas progresistas no entren de una vez por todas al fondo del
asunto del odio, el silencio y el fondo de la discriminación, como con muchos
otros temas, el problema seguirá pasando de unas manos a otros y otras.
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