viernes, 30 de diciembre de 2016

CONTADAS POR NOSOTRAS

Lecturas feministas para recibir el año

 

 Por Natalia Blanco y Eduardo Nabal



 
Reyes, nochebuena, nochevieja. Fiestas, así de entrada, poco amigables para las mujeres libres y las jóvenes sin mucho tiempo libre. Pero si te da el bolsillo para regalar un libro, acuérdate de la literatura escrita por mujeres, mujeres de ayer y hoy que leen o pueden escribir. Mujeres inquietas en un mundo heteropatriarcal.  
Se acaba de publicar en castellano el espectacular retorno a la novela de Edna O´Brien, una veterana que, en su juventud,  casi fue expulsada de la Irlanda católica por su pionera Las chicas del campo, escrita a finales de los años cincuenta. Por estos lares hemos contado por los viajes de June Fernández (co-fundadora de la revista Pikara y  autora de sus 10 ingobernables) y también con un nuevo libro de memorias de una leyenda viva de la música, toda una superviviente. Se trata de M. Train, el evocador palimpsesto de Patti Smith, tras el éxito internacional de la también autobiográfica Éramos unos niños.
No hemos de olvidar la traducción (por fin) al castellano de La frontera. The new mestiza, de la chicana Gloria Anzaldúa, de las memorias de  la ‘pantera negra’ en activo Ángela Davies, o la reedición en bolsillo del ya mítico y pionero  Manifiesto contrasexual, del burgalés Paul B. Preciado (antes Beto Preciado), o el espléndido ensayo Poesía lesbiana y queer, de Elena Castro, centrado en autoras en lengua castellana de ayer y hoy, de Sánchez Saornil a Txus Gutiérrez, pasando por Cristina  Peri Rossi o Gloria Fuertes.
No ha faltado la prosa poética de Winterson (Espejismos,, El hueco del tiempo), ni una tímida y a la vez osada reedición de la novela erótica y feminista de la francesa  Violette Leduc bajo el título de Therese e Isabelle, una breve historia de amor y erotismo entre dos amigas adolescentes. Películas de principios de año como Carol,  de Haynes-Highsmith, o La chica danesa, han recuperado para el gran público lector auténticos clásicos infravalorados de la literatura feminista, lésbica y trans del siglo XX. Tampoco está de más revisar los relatos de Alice Munro.. Algunos de ellos han dado lugar a esa incomprendida Julieta, de Almodóvar, que compite, nuevamente, en los Goya con una sarta de películas de policías.
La colección de relatos breves e iconoclastas  Posiciones geográficas, de Susana Traznik, y la colección de ensayos Transfeminismos. Epistemes  y flujos, nos recuerdan que el feminismo, el antiracismo,  el postfeminismo  y la ‘teoría queer’ son compañeros de cuna y de cama. Inolvidable también la apuesta de la editorial Dos Bigotes por las autoras clásicas, desde el libro colectivo Ábreme con cuidado, o Virginia amaba a Vita, de Pilar Bellver, modélicos ejemplos de metaficción tejida por  autoras en lengua castellana.
Un año crucial y difícil éste  para las nuevas autoras donde no han faltado, a pesar de todo, novedades como Malditas. Estirpe transfeminista, lo último de Itziar Ziga, la novela cubana Domingo de Revolución, de Wendy Guerra (Negra), o reediciones de lujo, como la inmensa  Zami, biomitografía de Audre Lorde, que se autodefine mujer, lesbiana, negra, poeta, guerrera y madre que se abrió camino con coraje  en tiempos y lugares adversos, los EEUU de Eisenhower, no tan distintos, en muchos aspectos, a los de Trump.


jueves, 29 de diciembre de 2016

EN TORNO A 'CUERPOS EN ESCENA'

Retrato de Martín de Mauro.

Martín de Mauro: "Intento plantear preguntas acerca de cómo el lenguaje llega a interferir en los afectos y la sexualidad, la corporalidad y lo que consideramos más o menos deseable"

 

 

Por Eduardo Nabal

Nacido en la Córdoba argentina en 1984, Martín de Mauro, licenciado en Filosofía, se incorporó ya de adulto al grupo de investigación y activismo que más tarde formará parte del Frente Nacional de la Ley de Identidad de Género de su país, pionera en todo el mundo. En el Estado español nos dejó su obra Cuerpos en escena. Materialidad y cuerpo sexuado en Judith Butler y Paul B. Preciado, de la que por fin hemos podido hablar con él. 

EDUARDO NABAL.- Judith Butler y Paul B. Preciado. Dos nombres claves en el pensamiento y también en el activismo ‘queer’. Tú las reúnes y las contrapones. Pero ambas y ambos han cambiado mucho desde que empezaron hasta hoy.
MARTÍN DE MAURO.- No creo que exista unidad en la obra de ambas autoras sino distintos acentos en sus respectivos recorridos. Parto de la crítica de Preciado a Butler y de la disputa más amplia dentro de los feminismos de los contextos locales- por ejemplo los feminismos latinoamericanos- en torno a debates inacabados y la producción de conocimientos en tránsito. En este sentido, Cuerpos en escena se escribió desde la interpretación de autores locales (como Mauro Cabral, Emma Teumer y un largo etcétera) de la obra y el alcance teórico y el marco activista de ambas autoras.
E.N.- Ambas se prestan a lecturas más o menos superficiales de su obra, a múltiples matices y relecturas posibles. ¿Tú has intentado llegar más allá y/o buscar puntos de unión que enriquecieran por si mismos su pensamiento filosófico-corporal?
M.D.M.-  He intentado hacer una tensión productiva efectivamente, desde el lenguaje de ambos autores. Uno de los puntos clave podría ser la falsa dicotomía entre el lenguaje y el cuerpo. Algo así como si bajo el post-estructuralismo es posible una materialidad del cuerpo más allá de los enunciados lingüísticos performativos (actos de habla)  o no.  No busco dar respuestas concluyentes sino, más bien, plantear preguntas acerca de cómo el lenguaje llega a interferir en los afectos y la sexualidad, la corporalidad y lo que consideramos más o menos deseable, entre otras cosas.  Aquí entran debates como el capacitismo y la transexualidad, en tanto que eje central en este cruce de caminos entre realidad y signo.
E.N.- El cuerpo, el género, el sexo asignado huyen de discursos religiosos, médicos, jurídicos…, Pero, ¿no es el discurso de la filosofía y la academia otro lenguaje patriarcal, o se puede subvertir?
M.D.M.- Sin lugar a dudas la filosofía está basada en un discurso heteropatriarcal, capacitista y occidentalista que la precede, pero también existe, como señalan Butler o Preciado, y mucho antes de lo que pensamos, una suerte de ‘mujer barbuda’ que se ha movido en los márgenes del canon filosófico, subvirtiéndolo y desbaratándolo. En Cuerpos en escena, por ello, transcurren una serie de biografías y autobiografías transexuales y transgéneros, haciéndose eco de esas limitaciones de la teoría fármaco-pornográfica o prostética de incorporar a todos los sujetos subalternos. Todos estos debates colectivos han dado pie a este libro que creo va más allá de la academia en aras de recoger una serie de debates presentes ahora, por ejemplo, en Argentina sin olvidar que la teoría queer, en el ámbito académico, siempre puede volverse, en cierto sentido,  jerárquica y no recoger la voz y las experiencias de los que realmente pueblan los márgenes de la disidencia socio-sexual.
 

IN MEMORIAM


Concentración en La Isla por las víctimas que dejó en el camino la lgtbqifobia durante 2016

 

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 Alan, Marcelo Lepe Parráguez... Heidy García. Decenas de nombres de personas que han sido abatidas durante el año 2016 por las lgtbqifobia en el mundo resonaron anoche en la Plaza de la Iglesia de San Fernando, en Cádiz, durante la concentración convocada por el colectivo Lambda La Isla y secundada por diversos partidos y representantes políticos en el Ayuntamiento isleño como el PSOE, IU, Ciudadanos, vecinos y vecinas de la localidad y el colectivo gaditano cuerposperifericosenred.

Lambda quiso aprovechar la conmemoración del Día de los Inocentes para rendir homenaje, "a modo de denuncia" , a todas las víctimas que han sufrido o sufren la violencia, el acoso e incluso el asesinato homófobo, bífobo o tránsfobo. Y para refrescar la memoria, enumeró una serie de datos sobre la situación en España, "país del que se publica que es el más tolerante del mundo en diversidad sexual", durante 2016: las agresiones lgtbqifóbicas han crecido un 40 por ciento, más que nunca; el 55 por ciento de los y las menores lgtbqi sufre acoso escolar y tres de cada diez estudiantes han tomado alguna vez una actitud homófoba; el 57 por ciento de nosotros y nosotras hemos recibido insultos alguna vez por nuestra orientación sexual o identidad de género; cuatro de cada diez hemos sufrido una agresión, aunque solo el diez por ciento ha denunciado; se encabezan el número de denuncias por delitos de odio, aunque estas denuncias solo correspondan al diez por ciento de los delitos de odio que realmente se cometen.


El colectivo isleño siguió repasando la situación en el mundo, donde en trece países la homosexualidad y la transexualidad están penadas con la muerte; en 45 las relaciones entre mujeres son ilegales y, en 73, lo son entre hombres; más de dos mil personas transexuales han sido asesinadas durante los últimos años; solo en el Reino Unido, más de 4.800 adolescentes lgtbqi viven en un ambiente hostil o han sido expulsados y expulsadas de su vivienda familiar; casi la mitad de las personas trans deja la escuela por acoso.

miércoles, 28 de diciembre de 2016

GENTE VIP

Teófila Martínez se ofrece como pregonera del 

Orgullo Gaditano 2017

 


cuerposperifericosenred


“Ya no soy homófoba”, ha declarado a este blog la ex alcaldesa de Cádiz y diputada del PP por la provincia, Teófila Martínez. La incombustible ex regidora ha explicado que, desde que la sentaron en la mesa ‘Celine Dion’ de la boda de Maroto y el ex arbitro gay y ahora estrella del Sálvame Jesús Tomillero empezó a repartir premios lgtbi entre los cargos de su partido, se siente mucho más queer.

Tanto es así, que Teo, como se la conoce familiarmente en ese municipio en el que no tanto, sino todo, lo hizo, se ha ofrecido a la plataforma Cádiz con Orgullo para pregonar la gran fiesta de la diversidad sexual que se volverá a celebrar en la ciudad el próximo mes de junio. “Me siento muy desplazada en esta tacita de hojalata desde que no puedo presidir la procesión de la Patrona”, ha continuado exponiendo.

Teófila Martínez asegura que el PP es ahora un partido totally gayfriendly y que si alguna vez recurrió alguna ley sin importancia o montó algún escándalo por unas fotos en la vía pública en las que se veía medio culo fue solo por putear al PSOE, pero ahora que son aliados la política es una cascada de colores. De los colores del arco iris, por supuesto.

La veterana política popular clamó pelillos a la mar cuando se le recordó el escándalo que montó su directora de Cultura a unos jóvenes gays gaditanos que quisieron subir en short a una carroza de la cabalgata de Carnaval, el despido de una trabajadora trans del Ayuntamiento o la invisibilidad institucional en la que mantuvo al colectivo durante sus veinte años de gobierno. “Bueno, al fin y al cabo, destinábamos una pequeña partida para subvencionar al colectivo lgtbi en el apartado ‘marginados’ de Asuntos Sociales. Tan mala no sería”, recalcó.

La plataforma Cádiz con Orgullo se está pensando si aceptar o no el ofrecimiento de Martínez, ya que le llueven las propuestas: desde el presidente del colectivo Gay Men for Trump hasta la sobrina de monseñor Cañizares.
 

martes, 27 de diciembre de 2016

NACE UNA LEYENDA DEL POP

El chico de la voz de seda

 

Por Eduardo Nabal



“Este invierno voraz se ha llevado a muchos ídolos de mi juventud” escribía un viejo conocido en la red. Se refería a gente como Leonard Cohen, David Bowie, o con anterioridad Prince… Todos músicos. Escribir en estos tiempos sobre la muerte de uno de los hombres más ricos del Reino Unido no parece cosa sería, pero no entiendo por qué si la heterosexualidad tiene sus mitos y lleva siglos construyendo estatuas a reyes, reinas y guerreros, no podemos sentir la muerte de una voz y, sobre todo, de una figura icónica en lo que se ha llamado ‘camp’, en la relación del público con sus estrellas.

En el Reino Unido las leyes contra la homosexualidad (que llevaron a prisión a Wilde, Alan Turing y un montón de ingleses sin grandes apellidos) se derogaron en el año 1965. Durante el gobierno de Thatcher se prohibió la ‘propaganda homosexual’ en las escuelas (aunque la propaganda homófoba y machista campaban a sus anchas) y se censuraron aquellos libros que hablaban de lo que hoy los curas llaman sin ton ni son ‘ideología de género’.

En los contradictorios años ochenta, determinadas figuras gustaron de gustar a ambos sexos: es el caso de gente como Madonna, Michael Jackson, el citado Prince, Annie Lennox o el ex cantante de los Wham, George Michael. La necesidad imperiosa de convertir sus videos musicales en cantos al romance heterosexual, a pesar del ‘armario de cristal’ del autor de I want your sex, su semiclandestinidad, acabó súbitamente cuando la policía inglesa, en una de sus redadas por los urinarios públicos, cazó al cantante. Michael supo reírse de la embarazosa situación, Más en el país de Lady Dy, sacando un video (Outside) donde, a la vez que reivindicaba el derecho al sexo en público, exponía cómo determinados espacios son objeto de control y vigilancia o, como diría Foucault, crean sujetos a partir de prácticas institucionales y culturas de higiene o ‘moralidad’ pública.

Michael supo poner en evidencia el absurdo al que se podía llegar en este dispositivo del que él, como otra mucha gente anónima, había sido víctima, haciendo una felación a un policía secreta, creo recordar. La carrera de Michael, contra lo que han dicho muchos, no decayó y eso debería servir de ejemplo a algunos cantantes españoles que se meten en pleitos y demandas que ofenden a un colectivo más que reparan a nadie. Temas como el evocador Older son posteriores a todo aquello y, si algo lo desgastó, fue la edad y el consumo de drogas. Ahí tenemos a Ricky Martin, cosechando éxitos desde la monogamia y el pareo, Michael artista de ‘Superpop’, ídolo de quinceañeras, eligió la promiscuidad.

Los juicios, o “lo que opinen los demás”, están de más. Con su voz atorcipelada, sin ser una gran talento, ni una arrolladora gran fuerza musical, pero con su estilo inconfundible y su capacidad de seducción dentro y fuera del escenario, Michael, militante por accidente, también ha entrado por derecho propio en la historia del pop y, en cierto sentido, todavía, en la contracultura de masas.

viernes, 23 de diciembre de 2016

CLÁSICOS QUEER

Cuento de Navidad

 

 de Javier Sáez




José era carpintero, judío y gay. Haciendo uso de sus conocimientos, se había fabricado un gran armario en Belén, en el que vivía con su amiga María, al abrigo de la persecución homófoba que había desatado el Imperio romano contra los homosexuales y los judíos de Jerusalén. María no había conocido varón, era lesbiana, y había decidido tener un hijo por inseminación artificial con el esperma de su mejor amigo, José. Ahora se encontraba a punto de dar a luz en el armario de Belén. La noticia corrió por el ambiente y llegó hasta los rincones más alejados de Oriente.

En el Kurdistán vivía el antiguo rey Melchor, que había sido destronado por los turcos cuando invadieron el país. Melchor tenía 50 años, llevaba una larga barba blanca que cubría un torso ancho lleno de vello que hacía las delicias de los pastorcillos kurdos. Había conocido a José en el cuarto oscuro de un bar de Ereván, la capital de Armenia, y sabía que él y su amiga María esperaban un niño, así que decidió ir a verles para celebrar con ellos el alumbramiento. Se montó en su camello con algunos regalos -una chupa de cuero para María, una botella de popper de Kazajstán para José y la última edición en pergamino del Planeta Marica- y se encaminó hacia Belén. Al llegar a un oasis en el desierto de Palestina Melchor hizo una parada para ir a mear junto a una palmera, y en ese momento se encontró con un hombre de hermosos bigotes, ya entrado en años, que estaba meando a su lado y que le miraba insistentemente. Melchor le invitó a pasar la noche con él en su tienda. Durante la cena el hombre le explicó que se llamaba Gaspar, era palestino y había sido rey. Casualmente también conocía a José y la noticia del parto, y en ese momento se encaminaba a Belén para conocer al niño y darles algunos presentes: opio iraní de la mejor calidad para ella y telas de Palestina para él. Melchor y Gaspar pasaron una apasionada noche de amor en el oasis, y decidieron ir juntos a Belén.

A los pocos días Melchor y Gaspar llegaron a Jerusalén, y decidieron ir a una sauna a descansar. En esos días de invierno la sauna era muy visitada, pues era un lugar cálido y tranquilo donde charlar y disfrutar. Melchor y Gaspar repararon inmediatamente en un hombre grande, de piel muy oscura y barriga peluda, que les fascinó de inmediato. Se acercaron a él con ánimo de conocerle, y les dijo que se llamaba Baltasar, era uzbeko, rey de una tribu del norte de Afganistán, y había huido de la represión que habían desatado allí la secta de los tulipanes contra las mujeres y los gays. Decidió dirigirse a Belén a ver a su amiga María, de la que sabía que estaba encinta, y le llevaba como regalo tres caballos árabes y un disfraz de drag-king. Entre los tres cundió un gran regocijo al descubrir la casualidad de conocer a José y María, y lo celebraron pasando la noche juntos.

Eran aquellos los días del rey Heterodes, quien gobernaba toda Judea con una gran homofobia. Un espía del rey había oído la conversación sobre María en la sauna, y se lo comunicó a Heterodes. Éste no podía soportar la idea de que una mujer lesbiana tuviera un hijo, así que decidió urdir un plan para matarle. Hizo llamar en secreto a Melchor, Gaspar y Baltasar y les interrogó sobre el nacimiento del niño, con la excusa de que quería ir él también a adorarle. Así que les pidió que una vez que le hubieran visto, volvieran para decirle el lugar de su nacimiento. Los Reyes Magos conocían la fama de Heterodes y, desconfiando de sus intenciones, partieron hacia Belén sobre sus camellos sin decirle su destino.

La noche siguiente hicieron un alto para dormir en la montaña y vieron en el cielo una luz muy brillante que se acercaba hacia ellos. Era un gran trineo tirado por renos alados, y guiado por un hombre grueso, con hermosos cabellos y barbas del color de los osos polares, vestido de terciopelo de color rojo. El hombre descendió desde el cielo hasta donde estaban los tres reyes y les miró, admirando la belleza de sus cuerpos y de sus rostros. Se llamaba Santa Claus, o Papá Noel, y pertenecía a una ONG finlandesa de gays y lesbianas. Los reyes se fijaron de inmediato en el paquete de Papá Noel, y le preguntaron sobre su contenido. Él les contestó que había oído la buena nueva del nacimiento del hijo de María, a la que conocía, y que en el paquete llevaba las obras completas de Tom de Finlandia y de Monique Wittig como regalo. Los Reyes Magos encendieron una hoguera e invitaron a Santa Claus a quedarse con ellos a cenar. Éste aceptó, y, tras la cena, les invitó a degustar distintos licores lapones que llevaba en su trineo. Los vapores etílicos calentaron sus cuerpos y les animaron al baile y al canto, y finalmente al amor.

Al día siguiente Papá Noel y los tres reyes se encaminaron a Belén. En el camino vieron a un grupo de cuatro pastorcillas que iban en su misma dirección, y que resultaron ser amigas de María. Iban también a verla por el nacimiento de su hijo, y le llevaban un carro como presente, dado que, según comentaron las pastoras, a María le gustaba mucho conducir todo tipo de vehículos. Ya al anochecer divisaron en el fondo de un valle la silueta de un gran armario, en el que estaban José, María y el niño, al que llamaron Emmanuelle, en homenaje a una famosa actriz de teatro asiria. María estaba apostada en la puerta del armario, de pie, con su cayado en la mano derecha, vestida con pantalones de piel y una pelliza de borrego; José, que cubría su cuerpo con una túnica de color verde oliva, estaba sentado dentro y llevaba en sus brazos a Emmanuelle, al que cantaba canciones de cuna con su voz grave y dulce, mientras el niño jugaba enredando sus pequeños dedos en las barbas negras del carpintero.

Cuando María vio llegar a tantos amigos juntos, tiró el bastón al aire y fue a su encuentro riendo. Los reyes magos fueron a buscar a José y le animaron a salir del armario. Éste, sorprendido por la visita, dio un grito de alegría y salió al aire libre con el niño para abrazar a sus viejos amigos. María propuso hacer una fiesta y disfrutar de los regalos. Pasaron la noche comiendo y bebiendo, Papá Noel recitó las viejas sagas islandesas con la voz adormecida por el opio, Baltasar bailó en honor de todos danzas de su tierra, rodeando al grupo con un círculo hecho con las telas de Gaspar, María cantaba poemas de Safo subida en uno de los caballos, mientras las pastoras, desde el carro, tocaban instrumentos de cuerda y percusión al ritmo de sus versos. Melchor y José mezclaban todo tipo de bebidas con abrazos, besos y recuerdos.

Emmanuelle miraba, fascinado, las altas llamaradas de fuego que se elevaban desde el armario hasta la luna.

 


jueves, 22 de diciembre de 2016

'''ECRITURE' BOLLERA

Poesía lesbiana queer: Un desafío

 

Por Eduardo Nabal



 
El libro Elena Castro Poesía lesbiana queer (Icaria, 2015) viene a llenar un hueco en el que las mujeres lesbianas reivindican su historia y su trayectoria a través de la poesía escrita en castellano. Aunque esta presente en las más contemporáneas la herencia de Monique Wittig (escritora, ensayista  y poetisa comprometida), el libro se remonta a las  primeras manifestaciones de poesía lesbiana en el estado español, desde Lucia Sánchez Saornil (anarquista de tiempos de la República) a Cristina Peri Rossi y otras contemporáneas menos conocidas que han convertido el lenguaje en un laboratorio maravilloso contra la invisibilidad y, también, contra los binarismos de género.

En medio nombres silenciados en la dictadura, como Gloria Fuertes o ya en la Transición, la obra de autoras como Ana Maria Moix o Esther Tusquets, que se movieron entre la poesía y la prosa poética, abriendo con timidez los armarios a través de obras algo crípticas como las elegías amorosas de Tusquets, en un plano casi abstracto o plagado de metáforas, o ese gigantesco ‘armario’ que amenaza a la protagonista de Julia, la gran novela de Moix, influida por Wittig. Si la solterona es la lesbiana a la que todos quieren mantener en el armario en el franquismo, la joven feminista o hippie es, al menos, al principio, otro tanto en el seno de la izquierda emergente.  Tusquets, Moix y otras mujeres van rompiendo ese silencio.

Llegamos, por fin, a la inmensa uruguaya Cristina Peri Rossi y a algunas nuevas poetisas españolas contestatarias como la contemporánea Txus García, que huyen del esencialismo y la corrección política, en favor de un giro queer a la poesía lésbica. El libro, desde su brevedad, llena un hueco enrome que en otros países ocupan u ocuparon nombres como Adrienne Rich,  la propia Wittig, Jeannette Winterson, Nicole Brosard (Barroco al alba), Cherrie Moraga, Djuna Barnes o Audre Lorde. Estamos ante un ensayo nada académico pero riguroso que recorre la historia de las mujeres que plasmaron en papel y versos de arrebatadora sinceridad su diferencia o su amor por otras mujeres.

A los cincuenta
ya nadie es romántico
todo el mundo ha aceptado
el matrimonio
gay o hetero, que más da
y la hipoteca
Solo algunas locas
llaman a las dos de la madrugada
para decir "Haría el amor hasta morir"

C.P Rossi.

Si los poetas gays Lorca a Panero, pasando por Cernuda, Gil de Biedma o el infravalorado y vilipendiado Haro Ibars, alcanzaron -en algunos casos- reconocimiento casi universal, algunas de estas mujeres todavía se encuentran en un terreno impreciso, redefiniendo, reivindicando o cuestionando aquello que se ha dado en llamar ‘escritura femenina’ y que aquí acaba siendo, además de un elegante recorrido histórico por una serie de autoras en el tiempo que les toco vivir, una maquina de guerra contra el binarismo hombre/mujer, hetero/homo, sin abandonar la pasión de contar aquello que se silenció en nuestro país durante tantos años: el amor, el desamor, la lucha, la soledad y la fuerza de las mujeres lesbianas que cuentan sus historias e interpelan a nuevos sujetos lectores y potencialmente creadores que se empoderan en un nuevo espacio público y privado.

A la espera del último poemario que María Castrejón, podemos leer y disfrutar de principio a fin este ensayo lúdico, ameno y bien documentado sobre las poetas que hicieron historia en un mundo de mentiras, secretos y silencios.

Para terminar, unos versos desafiantes de Txus García

Aquí estoy me llamo Txus y soy transgénero
Llevo años siéndolo
Mi madre me trans-vestía como a una señorita
[...]
Hice la primera comunión trans-vestida de blanco
era una pequeña gordita y folclórica.
Era Marika.

martes, 20 de diciembre de 2016

70 AÑOS DE 'QUERELLE DE BREST'

Genet entre marineros, mendigos y locas de Cádiz


Por José García


 
Dentro de muy pocas semanas se cumplirán los setenta años de la publicación de Querelle de Brest, obra digna de un poeta, novelista y dramaturgo tan fuera de lo común como Jean Genet, quien con sus postulados radicales, tanto en lo artístico como en lo político, escandalizó y encadiló por igual a la provinciana sociedad francesa de su tiempo.

Querelle de Brest se publicó por primera vez con una tirada limitada y acompañado por una serie de 29 ilustraciones del siempre polifacético Jean Cocteau (una de las cuales acompaña a este artículo). Tanto el libro como las ilustraciones se editaron de forma anónima, por temor a las reacciones que previsiblemente podrían suscitar entre sus lectores. En todo caso, la obra no volvería a publicarse hasta el año 1953, tras pasar por una severa censura de la que ya no se libraría hasta varias décadas después. En 1956, Genet fue llevado a juicio por aquella primera edición de Querelle de casi diez años antes, acusado de inmoralidad, amenazándosele con el regreso al presidio y una sanción económica. Sin embargo, en 1982 la versión cinematográfica de la novela de Genet que acomete el cineasta Rainer Werner Fassbinder elevarán a Querelle y a los personajes que se le relacionan a la categoría de íconos de la cultura gay.

La obra de Genet es en gran medida la de la exaltación del antihéroe, de los moradores de los bajos fondos, los prostíbulos masculinos, los mendicantes, de aquella ‘mala sociedad’ que captaba todo el oprobio de la bien educada sociedad burguesa contra la que siempre se alzó el autor, haciendo de lo grotesco y los personajes grotescos una traducción incomparablemente lírica.

Genet habitó en los ambientes nocturnos de Amberes, Barcelona y, también, Cádiz, años antes de la publicación de Querelle, por lo que es posible que esta novela icónica (y nunca mejor dicho) esté impregnada de sus experiencias como mendigo, chapero y maleante de poca monta en estas ciudades portuarias. Su presencia en Cádiz es la menos documentada, solo referida por él en su obra autobiográfica Diario de un ladrón. Sin embargo, el escritor Juan Goytisolo rememora sus conversaciones con Genet en el 60 aniversario de Diario de un ladrón y expone que “la admiración de Genet por las locas españolas que frecuentó en Barcelona y en Cádiz apareció más de una vez en nuestras conversaciones. Eran las más audaces y provocadoras de Europa, decía, como reacción natural al rechazo que suscitaban. Asumían el oprobio de la opinión común con un ritual de disfraces, gestos y voces agudas que, a partir de la histeria, alcanzaba la sublimidad”.

Toda la obra de Genet (Las criadas, Los negros, El condenado a muerte…) expresa su profunda simpatía hacia los desheredados y los marginados de la sociedad, expuestos constantemente a la fuerzas omnipresentes del sexo, el delito y la muerte. En consecuencia, aborda rituales, crueldad y la convicción del autor acerca de lo absurdo de los conceptos morales. Y aunque su trabajo fue inicialmente tachado de pura pornografía, acabaría por ser reconocido como el de un existencialista preocupado por los problemas de la identidad y de la alienación.

A mí se me antoja que algo de Genet y de los personajes de Querelle de Brest sigue deambulando por las tabernas del portuario barrio de El Pópulo, en Cádiz, por la obra de autores gaditanos posteriores que se criaron en ese mismo barrio, como Eloy Gómez Rube y su pieza tragicocómica Vidas Estándar… En el recuerdo de parte de lo que fuimos antes de la llegada de este Erotic Welfare en el que vivimos ahora.

lunes, 19 de diciembre de 2016

NUEVOS ROSTROS DE XAVIER DOLAN

Elephant Song

 

Por Eduardo Nabal


A la espera del estreno inminente de su nuevo filme, el controvertido realizador canadiense Xavier Dolan (conocido por películas como Mommy o Les amours imaginaires), de insultante juventud y talento arrollador, demuestra su buena forma como actor en esta extraña película de Charles Binamé, donde aparece, entre otros, junto a Catherine Keener. Un filme teatral pero filmado con pulso que cuestiona algunas verdades aceptadas sobre las fronteras entre la cordura y la insania al tiempo que deja a sus interpretes desarrollarse en un ‘huis-clos’ marcado por los fantasmas del pasado.

            Aunque su final moralizante es una claudicación en toda regla, Elephant song contiene los suficientes elementos para ser tenida en cuenta como una película valiente y más que estimable. Su regusto teatral, nada desdeñable tratándose de actores de mucho calibre, se ve trascendido por una cuidada planificación de tiempos y espacios sin escatimar algunos detalles efectistas pero evitando otros a favor de la hondura y la ironía.

            El director confía en Xavi Dolan, su joven protagonista,  para un nuevo personaje que se sitúa mas allá de lo auto-destructivo para entrar en un complejo terreno donde la locura o, en este caso, la neurosis debe ser entendida como un lenguaje a aprender, un código sin descrifrar. Un lenguaje que pocos médicos, y menos aún psiquiatras, están dispuestos a aprender, y algunos, ni siquiera a atender . Porque para ayudar a Michael deben entender su historia, su canción, las lágrimas del elefante, su amor imposible, su visión incisiva de la institución en la que permanece recluido contra su voluntad.

            Dolan ofrece un trabajo excepcional aunque bien es cierto que tarda un tiempo en librarse de sus ‘tics’ habituales en favor de un personaje que si no acabará como acaba podría haber pasado a la historia de la antipsiquiatria en imágenes, claro está, a otro nivel y en otras coordenadas espacio-temporales que la Jean Seberg de Lilith o Jack Nicholson en Alguien sobre el nido del cuco. El problema es que el director acaba teniendo a su personaje y se inventa un final  poco satisfactorio dentro del engranaje del relato.

            Estructurada como un thriller psicológico, como un caso a revolver, mezcla como otros filmes del género la investigación ¿criminal? con la investigación en la mente del protagonista, pero, al contrario que otros “perturbados/as” del cine reciente, no necesita grandes gestos, aunque le toca la parte mas sabrosa del guión, con diálogos tan afilados como los colmillos de Hannibal Lecter y una mezcla de indefensión y descaro que lo convierten en imprevisible, vulnerable y terrorífico a la vez.

            Poco tarda el espectador en ponerse del lado de Michael, no solo porque está encarnado por uno de los directores actores jóvenes más populares del momento, sino porque de su boca salen muchos trucos y mentiras pero ninguna tontería. Su relación con el psiquiatra desaparecido en una historia de amor gay poco corriente, ni en el thriller, ni en el cine "de locos". El psiquiátrico no tiene nada de decimonónico a pesar del carácter jerárquico, reglamentado y algo carcelario de sus ritos, que no sorprenden a casi nadie. El protagonista posee un fetiche al tiempo que es capaz de ser deliberadamente desagradable. Estructurado como varios interrogatorios superpuestos contiene algunas breves imágenes sobre la vida privada del psiquiatra y unas (algo molestas) sobre la infancia del protagonista, haciéndose la metáfora del elefante demasiado evidente al ser visualizada.

            En definitiva, un filme irregular con un final flojo y lánguido pero que se sostiene porque el director, sin dejar de jugar con tiempos y espacios, deposita toda su fuerza en filmar con soltura un juego dialéctico y cuasiescénico del gato y el ratón donde victimas y verdugos, doctores y pacientes intercambias sus papeles, pero con pluma inteligente no con burdas triquiñuelas audiovisuales y lugares comunes y ya transitados.

            De nuevo Dolan crea un personaje con vagos matices autobiográficos lo que no sabemos si es una broma privada o que Dolan, en su trayectoria, cree en el poder de la autobiografía como provocación. El joven seduce y es seducido debido a esa inteligencia que ahora utiliza para sortear los interrogatorios de doctores que no quieren curarle sino que hacen una función parapolicial. El verse bajo sospecha hace que el personaje de Michael utilice todo tipo de armas dialécticas para ponerse por encima de doctores paternalistas llenos de segundas intenciones y traiciones a las que se adelanta.

            El problema se veía venir desde el principio y hacía falta un final más contundente para una historia trágica llena de humor verbal y giros inesperados, de regusto teatral pero planificada con ritmo y gusto, aunque al final el poder corrosivo de la fabula se disuelva en un final, si no feliz, al menos demasiado armonioso y blando para la tensión que hemos respirado en diferentes secuencias.