jueves, 29 de septiembre de 2016

AGRESIONES HOMÓFOBAS EN SAN FERNANDO

Cuando una masculinidad fóbica le estropeó mucho más que una fiesta a Raúl Fernández

 

Raúl Fernández, junto a la puerta del bar donde fue brutalmente agredido.







Por José García

Acaba una instrucción de tres años en el proceso por la brutal paliza que sufrió una nochebuena el joven isleño, quien ha llamado a la ciudadanía a acudir en su apoyo cuando se celebre la vista oral


Existe una clase de masculinidad cuya fóbica existencia le confronta continuamente con todos aquellos cuerpos que desestabilizan, muy a menudo sin pretenderlo, el axioma del género binario. Quienes detentan este tipo de masculinidad tienen problemas para asimilar que los cuerpos no tienen que ser de manera excluyente femeninos o masculinos. Bien pudo ser este el caso del individuo que entró en la madrugada de la Nochebuena de 2013 en un pub de la calle San Cristóbal, en San Fernando, Cádiz, y la emprendió a puñetazos contra Raúl Fernández, pateándolo después en el suelo hasta partirle el labio, dejarle magullado todo el cuerpo y afectarle transitoriamente la movilidad de un brazo.

Aquellos hechos, que fueron denunciados por la víctima y que alcanzaron una cierta relevancia mediática, forman parte de un dilatado procedimiento penal que técnicamente ha recién acabado su periodo de instrucción, según ha explicado a este blog el abogado de Raúl, Alberto Domínguez.

Raúl es un fan incondicional  de Marilyn Manson, ‘The Cure’, ‘Sigue Sigue Spuntnik’ y Fabio McNamara. Siempre le ha gustado imitar su estética, maquillarse a su antojo, con un estilo que él mismo define “entre glam y rock gótico”. Y aquella madrugada entró en aquel pub de la calle San Cristóbal acompañado de dos amigos y dos amigas, se puso a bailar con ellos y se encontró con aquel que ya en la misma puerta, tras la brutal paliza, alardeó de ser experto en artes marciales, al tiempo que gritaba que “un puto maricón” le “había sonreído” y que, por ello, le “iba a matar”, según el testimonio de uno de los testigos en el proceso, José Luis Corral. Otro amigo de Raúl, Javier Bonet, también resultó lesionado durante la paliza por intentar impedirla y forma parte igualmente de la acusación particular.

Raúl ha pasado desde entonces una mala época, le da miedo a salir por la noche y tardó bastante en volver a maquillarse. Ahora trata de reconstruir el derecho a la subjetividad que le fue aniquilado con aquella agresión y ha decidido visibilizar la homofobia que aún anida en ciertos sectores de la sociedad gaditana: “Hay quien piensa que lo tenemos todo resuelto porque nos podemos casar, pero todavía existe mucha homofobia”, declara.

Por eso ha hecho un llamamiento a la ciudadanía para que le apoye el día en que se abra la vista oral del procedimiento, que según su letrado será señalada casi con toda probabilidad antes de finales de año, con la posibilidad de que se celebre en la primera mitad de 2017.

En la fase de instrucción han declarado los ya referidos testigos, los porteros de la discoteca, que no intervinieron para impedir la agresión y se limitaron a advertirle de que llamara a la policía, según el relato de los hechos de Raúl, y por supuesto el acusado y presunto agresor, que haciendo uso de una excusa que forma parte ya del manual de defensa del agresor homófobo, argumentó que Raúl había intentado propasarse con él, lo que tanto la víctima como todos los testigos desmienten.

Y luego está la convivencia con los vecinos y vecinas que han dirigido todas sus miradas hacia Raúl ante su decisión de hacer público el caso en los medios de comunicación. La homofobia opera con mecanismos tan ruines que ahora ningún pub de la calle San Cristóbal le permite la entrada a Raúl, convirtiendo a la víctima en responsable de sus desgracias, con el argumento inexcusable de evitar nuevas agresiones.

No es la primera vez que Raúl se siente agredido. Los insultos y comentarios vejatorios hacia su persona en la localidad isleña han sido habituales durante años. “Cuando niño ya padecía un ‘bullying’ muy importante”, admite. Afortunadamente, también se siente arropado por numerosos amigos y amigas que han decidido acompañarle hasta el final de la lucha que ha emprendido.

De hecho, la colaboración de un ciudadano anónimo, que le envió a Raúl el perfil de Facebook del presunto agresor, fue determinante para su identificación. Alberto Domínguez, su abogado, asegura no obstante que también se ha pretendido alterar pruebas en el proceso de investigación, pues el presunto agresor se precipitó a quebrar la URL de su perfil en la conocida red social nada más presentarse con elemento identificatorio. Como consecuencia de la denuncia de esta irregularidad, Domínguez también ha recibido amenazas en varias de sus cuentas en redes sociales.

En definitiva, la historia de Raúl Fernández es ciertamente una de esas historias para no dormir. Pero el joven isleño tiene la intención de lograr conciliar el sueño más temprano que tarde. Su abogado está a la espera de conocer el escrito de calificación del Ministerio Fiscal y, una vez recepcione el expediente, elaborará su escrito de acusación (igual que la otra parte su escrito de defensa), aunque ya ha adelantado que su intención es la imputación de un delito grave de lesiones con el consecuente agravante del delito de odio, pues el contenido y el móvil homofóbico de la agresión está fuera de toda duda para la víctima y su representante legal.

Cuando todo acabe, Raúl espera retomar su labor como trabajador social. “Cuando suceden estas cosas, a menudo, la víctima tiene miedo, incluso cree que la posición de hacer pública la denuncia es motivo de vergüenza”, concluye Raúl. Que ahoga su rabia con la melodía de Depeche Mode.

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Acción La Isla sin Homofobia  

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