domingo, 31 de diciembre de 2017

QUEERCULTURAS PARA RECIBIR EL AÑO




No estas solo ante la heterronavidad. Tienes queerculturas o las puedes crear tu misma.


-Navegando por la web (sitios queer, anarcos, estudios queer en PDF etc)

-Buscando apoyo Transmaricabollo en sitios próximos

-Si eres migrante y refugiado tampoco debes quedarte solo ante la oleada consumista

-Algo de cultura accesible e inaccesible

1) 120 battements par minutte (de Robin Campillo)

2) Infieles (de Abdela Taia)

3) Caramel (de Nadine Labaki)

4) Carol (de Todd Haynes)

5) La frontera (de Gloria Anzaldúa)

6) El pueblo sin atributos (de Wendy Brown)

7) Cuerpos en alianza, lucha política (de Judith Butler)

9) Cuando tienes 17 años (de Andre Techine)

10) Call me by your name (de Luca Guadanino)

11) Ensamblajes terroristas. El homonacionalismo en tiempos queer (de Jasmin K. Puar)

12. Tennessee Williams en Tanger (de Mohamed Chukri)

13-Julieta (de Pedro Almodóvar)

14-Incierta gloria (de Agustí Villaronga)

15-Verano 1993 (de Clara Simon)

16-Franz (de Francois Ozon)

17-La libertad es una batalla constante (de Angela Davis)

18-El amante doble (de Francois Ozon)

19-Violette (de Martin Provost)

18-Amor eterno (Marcal Fores)

19-Notas sobre economía libidinal (de Clarie Fontaine)

20-Lo nuestro si que es mundial (de Ramón Martínez)

21-Lejos de aquí (de Eduardo Fuembuena)

sábado, 30 de diciembre de 2017

INTERNACIONALISMOS LEJANOS Y RACISMOS CERCANOS


 

 

 

 

No es tiempo, cuando el flujo migratorio y los mandatos de gente como Trump, Putin o Merkel han puesto en juego –aún más- la situación internacional, de criticar las siempre loables causas internacionalistas. Pero si es tal vez tiempo de hacer una reflexión sobre las batallas contra los microfascismos que se libran a diario de forma invisible contra lo que Pierre Bordieu llamó “violencia simbólica”. En su artículo “El marxismo y lo meramente cultural” Butler habla como ciertos teóricos de izquierdas han relegado las cuestiones feministas, de género y diversidad sexual a una esfera “meramente cultural” obviando que estas pueden llegar a afectar, en entornos muy próximos a cuestiones de justicia redistributiva (exilio rural, falta de lugares seguros, violencia callejera, derechos sexuales y reproductivos, falta de protección sanitaria, inseguridad laboral, acoso escolar, vigilancia policial, violencia conyugal, desigualdad estructural dentro de los propios grupos de socialización…). Todos estos debates no son nuevos ni muy originales pero cuestiones como el concepto de “interseccionalidad” traído por gente como “Puar” (Homonacionalismo…) o más cerca Lucas Platero (Interseccionalidades: Cuerpos y sexualidades en la encrucijada) nos enfrentan a complejos dilemas sobre el neoliberalismo y sus paradojas. La tendencia a presentar, por ejemplo, el Islam como un todo unitario machista y homófobo está calando peligrosamente y no solo en la derecha racista sino a través de la propaganda mediática en muchas sociedades europeas.
 
 
Pero no hemos de olvidar que el internacionalismo nunca o casi nunca ha dado la palabra a las personas LGTB en sus entornos cercanos por no hablar de las mil historias de exclusión y silencios sin contar en muchos grupos de izquierda tradicionales hasta hace bien poco. Esto nos enfrenta a dilemas y debates abiertos. La llegada de los refugiados, las armas de doble filo, debates de doble filo, la cerrazón de posturas de algunas izquierdas casi fosilizadas en torno a temas como la prostitución y el fetichismo por ciertas causas en detrimento de otras. Así por ejemplo no se aborda con valentía el tema del racismo hacía el pueblo gitano, el de la serofobia, o el de la situación de la gente en las prisiones, los manicomios, los CIES, las nuevas fronteras de oriente y occidente. Películas como “120 pulsaciones por minuto” nos recuerdan que, en un principio, la lucha contra el SIDA fue una lucha política contra el racismo, la pobreza y la homofobia que llegaba desde varias instituciones, una lucha contra el silencio. Libros como “El pueblo sin atributos” de Wendy Brown nos advierten de las formas en las que el neoliberalismo se ha interiorizado no solo en nuestras conciencias o formas de ver el mundo sino también en determinadas políticas sociales consideradas “progresistas”. “Cuerpos en alianza…” de Butler nos avisa de la urgencia de salir a las calles y empieza a hablar de cuestiones como el “precariado” como un nuevo tipo de grupo social sin reconocimiento alguno al tiempo que aborda la interseccionalidad de género, sexo, raza, lugar de origen y de nuevo aborda el carácter peformativo de lo político siempre en relación con poderes que se transforman creando nuevos tipos de sujetos y grupos dominantes o subordinados.

 

jueves, 28 de diciembre de 2017

120 PULSACIONES POR MINUTOS: DE AMOR Y DE CÓLERA


 



 
 
 
Ganadora del Premio del Jurado en el Pasado Festival de Cannes aún es un misterio cual va a ser verdadera la distribución  en el estado español de la película de Robin Campillo “120 pulsaciones por minuto” una obra maestra del cine moderno, del cine político, del cine LGTB y del cine europeo en general. Una de las películas más valientes rodadas en los últimos años y el testimonio más certero sobre el nacimiento y la lucha de Act-Up, "Aids Coalition to Uleash Power",  un tipo de activismo anti-sida, hoy casi olvidado o relegado a un segundo plano, que se enfrentó a la inacción de los poderes públicos, la avaricia farmacéutica, el poder médico, el conservadurismo y la homofobia de ciertos sectores sociales y dio la voz a una serie de grupos a los que no llegaba la información haciendo de la lucha contra la pandemia una cuestión social y política con la que llenaron las calles. Un filme sobre la memoria, el amor, la pasión y la rabia rodado con extraordinaria solidez dosificando la dureza y la ternura aunque con pocas concesiones a la galería y sin pelos en la lengua. Una película que tocará de distinta manera al público dependiendo de su edad o sus recuerdos personales respecto a lo que en ella se cuenta pero que es difícil, dada su altura cinematográfica, desde la ágil puesta en escena al inmenso trabajo de protagonistas y secundarios, deje indiferente a nadie. Unas imágenes firmemente hilvanadas que no cesan de interpelarnos  desde el drama, el cine sociopolítico, la denuncia, la ironía y la ternura.
 
Una historia que pocas veces se ha contado tan de cerca y desde dentro, incluyendo escenas casi documentales o documentales de manifestaciones, acciones de protesta, sexo seguro, relaciones humanas y funerales políticos. Un filme con alguna tentación por el melodrama y el didactismo, que tal vez abusa del montaje alternado y cierto efectismo pero que logra evitarlos gracias a la sabiduría del realizador y los guionistas (entre los que se incluye Philipe Mangeot) que depositan la confianza en los jóvenes intérpretes y en la fidelidad a lo sucedido, a todas las contradicciones y desgarros que también surgieron dentro del grupo de activistas enfrentados a instituciones impermeables a sus demandas de vida y esperanza. Un filme de combate y de recuerdos, compuesto como una vigorosa sinfonía de verdades y silencios, con una respiración entrecortada, un testimonio sincero y desgarrado que sigue golpeándonos con fuerza y del que, aún hoy, cuando tanto se habla de “normalización” y se trata de domesticar los discursos, sigue golpeándonos con idéntica fuerza. Cine en estado puro y un pedazo de historia de historias  narrado desde las trincheras del amor y la cólera.

El Banco Espirito Santo lanza una OPA hostil contra Surrobaby







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El Espíritu Santo está que trina. Las mujeres que gestan niñxs para terceras personas le han echado abajo en solo unos años su negocio milenario de reproducción in macula. Ni la imagen publicitaria de Cristiano Ronaldo ni las rasgaduras de vestido de todos los cristianos del orbe parece que puedan devolver a este espíritu trinitario el monopolio que venía ejerciendo sobre la participación de terceros en la gestación de nuevos bebés. “Pues de eso nada, que el único con derecho a ser tercero soy yo, que para eso soy Padre, Hijo y Espíritu Santo”, ha espetado estallando en cólera. Fíjense, que la Santísima Trinidad ni siquiera tenía en cuenta a la madre, como para tener que rendirle cuentas ahora a simples mujeres gestantes.

Tan fea se está poniendo la cosa, que el Espíritu Santo ha echado mano de todo el consejo de administración de su banco y se ha decidido a lanzar una OPA hostil contra Surrobaby, la principal empresa internacional en la gestión de la maternidad subrogada. En pocas horas se dirimirá la operación. Dicen que la Virgen también está que asciende por los cielos.

lunes, 25 de diciembre de 2017

CALL ME BY YOUR NAME: UN FILME DE LUCA GUADANINO


 
 
 

En su último filme el realizador italiano Luca Guadanino logra su madurez como creador al tiempo que pone sus virtudes como refinado esteta al servicio de una historia más sólida  e intensa narrada con mayor pulso y contención que en sus anteriores trabajos: la desmesurada “Yo soy el amor” y la algo estridente “Cegados por el sol”, sus dos grandes películas tras el fracaso de crítica de la relamida y sobradamente afectada “Melisa P.”. De nuevo lo sensual vuelve a ser uno de los grandes motores narrativos de su cine y también la descomposición de núcleos afectivos preponderantemente marcados por el seno de lo familiar bajo diversas formas. De nuevo un paisaje italiano, y un ambiente marcado por la tentación del lujo, el refinamiento y la decadencia todo ello inspirado en una notable novela de André Aciman, algo suavizada para el gran público, aligerando los aspectos espinosos y, en cambio, alentando los guiños al gran público occidental.

 

Guadanino nos presenta dos personajes de diferentes edades,  Elio, un chico  de 17 años y Oliver  un joven restaurador de arte embarcado en una historia de amor más grande que la vida, al menos que la vida que ambos llevaban hasta el presente, particularmente el adolescente protagonista que parece despertar al amor bisexual pero descubre su verdadero amor en un visitante que se incorpora ese verano a la gran familia judía en vacaciones. Ambientada en los años ochenta del siglo XX estamos ante una historia de amor y pasión que se toma su tiempo para mostrar todas sus cartas pero avanza con pulso seguro y sin medias tintas, sacando las máximas posibilidades de sus dos intérpretes, de los paisajes, los decorados y los objetos y del inteligente guión del veterano James Ivory, que no obstante se muestra algo literario y acartonado en algunos pasajes frente a otros que dejan en manos del realizador y los personajes toda la fuerza del filme.

 

Algunos elementos se apuntan pero no de desarrollan en el filme como el carácter judío de los personajes, la tensión entre el pasado y el presente, el arte y la vida, centrándose finalmente en una historia de amor entre dos hombres que ya ha sido contada pero pocas veces con tanta elegancia y atención a los detalles para logar un efecto a la vez armonioso y devastador, transmitiendo todo el peso que ese “affaire de verano” va a tener sobre la nueva vida del joven Elliot que ahora es para nosotros un enigma abierto.

domingo, 24 de diciembre de 2017

BOLLOTECA: RAJA AMARI EN EL VIENTRE DE TÚNEZ







La realizadora tunecina Raja Amari ha realizado dos grandes películas junto con la actriz hebrea más importante o al menos significada y comprometida con el conflicto de Oriente Medio  del cine contemporáneo: Hiam Abbass (“Los limoneros”, “La novia siria” “Free Zone”). “Rojo oriental”, un musical costumbrista y agridulce, y “Foreing body” un drama social y un triángulo amoroso sobre la inmigración, la feminidad y el desarraigo.


Bailar en Túnez. Olvidar al difunto Adaptarse a los tiempos y sobrellevar la tradición.  Una película sobre mujeres hecha por una mujer. “Satín rouge”,  el primer largo de Raja Amari, parte de un  argumento algo tímido y simplista pero sabe mantener el ritmo (a pesar de algún exceso de sesión de danza del vientre)  y  está narrada a base de largas panorámicas,  en pequeños episodios unidos por inesperados fundidos en negro. Comprender a una nueva generación. Bailar frente al espejo versus bailar frente al público, contra el público, con el público. Espacio privado versus espacio público, espacio doméstico frente a espacio sensual, libre y  sexualizado. En su último filme, “Foreing body” se adentra en los conflictos sociopolíticos de la zona, en las sombras imprecisas y sofocadas del yihadismo, en la opresión de la mujer, en las dificultades de las inmigrantes tunecinas para sobrevivir en países como Francia y de nuevo en la soledad de una mujer viuda que esta vez entabla una cada vez más estrecha relación con una joven en situación ilegal. Personajes que nunca son lo que parecen, prejuicios que se dan la vuelta.


Hiam Abbass en “Rojo Oriental” se enfrenta al papel de una viuda tunecina  de costumbres tradicionales que mantiene una relación clásica y algo distante  con su única hija. Pero el amor por el baile, la ropa y la necesidad de salir de su soledad la llevan a las puertas de un Cabaret cercano donde descubre uno de sus talentos ocultos: la danza del vientre. La pasión por el mismo hombre, que podría haber sido el detonante de una tragedia en toda regla, va a ser el detonante de la fusión entre los mundos encontrados de mujeres que han interiorizado los valores patriarcales y de sus hijas que ya no viven de la misma forma o con idéntica resignación esos condicionantes culturales. Este mismo esquema se vuelve más grave en “Foreing Body” donde la mujer mayor acoge en su casa a una joven sin papeles que busca trabajo y obtener la nacionalidad  francesa a la vez que desprenderse del pasado marcado por su hermano y por un hombre joven que viene del pasado que va a entrar de forma brusca en la vida de ambas mujeres.

La soledad de la protagonista se reproduce en distintos escenarios y bajo diferentes parámetros, adoptando formas más suaves, insidiosas, aparentes y ligeras según se encuentre en la soledad de su hogar de viuda, en compañía de gente que parece juzgarla o en contacto con un mundo que teme y le fascina casi a partes iguales, descubriéndose a sí misma en la transición lenta pero implacable de unos escenarios a otros al tiempo que su posición en el mundo se vuelve más vital(ista) y abierta.

En “Rojo Oriental” con pocos planos la directora  nos describe la situación de la mujer frente a la resignación y  la viudedad para pasar pronto al espacio del Cabaret, el mercado y los pisos donde la protagonista trata de mantener una doble vida entre la libertad y el rol impuesto de viuda sufriente y madre entregada. En la más reciente “Foreing Body”, premiada en el festival de Seattle,  el tono es más seco, duro,  furtivo, tenso, el ritmo más crispado y  la protagonista parece esconderse y a la vez trata de reafirmar su nuevo rostro y su nueva situación en un mundo que no la acoge exento de  recelo y prejuicios. Su relación con esa mujer madura que trata de olvidar a su marido va más allá de la amistad aunque acaba formando un triángulo amoroso con ese joven tunecino encarnado por Salim Kechioche, que formó parte del mismo grupo islámico al que perteneció su hermano. La joven desgarrada entre su situación ilegal  y su búsqueda de una personalidad propia se presenta como la protagonista de “Rojo oriental” como una mujer escindida y a la vez valiente, enfrentada a prejuicios de varias culturas y sociedades, aunque si allí el tono era casi de “comedia musical” aquí nos acercamos más al drama familiar, al intimismo desgarrado y casi al thriller psicológico.

El significado de la ropa,  la música, las diferentes músicas la feminidad, las feminidades distintas,   la objetualización de la mujer y la necesidad de guardar las apariencias en pequeñas comunidades vecinales son algunos de los temas que aborda este musical que oscila entre la comedia de costumbres, el musical y el drama familiar.

sábado, 23 de diciembre de 2017

NAVIDADES Y QUEERCULTURAS. NOVEDADES











NOVEDADES LITERARIAS:

-LO NUESTRO SI QUE ES MUNDIAL (de Ramón Martínez) (Editorial Egales)

-ENSAMBLAJES TERRORISTAS. HOMONACIONALISMO EN TIEMPOS QUEER (de Jasmin Puar) (Ediciones Bellaterra)

-THE SMITHS. MÚSICA POLÍTICA Y DESEO (Ediciones Errata Naturae)

-INFIELES (de Abdela Taia) (Cabaret Voltaire)

-DIOS NO VIVE EN LA HABANA (de Yashmina Khadra)

-MAÑAN HABLARAN DE NOSTROS (Cuentos cubanos) (Editorial Dos Bigotes)

-BARBARISMOS QUEER (Raquel Platero com.) (Bellaterra)

-TENNESSE WILLIAMS EN TANGER (de Mohamed Chukri) (Editorial Cabaret Voltaire)

-LA LIBERTAD ES UNA BATALLA CONSTANTE (de Angela Davis) (Capital Swing)

-LEJOS DE AQUI (de Eduardo Fuembuena)

-MARICONCITOS (de Emma Teummer) (disponible en Internet)


CINE

-HANDIA

-INCIERTA GLORIA

-CALL ME BY YOUR NAME

-UNCLE HOWARD

-I´M NOT YOUR NEGRO

-HEDI

-LOVELESS

-UNA MUJER FANTÁSTICA

-120 BATTEMENTS PAR MINUTTE

-MARAVILLOSO BOCCACCIO

-ANIMALES NOCTURNOS

-BAR BAAR

-CUANDO TIENES 17 AÑOS

-UNA HISTORIA DE LOCOS


viernes, 22 de diciembre de 2017

YA DISPONIBLE ONLINE "MARICONCITOS: FEMINIDADES DE NIÑOS" compilado por Emma Theumer y Juanma Burgos










Dos niños jugando a las visitas, tomando el té con (m) Alicia, el señor conejo y el sombrerero viejo-loco. Dos niños maricas moviendo exageradamente las manos mientras conversan de temas menores. Dos niños afeminados con toallones o fundas de almohada en la cabeza se cuentan sus desventuras. Cien mariconcitos de este tamaño, todos de fiesta. Bailando, desfilando, actuando.  Felices porque nadie  los ve, radiantes porque han imaginado un público a la altura de lo que necesitan para llegar a adultas. Un niño rodeado por un puñado de niñas que lo aceptan y rechazan alternadamente. Un niño marica solo en el medio del patio, del barrio, del pueblo, del mundo. Un niño marica cercado por hombrecitos con remera de fútbol.

Dos niños jugando a un mismo juego de niñas, a trescientos cincuenta y siete kilómetros de distancia, advirtiéndose sin conocerse, imaginándose sin garantías. Volviéndose conscientes para volverse más tarde destino, contra todo pronóstico psicoanalítico, porque después de la ilusión no siempre sigue la caída. Así nos gusta pensar que surgió “Mariconcitos”, allá en la infancia: si “infans” significa “el que (todavía) no habla”, queremos que este encuentro forjado por el deseo y por el escarnio nos reúna –niños mariconcitos que fuimos y que también somos– para ponerle palabras a esos placeres y a esas censuras que nos habitaron.

Nunca ha sido una tarea sencilla recuperar nuestras infancias maricas, narrarlas, volverlas palabra, texto e imagen, volverlas decibles. En breve, volverlas cuerpo. La apuesta involucra –como receta Manuelita Trasobares para que una vida sea vivible– color y dolor: traer a la presencia nuestras feminidades de niños, nuestras mariconeadas de infancia, nuestra infancia maricona. A todas las que  le pusieron el cuerpo a este proyecto escritural, nuestro  agradecimiento y la potencia alegre de la que está hecha toda celebración.




 En el afecto, Emma y Juanma.

"LO NUESTRO SI QUE ES MUNDIAL": ENTREVISTA A RAMÓN MARTÍNEZ




Por Eduardo Nabal



Ramón Martínez (Madrid, 1982) es doctor en filología por la Universidad Complutense de Madrid, activista para la erradicación de la homofobia y escritor. Fue finalista del Premio Odisea de Narrativa con su primera novela Esta noche tú decides (2007), y autor de La cultura de la homofobia y cómo acabar con ella (2016), un manual que analiza pormenorizadamente cómo funciona el odio y la discriminación hacia la diversidad sexual y de género.

Tenemos la responsabilidad de asegurar el crecimiento de una nueva generación activista que por primera vez tenga un acceso fácil a su propia genealogía: por eso me pareció importante escribir "Lo nuestro sí que es mundial"

 

“Lo nuestro sí que es mundial” es uno de los libros más exhaustivos, al menos hasta la fecha, sobre el activismo LGTB+ en el estado español. Pero empecemos por el principio tú mismo no te sientes cómodo con la utilización indiscriminada de estas siglas.

            Ramón Martínez: No suele gustarme tratar de resumir todo un movimiento social que persigue la erradicación de la discriminación hacia la diversidad sexual y de género bajo cuatro simples siglas por varios motivos: por un lado utilizarlas como forma de aglutinar a todo un conjunto polimorfo de personas, con sus particulares sensibilidades y vivencias de la sexualidad el género, es excesivamente reduccionista; creo que mucha gente a cuyas necesidades hemos de dar respuesta como movimiento se queda fuera de esas cuatro letras. Por otra parte hay un conflicto ideológico y un conflicto histórico: cuando hablamos de «políticas LGTB» afrontamos un discurso fundamentado en la identidad, en cuatro identidades concretas, y no todas las ideologías de este movimiento coinciden en esa estrategia identitaria, ni ahora mismo ni a lo largo de la historia de lo que hoy llamamos «movimiento LGTB», que en su día recibió otros nombres, quizá más interesantes, cuando reivindicaba la «liberación sexual».

-Nos explicas la dificultad de un proyecto tan amplio y donde pusiste tu frontera.

            Ramón Martínez: El proyecto del libro, cuando empecé a investigar, consistía fundamentalmente en ofrecer una visión general sobre la historia de este movimiento social que recuperase una genealogía reivindicativa que me temo va quedando olvidada con cada nueva generación que se incorpora a sus filas. La dificultad era evidente: yo mismo tenía que informarme de muchos sucesos de los que mi generación jamás ha escuchado hablar, y que resultan claves para entender cómo se articulan hoy los diferentes puntos de vista sobre cómo llevar a cabo la reivindicación. Luego me encontré una dificultad esperable: resumir todo de tal modo que pudiera explicarse bien en un libro que intentaba ser breve. Esa fue la frontera, tratar de hacer una introducción sencilla, de 350 páginas, presentando la historia de un movimiento social que debería ser desarrollada -y recuperada- en varios tomos. Queda aún muchísimo por contar, y habrá que seguir contándolo.

-El autor es muy respetuoso, apasionado y a la vez imparcial. Eso da puntos al libro pero también uno piensa que a veces “hay que escribir con rabia”. ¿Has intentado ser “neutral” o simplemente te ha salido así?

            Ramón Martínez: He sido muy cuidadoso con la redacción. Tengo unos puntos de vista personales muy particulares sobre este movimiento social que llamamos nuestro y que creo que es patrimonio común de la humanidad, pero entendí que lo que debía primar en este libro no eran mis lecturas subjetivas, sino tratar de ofrecer a quien quiera acercarse a mis páginas una visión lo más objetiva posible del devenir histórico de una reivindicación ya centenaria. La «neutralidad» es deliberada, y he intentado ser tan objetivo como he sido capaz de conseguir. Considero que para poder ofrecer mis propias consideraciones hará falta otro volumen, porque la intención de este era, fundamentalmente, ofrecer los hechos tal como sucedieron. Puede que ahora sea el momento de que, con Lo nuestro sí que es mundial en la mano, podamos reestablecer interesantes debates donde defender, o seguir defendiendo, nuestras visiones particulares de la reivindicación sobre sexualidad y género.

-Marcas un punto de inflexión en el matrimonio gay. Eso ha ocurrido en muchos países del mundo pero en todos hay voces críticas con respecto no solo al ensueño de “una revolución sexual más allá de lo heteronorma” sino también hacia el peligro de una desmovilización de cara a otras demandas también importantes que precisamente han aumentado como consecuencia de la actual desestructuración económica (la precarización, la plumofobia, la violencia, el auge de la extrema derecha, el racismo dentro de nuestra propia comunidad, la despatologización trans…)

            Ramón Martínez: La consecución del derecho al matrimonio para las parejas del mismo sexo ha resultado, y sigue resultando según se reconoce en diferentes países, un punto de inflexión evidente. La igualdad legal no deja de ser un avance impresionante, y siempre he pensado que resulta muy útil estratégicamente para disponer de una relativa posición de poder desde la que reivindicar otras cuestiones. El problema es que desde hace más de una década en España, y vamos viendo que también en otros lugares donde se aprueba, el Matrimonio Igualitario conlleva una considerable desmovilización: parece que se hubiera interpretado como un fin en sí mismo, cuando realmente hemos de plantearlo como una estrategia más en el camino hacia la consecución de otros objetivos mucho más importantes. Personalmente considero que el objetivo último ha de ser la erradicación de todas las violencias que se dirigen contra todas las personas cuya sexualidad y expresión de género se apartan de lo normativo y, para alcanzar ese punto el matrimonio resulta útil, claro está, pero no creo que sea un objetivo en sí mismo. Considerarlo así, y darnos por venidos, no solo reduce el discurso reivindicativo a una expresión mínima: denota una preocupante falta de imaginación sobre el mundo que pretendemos construir, porque entre las consecuencias del Matrimonio Igualitario no solo está la igualdad legal: también se esconde el peligro de la incorporación a la heteronorma y una des-movilización preocupante.





-Hay una idea interesante y es la necesidad de construir memoria para encarar el futuro. ¿Cómo crees que es posible dejar paso a las nuevas generaciones de pensadores y activistas sin abandonar del todo la lucha? Te lo pregunto desde una posición personal. Yo he aprendido mucho de otras personas pero hay experiencias que personales que “determinan la conciencia”. ¿Crees que es necesario construir o reconstruir una identidad “marica” para este milenio que viene?

            Ramón Martínez: Nuestra cualidad como personas heterodoxas en cuanto a la sexualidad y el género conlleva una peligrosa maldición: como personas no heterosexuales estamos condenadas a la carencia de genealogía, de referentes entre la generación que nos precede. Por eso la visibilidad sigue siendo tan relevante. Construir, o reconstruir, una memoria colectiva me parece una obligación ética no solo para reconocer los trabajos y padecimientos de quienes estuvieron antes, sino, y es aún más importante, para intentar asegurar a quienes vendrán después un bagaje cultural que puedan tomar como punto de partida para construir su forma de plantear el mundo; una tradición de la que no se hayan eliminado interesadamente planteamientos y puntos de vista que pueden resultarles útiles. En cuanto a lo puramente político, creo que nuestras experiencias han determinado nuestra forma de plantear la reivindicación, pero considero que es una obligación de nuestra generación garantizar que la siguiente podrá contar no solo con sus propias experiencias sino con el recuerdo de las nuestras y de las anteriores.


Tenemos la responsabilidad de asegurar el crecimiento de una nueva generación activista que por primera vez tenga un acceso fácil a su propia genealogía: por eso me pareció importante escribir Lo nuestro sí que es mundial. Lo que hagamos ahora, y lo que se haga en el futuro con el eterno debate identitario creo que será muy diferente dependiendo de cómo articulemos el cambio generacional, que en el «movimiento LGTB» se ha caracterizado por la ruptura. Y, en todo caso, hay algo que me preocupa mucho más que cómo construir, deconstruir o reconstruir nuestras identidades, si estas son útiles o no: estamos viviendo hoy una gran eclosión de nuevas identidades, y quizá nos estemos deteniendo en su valor aislado sin recordar que no son más que estrategias para conseguir una transformación social. Me preocupa sinceramente que este movimiento social que aspiraba a construir un mundo libre de violencias haya perdido la imaginación para delimitar sus objetivos a largo plazo y camine entretenido, despistado dentro de una curiosa des-movilización reivindicativa, planteando cuestiones que quizá nos alejen de la victoria final, que creo que debe ser una absoluta revolución en nuestra forma de vivir la sexualidad y el género.

jueves, 21 de diciembre de 2017

CLASICOS QUEER: UN CUENTO DE NAVIDAD por Javier Sáez


 
 


 “José era carpintero, judío y gay. Haciendo uso de sus conocimientos, se había fabricado un gran armario en Belén, en el que vivía con su amiga María, al abrigo de la persecución homófoba que había desatado el imperio romano contra los homosexuales y los judíos de Jerusalén. María no había conocido varón, era lesbiana, y había decidido tener un hijo por inseminación artificial con el esperma de su mejor amigo, José. Ahora se encontraba a punto de dar a luz en el armario de Belén. La noticia corrió por el ambiente y llegó hasta los rincones más alejados de Oriente.

 
En el Kurdistán vivía el antiguo rey Melchor, que había sido destronado por los turcos cuando invadieron el país. Melchor tenía 50 años, llevaba una larga barba blanca que cubría un torso ancho lleno de vello que hacía las delicias de los pastorcillos kurdos. Había conocido a José en el cuarto oscuro de un bar de Ereván, la capital de Armenia, y sabía que él y su amiga María esperaban un niño, así que decidió ir a verles para celebrar con ellos el alumbramiento. Se montó en su camello con algunos regalos -una chupa de cuero para María, una botella de popper de Kazajstán para José y la última edición en pergamino del Planeta Marica- y se encaminó hacia Belén. Al llegar a un oasis en el desierto de Palestina Melchor hizo una parada para ir a mear junto a una palmera, y en ese momento se encontró con un hombre de hermosos bigotes, ya entrado en años, que estaba meando a su lado y que le miraba insistentemente. Melchor le invitó a pasar la noche con él en su tienda. Durante la cena el hombre le explicó que se llamaba Gaspar, era palestino y había sido rey. Casualmente también conocía a José y la noticia del parto, y en ese momento se encaminaba a Belén para conocer al niño y darles algunos presentes: opio iraní de la mejor calidad para ella y telas de Palestina para él. Melchor y Gaspar pasaron una apasionada noche de amor en el oasis, y decidieron ir juntos a Belén.

 

A los pocos días Melchor y Gaspar llegaron a Jerusalén, y decidieron ir a una sauna a descansar. En esos días de invierno la sauna era muy visitada, pues era un lugar cálido y tranquilo donde charlar y disfrutar. Melchor y Gaspar repararon inmediatamente en un hombre grande, de piel muy oscura y barriga peluda, que les fascinó de inmediato. Se acercaron a él con ánimo de conocerle,  y  les  dijo  que  se  llamaba Baltasar,  era  uzbeko,  rey   de  una  tribu  del   norte  de Afganistán, y había huido de la represión que habían desatado allí la secta de los tulipanes contra las mujeres y los gays. Decidió dirigirse a Belén a ver a su amiga María, de la que sabía que estaba encinta, y le llevaba como regalo tres caballos árabes y un improvisado disfraz de drag-king. Entre los tres cundió un gran regocijo al descubrir la casualidad de conocer a José y María, y lo celebraron pasando la noche juntos.

 

Eran aquellos los días del rey Heterodes, quien gobernaba toda Judea con una gran homofobia. Un espía del rey había oído la conversación sobre María en la sauna, y se lo comunicó a Heterodes. Éste no podía soportar la idea de que una mujer lesbiana tuviera un hijo, así que decidió urdir un plan para matarle. Hizo llamar en secreto a Melchor, Gaspar y Baltasar y les interrogó sobre el nacimiento del niño, con la excusa de que quería ir él también a adorarle. Así que les pidió que una vez que le hubieran visto, volvieran para decirle el lugar de su nacimiento. Los Reyes Magos conocían la fama de Heterodes y, desconfiando de sus intenciones, partieron hacia Belén sobre sus camellos sin decirle su destino.

 

La noche siguiente hicieron un alto para dormir en la montaña y vieron en el cielo una luz muy brillante que se acercaba hacia ellos. Era un gran trineo tirado por  renos alados, y guiado por un hombre grueso, con hermosos cabellos y barbas del color de los osos polares, vestido de terciopelo de color rojo. El hombre descendió desde el cielo hasta donde estaban los tres reyes y les miró, admirando la belleza de sus cuerpos y de sus rostros. Se llamaba Santa Claus, o Papá Noel, y pertenecía a una ONG finlandesa de gays y lesbianas. Los reyes se fijaron de inmediato en el paquete de Papá Noel, y le preguntaron sobre su contenido. Él les contestó que había oído la buena nueva del nacimiento del hijo de María, a la que conocía, y que en el paquete llevaba las obras completas de Tom de Finlandia y de Monique Wittig como regalo. Los Reyes Magos encendieron una hoguera  e invitaron a Santa Claus a quedarse con ellos a cenar.  Éste aceptó, y, tras la cena, les invitó a degustar distintos licores lapones que llevaba en su trineo. Los vapores etílicos calentaron sus cuerpos y les animaron al baile y al canto, y finalmente al amor.

 

Al día siguiente Papá Noel y los tres reyes se encaminaron a Belén. En el camino vieron a un grupo de cuatro pastorcillas que iban en su misma dirección, y que resultaron ser amigas de María. Iban también a verla por el nacimiento de su hijo, y le llevaban un carro como presente, dado que, según comentaron las pastoras, a María le gustaba mucho conducir todo tipo de vehículos. Ya al anochecer divisaron en el fondo de un valle la silueta de un gran armario, en el que estaban José, María y el niño, al que llamaron Emmanuelle, en homenaje a una famosa actriz de teatro asiria. María estaba apostada en la puerta del armario, de pie, con su cayado en la mano derecha, vestida con pantalones de piel y una pelliza de borrego; José, que cubría su cuerpo con una túnica de color verde oliva, estaba sentado dentro y llevaba en sus brazos a Emmanuelle, al que cantaba canciones de cuna con su voz grave y dulce, mientras el niño jugaba enredando sus pequeños dedos en las barbas negras del carpintero.

 

 

Cuando María vio llegar a tantos amigos juntos, tiró el bastón al aire y fue a su encuentro riendo. Los reyes magos fueron a buscar a José y le animaron a salir del armario. Éste, sorprendido por la visita, dio un grito de alegría y salió al aire libre con el niño para abrazar a sus viejos amigos.  María propuso hacer una fiesta y disfrutar de los regalos. Pasaron la noche comiendo y bebiendo, Papá Noel recitó las viejas sagas islandesas con la voz adormecida por el opio, Baltasar bailó en honor de todos danzas de su tierra, rodeando al grupo con un círculo hecho con las telas de Gaspar, María cantaba poemas de Safo subida en uno de los caballos, mientras las pastoras, desde el carro, tocaban instrumentos de cuerda y percusión al ritmo de sus versos. Melchor y José mezclaban todo tipo de bebidas con abrazos, besos y recuerdos

BOLLOTECA: "CARAMEL" DE NADINE LABAKI. UN CORAZÓN EN BEIRUT


 

 

 

 

Dedicada “A mon Beirut”, “Caramel” de Nadine Labaki  tal vez no es un gran filme pero es indiscutiblemente un hermoso filme, de esos que se ven con agrado y dejan una impresión de ternura, lirismo y humor. Cinco mujeres, una peluquería, un lugar empobrecido, un mundo  donde ellas son capaces de compaginar los momentos de diversión, crispación  y tristeza. Rodada en tonos cálidos, interpretada con desenvoltura y con una hipnótica banda sonora, “Caramel” no es solo una reflexión intimista y desenfada sobre la condición de las mujeres en el Líbano sino también una mirada límpida sobre la feminidad, la solidaridad  y la amistad. No se nos presenta un mundo en guerra sino un microcosmos sencillo y  cotidiano, con diálogos llenos de frescura, conversaciones desenfadadas  y con un indiscutible talento para envolver al espectador y para hacerle sentirse en un mundo a la vez lejano y terriblemente cercano.

            ”Caramel” es la opera prima de una directora que narra un mundo que conoce bien, el de las mujeres de su país,  pero que no quiere mostrar el lado dramático de su condición –marcada por distintos tipos de violencia estructural-  sino los momentos de felicidad, dolor pasajero, enamoramiento y ternura, y  muestra  cómo la feminidad es vivida de diferentes formas por personas de diferentes edades y en mundos en los que el varón ocupa un lugar a la vez presente  y distante.

            “Caramel” es una historia de mujeres narrada por una mujer que expone cuestiones que afectan a las mujeres del mundo entero como  la sexualidad reprimida o expresada, la maternidad, la necesidad de aparentar, el miedo a envejecer… Lo mejor del filme es que sin grandes aspavientos nos da una visión optimista de un mundo que suele adquirir -al menos en las noticias- un tono trágico.  Es en ese salón de belleza donde Layal (interpretada por la propia Labaki) busca el amor en un hombre casado, donde Nisrin vive las presiones de la religión musulmana y donde Rima descubre que le atraen otras mujeres y que puede romper los prejuicios heredados. Pequeños detalles, motivos visuales, que se repiten como en una sinfonía plástica,  hacen de “Caramel” una pequeña delicia y un filme que se agradece en unas pantallas bombardeadas por las nominaciones a los  Oscars. Un canto a la capacidad de las mujeres para compartir y salir adelante a pesar de los muchos obstáculos y de las enormes diferencias de personalidad y talante entre ellas. Un vistazo agradable a otra cultura que se nos revela, pese a todo, increíblemente próxima. Temas como la virginidad antes del matrimonio, el tabú de la infidelidad, el descubrimiento del lesbianismo, el peso impreciso de la religión, la nueva visión a mundos no fáciles de catalogar, la dignidad dentro de la pobreza, la vejez y la búsqueda de la autenticidad quedan plasmadas en un fresco lleno de poesía y lirismo.

 Premiada por el Público en el Festival de San Sebastián, puede decirse que  estamos ante un filme pequeño en sus dimensiones pero grande en su alcance íntimo.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

CINE QUEER: THE BUBBLE: ROMEO Y JULIETA EN LOS TERRITORIOS OCUPADOS


 


 





 

“THE BUBBLE” de Eytan Fox

 

por Eduardo Nabal


 

El mar está aquí detrás, pero no lo puedes ver. Los idiotas europeos que construyeron la ciudad no sabían mucho sobre el mar Mediterráneo. La construyeron de espaldas al mar. Las calles son paralelas al mar y bloquean la brisa. Los altos hoteles lo bloquean todo y, por eso  no hay aire”

 

                                                                    Noam (Ohad Kholler)

 

“The Bubble”, el último trabajo de Eytan Fox, es la historia de un encuentro entre dos hombres en un mundo que los separa  a través de una frontera implacable y sangrienta: el conflicto de Oriente Medio. Noam (Ohad Kholler) y Ashraf (Yousef 'Joe' Sweid) se ven por primera vez en un puesto de control, en un momento trágico de sus vidas,  marcado por la crispación. La violencia del colonizador, la mirada inquisitiva del colonizado, las imágenes de tono semidocumental, los torsos y los cuerpos. Pero ese encuentro, como nos dice el director a través de sus miradas, va a prolongarse a lo largo de la historia. Una historia de amor que se ve truncada por el encuentro entre el oprimido y el opresor.

 

Ashraf llega al piso situado en el área de  Sheikin donde viven Noam, Yeli y Lulú tres jóvenes israelíes que tratan de dar la espalda a un conflicto que sacude sus vidas. El joven palestino comienza un romance con Noam, una historia de amor con ecos shakesperianos  que tiene como marco los bares, las calles, las tiendas, los teatros, los recuerdos de Tel Aviv.  Este amor no puede tener un final feliz y cada gesto nos dice que ese encuentro casual, ese romance que crece va a estallar como una burbuja. Todo el filme, simpático, dinámico y colorista, está plagado de oscuros presagios que se materializan de forma sutil. Ashraf y Noam ven juntos “Bent”, el clásico de Martin Sherman, una obra de teatro sobre el holocausto y los prisioneros judíos y gays que simboliza el pasado del que vienen, el presente que va a desgarrarlos  y el futuro  negro que se avecina, particularmente para el joven palestino, expulsado desde niño de Jerusalén. El hombre bomba, el hombre ante las noticias, la mujer reportera, el camaleón, las heridas del pasado y la desesperanza ante un futuro paradisiaco que nunca se materializa. La sombra del holocausto vuelve a aparecer en este filme aunque esta vez Fox se adentra, de un modo algo tímido y esquemático pero ya innegable, en el holocausto del pueblo palestino a través de una historia de amor que acaba adquiriendo abismales ecos sociales y humanos.

 

 El cine de Eytan Fox es un cine delicado y sensual (desde sus primeros cortos hasta el éxito de “Yossi & Jagger” y “Caminar sobre las aguas”, dos títulos que traspasaron  fronteras internacionales), donde se reivindica la homosexualidad y se cuestiona la masculinidad dominante, reforzada por el ejército  y los roles de género, pero donde también se abordan otros temas que atraviesan su personalidad dentro y fuera de las pantallas: un lugar y un ápice de dignidad para los palestinos, un futuro para una juventud israelí militarizada o alineada, una salida para una sociedad esquizofrénica, el recuerdo del holocausto, el nuevo holocausto contra el pueblo colonizado…No obstante, su última película vista con atención está llena de trampas argumentales, tintes nacionalistas y propagandísticos- a pesar de su crítica, su pacifismo  y su posicionamiento por “dos estados”-  y su belleza está basada en un montón de imposturas, sin negarle a Fox su talento como mezclador de formatos y texturas.

 

La historia de amor nos muestra como el amor y la sexualidad son vividas de manera distinta en las dos culturas,   enfrentando el hedonista Tel-Aviv con sus bares de ambiente, sus tiendas de discos, sus restaurantes, sus teatros… con  el mundo empobrecido y amenazado  donde ha crecido el joven palestino con sus rituales y su orgullo herido.

 

Tal vez Noam y Ashraf se conocieron de pequeños en ese  parque donde las madres judías llevaban a los niños, y donde las  mujeres árabes dejaron de llevar a los suyos. Todo el filme está construido como una tragedia en toda regla, como un poema angustioso donde no faltan las situaciones de comedia y los ribetes del melodrama clásico. Tampoco faltan  los guiños a sus filmes anteriores (con la presencia del cantante  Ivri Lider y el actor Lior Askenazi  en pequeños  pero significativos cameos) y un tono cálido y humanista que caracteriza a todos los filmes de Fox y Uchovsky.

 

La historia con mayúsculas va a convertir ese encuentro fortuito, esa historia de amor y humor  en una tragedia en toda regla. El filme estalla ante nuestros ojos y al final no sabemos si estamos ante una tragedia realista o ante un ensueño delicado y tierno, ante un encuentro imaginado o ante un ápice de vida. Las noticias, el encuentro, los negocios. “The Bubble” es un paseo por el amor y la muerte donde se demuestra que Fox y Uchovsky son capaces de convertir en lirismo el material más duro e inflamable. El final está construido para que el espectador se emocione, un registro que Fox domina con sabiduría, bordeando lo cursi con ciertos rasgos homonacionalistas y poco creíbles pero logrando superarlo a través de la fuerza de la combinación de palabra, música e imágenes.

martes, 19 de diciembre de 2017

DISCURSOS TENDENCIOSOS SOBRE LA INMIGRACIÓN EN CATALUÑA: MIGRACIONES Y RACISMOS







Por Brigitte Vasallo

 

Veo que esta foto ha circulado mucho y me sorprende cómo este discurso puede articularse tanto por parte de independentistas como por parte, sobre todo, del Partido Popular  y que nadie se moleste. Me explico: los y las migrantes no tenemos nada que agradecer a los lugares de llegada. Somos fuente de riqueza y de enriquecimiento, y uso el plural no por mí, que no he migrado, sino por mis padres, que sí lo hicieron, y varias veces. Es un plural charnego.
A Catalunya en los 50-60 llegaron migraciones internas que venían como mano de obra barata para levantar la industria catalana. Fuimos obreros, vivimos en barracas y barriadas y trabajamos a destajo para salir adelante.
Considerar que tenemos que estar agradecidas por lo que "se nos ha dado" enlaza con el discurso de que los y las migrantes vienen a robar el trabajo, a aprovecharse de los recursos y a usar la riqueza en su provecho.
Y no, ni antes ni ahora, las personas que llegamos a Catalunya vinimos a recibir, sino a dar. Vinimos a generar riqueza, no a recibirla. Y esto mismo va por España, que ya os veo capturando el discurso. Lxs migrantes y sus hijxs enriquecen a todo quisqui, al lugar de partida, al lugar de llegada, y solo recibimos palos de todo el mundo menos en época electoral, que se hacen hasta memes exigiéndonos amor a alguna de las patrias en disputa.
Así que tened cuidado de qué monstruos estamos alimentando, porque pasado el 21D tenemos que vivir con esos monstruos.

RESISTENCIA TRANSMARIBOLLO ANTE LA HETERRONAVIDAZ


domingo, 17 de diciembre de 2017

LA NAVIDAD NO ES PARA QUEERS por Lauren Gutterman






 Lauren Gutterman

 Para la mayoría de nosotros, el recuerdo Navidad en la posguerra en EEUU nos trae a la mente árboles cubiertos de guirnaldas, niñas y niños con pijamas a juego, papás con barba de Papá Noel, imágenes extraídas de viejas fotografías familiares o cosas como “¡Qué bello es vivir!” de Frank Capra.  Ausentes de estos recuerdos culturales familiares y familiares, están representados el aislamiento, la angustia y el alcoholismo que formaban parte de las representaciones “queer” de la Navidad a mediados del siglo.  Leer las historias y ensayos con temas navideños que aparecieron en las publicaciones de los primeros grupos de derechos LGTB estadounidenses ofrece una perspectiva diferente, una perspectiva, muchas veces, llena de sufrimiento.  Las ediciones navideñas de “The Mattachine Review”, The Ladder y ONE revelan la experiencia navideña de aquellos que están atrapados fuera de la familia nuclear blanca, de clase media y por excelencia.  Con pocas excepciones, estos boletines y revistas mostraron que la Navidad era un tiempo de lucha para los gays y las lesbianas que habían sido expulsados ​​de sus familias biológicas, abandonados por sus amantes y estigmatizados por sus iglesias.


 Estas publicaciones han sido un recurso importante para los historiadores interesados ​​en la política del movimiento homófilo, pero también tienen valor para los estudiosos interesados ​​en la historia de las emociones.  Las revistas homófilas ayudaron no solo a fomentar una lucha política, sino también “la moda” -en los términos de Raymond Williams-: una extraña estructura de sentimientos, es decir, una perspectiva compartida y una experiencia del mundo que desafiaba las opiniones tomadas como sentido común.  Con respecto a la temporada de vacaciones, estas publicaciones sugieren hasta qué punto la depresión se convirtió en una extraña tradición navideña generalizada.  No pretendo sugerir que estas revistas mostraran un espejo de la vida de gays y lesbianas en Navidad, que seguramente eran demasiado diversas para ser resumidas o agrupadas en un puñado de historias cortas y ensayos.  Más bien, tomadas en su conjunto, reflejan un intento de transmitir las formas particulares en que la Navidad se sintió diferente para el colectivo LGTB, vinculando así, aunque tenuemente, a gays y lesbianas como un grupo minoritario distinto y oprimido.



 La "Temporada solitaria" de Frank Golovitz, que apareció en ONE en 1957, sirve como un buen ejemplo aquí.  "Supongo que para al menos la mitad de los homosexuales en nuestra sociedad", escribió Golovitz, "la Navidad es la época más solitaria del año". En su ensayo, Golovitz pintó un retrato grupal de varios personajes gay y lesbianas estereotipados unidos en su lucha común. Para pasar las vacaciones  Está la bollera de 17 años que, rechazada por la mujer que ama y que no puede regresar a la familia que dejó atrás, pasa la Navidad atrapada en una desvencijada habitación de un hotel de Miami.  Está la vieja reina que disfraza su infelicidad festiva con el alcohol, el humor del campamento y las vacías afirmaciones de que la Navidad "es solo otro día". Está la lesbiana de mediana edad, larga y unida que lamenta: "¿Por qué no puedo tener un bebé como ¡ Otra cualquiera! “silencia su acogedora fiesta de Greenwich Village.  "¿Por qué estamos tratando de actuar tan feliz y normal?  ¡La Navidad no es para los homosexuales! ", explota. Es para personas “normales”, casadas, respetables y "sanas"”.



 En su patetismo absoluto, muchas de estas piezas intentaron replantear el blues festivo de gays y lesbianas, para sugerir que había algo de nobleza, alguna virtud similar a “Cristo” en su tristeza y sufrimiento.  "Con cada fiesta que va y viene, muero un poco", comenta un personaje lesbiano en “The Ladder” cuyo amante se ha vuelto catatónico después de matar accidentalmente a un anciano en un accidente automovilístico.  Su ritual anual de decorar el árbol de Navidad que ella y su amante ahora institucionalizado una vez compartieron, en las vacaciones que los unieron, sirve como un potente símbolo de su compromiso continuo con su amor.  Otra pieza de “Escalera” representa un encuentro de Nochebuena entre una lesbiana soltera y su ex/amante, ahora infelizmente casadas, con un esposo y tres hijos.  "Sin luces de Navidad, sin los sonidos de los niños me sentiría perdido y sola en el vacío", confiesa la mujer casada.  Su ex/amante, por otro lado, se enfrenta con más valentía y honestidad a la Navidad sola sin la seguridad que conlleva la conformidad.  "Lo único que quiero es la libertad de ser yo misma", declara.



 Como muchos estudiosos han señalado, con el surgimiento de la liberación gay, tales expresiones de tristeza y pérdida desaparecen de la vista, reemplazadas, al menos públicamente, con sentimientos más políticamente "útiles" de justa ira, afirmación, empoderamiento y orgullo.  Pero el extraño color azul, la imprecisa languidez de las fiestas ha persistido, e incluso han sido una fuente de teorización sobre la sexualidad.  Eve Kosoksy Sedgwick escribió en “Tendencies”, "Lo deprimente de la temporada de Navidad, ¿no es así?  - es que es el momento en que todas las instituciones están hablando con una sola voz; todos ellos -religión, estado, capital, ideología, domesticidad, los discursos del poder y la legitimidad- se alinean unos con otros de forma tan clara una vez al año”. Durante las vacaciones, "Navidad" y "la familia" se vuelven uno y lo mismo: están constituidos en y entre ellos.  Escribiendo desde los márgenes como homosexual identificado y como judía, Sedgwick sostuvo que lo fascinante y excitante de la sexualidad es la medida en que los cuerpos, las apariencias, las identidades, las experiencias y las fantasías de los individuos no se alinean tan fácilmente.  Es precisamente este desorden, esta inconsistencia, argumenta Sedgwick, que el concepto "queer" pretende enfocar.  En otras palabras, Navidad, entendida como institución, es lo contrario de queerness.