Ganadora
del Premio del Jurado en el Pasado Festival de Cannes aún es un misterio cual
va a ser verdadera la distribución en el
estado español de la película de Robin Campillo “120 pulsaciones por minuto”
una obra maestra del cine moderno, del cine político, del cine LGTB y del cine
europeo en general. Una de las películas más valientes rodadas en los últimos
años y el testimonio más certero sobre el nacimiento y la lucha de Act-Up, "Aids
Coalition to Uleash Power", un tipo de
activismo anti-sida, hoy casi olvidado o relegado a un segundo plano, que se
enfrentó a la inacción de los poderes públicos, la avaricia farmacéutica, el
poder médico, el conservadurismo y la homofobia de ciertos sectores sociales y
dio la voz a una serie de grupos a los que no llegaba la información haciendo
de la lucha contra la pandemia una cuestión social y política con la que
llenaron las calles. Un filme sobre la memoria, el amor, la pasión y la rabia
rodado con extraordinaria solidez dosificando la dureza y la ternura aunque con
pocas concesiones a la galería y sin pelos en la lengua. Una película que
tocará de distinta manera al público dependiendo de su edad o sus recuerdos
personales respecto a lo que en ella se cuenta pero que es difícil, dada su
altura cinematográfica, desde la ágil puesta en escena al inmenso trabajo de
protagonistas y secundarios, deje indiferente a nadie. Unas imágenes firmemente
hilvanadas que no cesan de interpelarnos
desde el drama, el cine sociopolítico, la denuncia, la ironía y la
ternura.
Una historia que pocas veces se ha contado tan de cerca y desde
dentro, incluyendo escenas casi documentales o documentales de manifestaciones,
acciones de protesta, sexo seguro, relaciones humanas y funerales políticos. Un
filme con alguna tentación por el melodrama y el didactismo, que tal vez abusa
del montaje alternado y cierto efectismo pero que logra evitarlos gracias a la
sabiduría del realizador y los guionistas (entre los que se incluye Philipe Mangeot) que depositan la confianza en los
jóvenes intérpretes y en la fidelidad a lo sucedido, a todas las
contradicciones y desgarros que también surgieron dentro del grupo de
activistas enfrentados a instituciones impermeables a sus demandas de vida y
esperanza. Un filme de combate y de recuerdos, compuesto como una vigorosa sinfonía
de verdades y silencios, con una respiración entrecortada, un testimonio
sincero y desgarrado que sigue golpeándonos con fuerza y del que, aún hoy,
cuando tanto se habla de “normalización” y se trata de domesticar los
discursos, sigue golpeándonos con idéntica fuerza. Cine en estado puro y un
pedazo de historia de historias narrado desde
las trincheras del amor y la cólera.
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