Dedicada “A mon Beirut”, “Caramel” de Nadine Labaki tal vez no es un gran filme pero es
indiscutiblemente un hermoso filme, de esos que se ven con agrado y dejan una
impresión de ternura, lirismo y humor. Cinco mujeres, una peluquería, un lugar
empobrecido, un mundo donde ellas son
capaces de compaginar los momentos de diversión, crispación y tristeza. Rodada en tonos cálidos,
interpretada con desenvoltura y con una hipnótica banda sonora, “Caramel” no es
solo una reflexión intimista y desenfada sobre la condición de las mujeres en
el Líbano sino también una mirada límpida sobre la feminidad, la solidaridad y la amistad. No se nos presenta un mundo en
guerra sino un microcosmos sencillo y
cotidiano, con diálogos llenos de frescura, conversaciones
desenfadadas y con un indiscutible
talento para envolver al espectador y para hacerle sentirse en un mundo a la
vez lejano y terriblemente cercano.
”Caramel”
es la opera prima de una directora
que narra un mundo que conoce bien, el de las mujeres de su país, pero que no quiere mostrar el lado dramático
de su condición –marcada por distintos tipos de violencia estructural- sino los momentos de felicidad, dolor
pasajero, enamoramiento y ternura, y
muestra cómo la feminidad es
vivida de diferentes formas por personas de diferentes edades y en mundos en
los que el varón ocupa un lugar a la vez presente y distante.
“Caramel”
es una historia de mujeres narrada por una mujer que expone cuestiones que
afectan a las mujeres del mundo entero como la sexualidad reprimida o expresada, la
maternidad, la necesidad de aparentar, el miedo a envejecer… Lo mejor del filme
es que sin grandes aspavientos nos da una visión optimista de un mundo que
suele adquirir -al menos en las noticias- un tono trágico. Es en ese salón de belleza donde Layal
(interpretada por la propia Labaki) busca el amor en un hombre casado, donde
Nisrin vive las presiones de la religión musulmana y donde Rima descubre que le
atraen otras mujeres y que puede romper los prejuicios heredados. Pequeños
detalles, motivos visuales, que se repiten como en una sinfonía plástica, hacen de “Caramel” una pequeña delicia y un
filme que se agradece en unas pantallas bombardeadas por las nominaciones a
los Oscars. Un canto a la capacidad de
las mujeres para compartir y salir adelante a pesar de los muchos obstáculos y
de las enormes diferencias de personalidad y talante entre ellas. Un vistazo
agradable a otra cultura que se nos revela, pese a todo, increíblemente
próxima. Temas como la virginidad antes del matrimonio, el tabú de la
infidelidad, el descubrimiento del lesbianismo, el peso impreciso de la
religión, la nueva visión a mundos no fáciles de catalogar, la dignidad dentro
de la pobreza, la vejez y la búsqueda de la autenticidad quedan plasmadas en un
fresco lleno de poesía y lirismo.
Premiada por el Público en el Festival de San
Sebastián, puede decirse que estamos
ante un filme pequeño en sus dimensiones pero grande en su alcance íntimo.
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