“THE BUBBLE” de Eytan Fox
por Eduardo Nabal
El mar está aquí detrás, pero no lo
puedes ver. Los idiotas europeos que construyeron la ciudad no sabían mucho
sobre el mar Mediterráneo. La construyeron de espaldas al mar. Las calles son
paralelas al mar y bloquean la brisa. Los altos hoteles lo bloquean todo y, por
eso no hay aire”
Noam
(Ohad Kholler)
“The
Bubble”, el último trabajo de Eytan Fox, es la historia de un encuentro entre
dos hombres en un mundo que los separa a
través de una frontera implacable y sangrienta: el conflicto de Oriente Medio.
Noam (Ohad Kholler) y Ashraf (Yousef 'Joe' Sweid) se ven por primera vez en un
puesto de control, en un momento trágico de sus vidas, marcado por la crispación. La violencia del
colonizador, la mirada inquisitiva del colonizado, las imágenes de tono
semidocumental, los torsos y los cuerpos. Pero ese encuentro, como nos dice el
director a través de sus miradas, va a prolongarse a lo largo de la historia.
Una historia de amor que se ve truncada por el encuentro entre el oprimido y el
opresor.
Ashraf
llega al piso situado en el área de
Sheikin donde viven Noam, Yeli y Lulú tres jóvenes israelíes que tratan
de dar la espalda a un conflicto que sacude sus vidas. El joven palestino
comienza un romance con Noam, una historia de amor con ecos shakesperianos que tiene como marco los bares, las calles,
las tiendas, los teatros, los recuerdos de Tel Aviv. Este amor no puede tener un final feliz y
cada gesto nos dice que ese encuentro casual, ese romance que crece va a
estallar como una burbuja. Todo el filme, simpático, dinámico y colorista, está
plagado de oscuros presagios que se materializan de forma sutil. Ashraf y Noam
ven juntos “Bent”, el clásico de Martin Sherman, una obra de teatro sobre el
holocausto y los prisioneros judíos y gays que simboliza el pasado del que vienen, el presente que va a
desgarrarlos y el futuro negro que se avecina, particularmente para el
joven palestino, expulsado desde niño de Jerusalén. El hombre bomba, el hombre
ante las noticias, la mujer reportera, el camaleón, las heridas del pasado y la
desesperanza ante un futuro paradisiaco que nunca se materializa. La sombra del
holocausto vuelve a aparecer en este filme aunque esta vez Fox se adentra, de un
modo algo tímido y esquemático pero ya innegable, en el holocausto del pueblo
palestino a través de una historia de amor que acaba adquiriendo abismales ecos
sociales y humanos.
El cine de Eytan Fox es un cine delicado y
sensual (desde sus primeros cortos hasta el éxito de “Yossi & Jagger” y
“Caminar sobre las aguas”, dos títulos que traspasaron fronteras internacionales), donde se
reivindica la homosexualidad y se cuestiona la masculinidad dominante, reforzada
por el ejército y los roles de género, pero
donde también se abordan otros temas que atraviesan su personalidad dentro y
fuera de las pantallas: un lugar y un ápice de dignidad para los palestinos, un
futuro para una juventud israelí militarizada o alineada, una salida para una
sociedad esquizofrénica, el recuerdo del holocausto, el nuevo holocausto contra
el pueblo colonizado…No obstante, su última película vista con atención está
llena de trampas argumentales, tintes nacionalistas y propagandísticos- a pesar de su crítica, su
pacifismo y su posicionamiento por “dos
estados”- y su belleza está basada en un
montón de imposturas, sin negarle a Fox su talento como mezclador de formatos y
texturas.
La
historia de amor nos muestra como el amor y la sexualidad son vividas de manera
distinta en las dos culturas,
enfrentando el hedonista Tel-Aviv con sus bares de ambiente, sus tiendas
de discos, sus restaurantes, sus teatros… con
el mundo empobrecido y amenazado
donde ha crecido el joven palestino con sus rituales y su orgullo
herido.
Tal
vez Noam y Ashraf se conocieron de pequeños en ese parque donde las madres judías llevaban a los
niños, y donde las mujeres árabes
dejaron de llevar a los suyos. Todo el filme está construido como una tragedia
en toda regla, como un poema angustioso donde no faltan las situaciones de
comedia y los ribetes del melodrama clásico. Tampoco faltan los guiños a sus filmes anteriores (con la
presencia del cantante Ivri Lider y el
actor Lior Askenazi en pequeños pero significativos cameos) y un tono cálido
y humanista que caracteriza a todos los filmes de Fox y Uchovsky.
La
historia con mayúsculas va a convertir ese encuentro fortuito, esa historia de
amor y humor en una tragedia en toda
regla. El filme estalla ante nuestros ojos y al final no sabemos si estamos
ante una tragedia realista o ante un ensueño delicado y tierno, ante un
encuentro imaginado o ante un ápice de vida. Las noticias, el encuentro, los
negocios. “The Bubble” es un paseo por el amor y la muerte donde se demuestra
que Fox y Uchovsky son capaces de convertir en lirismo el material más duro e
inflamable. El final está construido para que el espectador se emocione, un
registro que Fox domina con sabiduría, bordeando lo cursi con ciertos rasgos
homonacionalistas y poco creíbles pero logrando superarlo a través de la fuerza
de la combinación de palabra, música e imágenes.
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