Desde
el principio el VIH y el SIDA fueron cuestiones políticas. La película recién
estrenada “120 pulsaciones por minuto” de Robin Campillo nos recuerda la
historia de Act-Up París y su trayectoria de lucha. No está mal refrescar la
memoria de nuestras genealogías, ya que sin grupos es posible que el activismo
“queer” o lo que queda de él nunca hubiera sido posible, reinventándose,
trans-formándose.
Hoy
día parece haberse desvanecido la idea de “los grupos de riesgo” aunque la
“enfermedad social” del prejuicio y el estigma sigue llevando a la armarización
de las personas seropositivas como “peligros potenciales”. Cuestiones como el
racismo, la homofobia, la aporofobia (odio
a la pobreza), el “pánico moral” siguen surgiendo tras determinados
gestos que aumentan en según qué ámbitos.
Hoy
día la esperanza de vida parece haberse aumentado aunque los recortes también
han aumentado la diferencia entre los enfermos con posibilidades y los que
tienen menos acceso a los recursos, entre la población migrante y la autóctona,
entre la diversa y la uniforme. Pero la industria farmacéutica no parece
detenerse en ningún lado y ha surgido la polémica sobre la “Profilaxis
Pre-Exposición” también conocida como PrEP. Esta suerte de “condón químico” se
emplea como medida de prevención y parece haberse popularizado, aunque su fama
es mayor que su uso, todavía en el ámbito español.
No
obstante, la labor preventiva realizada va orientada hacia los cuidados
personales y mutuos, hacia la lucha contra la ignorancia y el conocimiento de
cuáles son las prácticas que conllevan riesgo y cuáles no.
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