Vindicación del poeta Eduardo Haro Ibars
Por Eduardo Nabal
Dentro de sus coordenadas espacio temporales (marcadas como ya se ha
dicho hasta la saciedad por la movida madrileña, las juergas
autodestructivas o la procedencia familiar) podemos rescatar la obra de
Eduardo Haro Ibars, como de otra manera, la de su amigo Leopoldo María
Panero, al margen de sus trayectorias vitales o con otra perspectiva,
mal conocida de su personalidad como creadores de formas.
Sin discutir la calidad innegable del
ensayo Eduardo Haro Ibars: los pasos del caído, de J. Benito Fernández,
invito a los lectores y lectoras a descubrir su obra influida por los
poetas franceses, la generación beat (con su culto a las drogas o su
pionera vindicación de la homosexualidad) o incluso de la cultura pop
emergente en nombres como Pedro Almodóvar, Alaska o Antonio Flores.
Muchos de ellos utilizaron letras o aspectos de la vida de un prosista y
poeta fuera de lo común para sus letras o incluso sus obras. Haro Ibars
puede gustar o no gustar como personaje público pero, al reducirlo a
"producto de una generación" o "integrante de la movida madrileña", lo
que se hace es (como ha ocurrido con la figura de Gil de Biedma, Genet o
Capote) limitarse a ser juez y/o parte de su vida, sin leer el alcance
incendiario de la obra del autor de El muchacho eléctrico. En la
literatura de Ibars encontramos ecos de tiempos pasados (los citados
Beat), con la ciencia ficción y lo "queer" entendido como punto de vista
"asocial" o transgresor de la norma. Su libro Intersecciones o sus
breves ensayos en El libro de los héroes son más que interesantes
experimentos formales, son pequeñas joyas de la literatura española,
relegadas a colecciones en pequeñas editoriales y sin reedición
accesible.
Experimentando
con mezclar sus experiencias vitales como la creación literaria Ibars ha
sido un caso extremo en la literatura española del siglo XX, tal vez
sin el talento de Gil de Biedma pero con una marcada personalidad y una
tendencia a desbaratar los cánones de la narrativa tradicional y al
pastiche nada comunes. Su libro Gay Rock también fue pionero en su
vindicación de experiencias que merecían ser contadas y letras que
podían ser escuchadas.
Aquí y ahora solo se cuenta su vida, dividida entre el activismo y el hedonismo, enfrentado a los prejuicios de su clase social y también a los de la izquierda radical a la que se aproximo en su día. Su muerte por VIH fue algo más que una de las "secuelas" de la movida, fue el fin de una interesante carrera literaria que aún hoy nadie puede fosilizar. Ibars retrató un Madrid en cambio y mutación- hoy casi irreconocible- y sus amoríos con con otros hombres con una apabullante sinceridad. Eduardo poeta no hubiera querido ser recordado como un personaje de cotilleo o de estudio biográfico generacional sino más bien como un literato iconoclasta "que siempre tendrá cerveza en sus cabellos".
Aquí y ahora solo se cuenta su vida, dividida entre el activismo y el hedonismo, enfrentado a los prejuicios de su clase social y también a los de la izquierda radical a la que se aproximo en su día. Su muerte por VIH fue algo más que una de las "secuelas" de la movida, fue el fin de una interesante carrera literaria que aún hoy nadie puede fosilizar. Ibars retrató un Madrid en cambio y mutación- hoy casi irreconocible- y sus amoríos con con otros hombres con una apabullante sinceridad. Eduardo poeta no hubiera querido ser recordado como un personaje de cotilleo o de estudio biográfico generacional sino más bien como un literato iconoclasta "que siempre tendrá cerveza en sus cabellos".
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