"Al hablar de cuestiones lgtbiq, el alumnado agradece que se le ofrezca información y que se le forme al respecto"
Por Eduardo Nabal
Ricard Huerta es profesor de educación
artística en la Universitat de València. Investigador del Institut Universitari
de Creativitat i Innovacions Educatives. Director de EARI Educación Artística
Revista de Investigación http://www.revistaeari.org
Codirector junto a Román de la Calle del Diploma de Posgrado Educación
Artística y Gestión de Museos. Director de Museari http://www.museari.com Doctor en Bellas Artes
y licenciado en Música, Bellas Artes y Comunicación Audiovisual. Coordinador
del Grupo CREARI de Investigación en Pedagogías Culturales (GIUV2013-103).
Profesor de la Facultat de Magisteri. Ha sido investigador invitado en
universidades del Reino Unido, Francia, Italia, Brasil, Argentina, Cuba,
Uruguay, Perú, Ecuador, Colombia y Chile, así como en las universidades de
Girona, Lleida, Complutense de Madrid, Zaragoza y Santiago de Compostela. Entre
sus últimos libros publicados destacamos Mujeres
maestras; Identidades docentes en Iberoamérica, La ciudad y sus docentes: Miradas desde el arte y la educación, Transeducar. Arte, docencia y derechos lgtb.
Autor de artículos en revistas especializadas, ha coordinado publicaciones
dentro del ámbito del arte, la educación, la formación de educadores, el
patrimonio y los museos. Las letras y los alfabetos constituyen un aspecto
relevante de su trabajo tanto a nivel educativo como artístico. Como artista visual ha presentado
exposiciones de pintura y grabado con temáticas muy impregnadas por la
tipografía y las caligrafías. Sus proyectos artísticos HomoAlphabet y Mujeres
Maestras se están exponiendo en diferentes países.
EDUARDO
NABAL.- Creo que el mundo del arte en España tiene sus particularidades igual
que el mundo LGTBQI y el mundo educativo. A lo mejor, entre otras cosas, por
los años de dictadura que nos preceden. Otras cosas son universales ¿Tuviste
que situarte de un modo especial para hablar del arte y las aulas en un contexto
como el del estado español, o crees que el alcance pedagógico de tu libro es
más amplio? ¿Sigue siendo el mundo del arte en general y del espectáculo en
particular en España un mundo de secretos a voces, medias tintas o la cosa ha
mejorado mucho?
RICHARD HUERTA.- Hay cosas por las que
siempre he luchado, y por las que voy a seguir luchando. Creo que la riqueza se
puede distribuir de manera equitativa, y considero que los bienes comunes se
pueden y se deben compartir. El concepto de riqueza tiene una fuerte
connotación económica, pero debemos asumir también algo que resulta muy
evocador desde que Pierre Bourdieu incidió en ello: el capital simbólico. Mi
herencia está muy impregnada de capital simbólico. De mi abuelo heredé el
escepticismo. El hombre tuvo que pasar cinco años de su vida en las cárceles de
Franco, por su ideología anarquista, y sin embargo, después de aquello, afrontó
la vida con mucha valentía. Esa herencia es importante para mí. El mismo
entusiasmo con el que mi abuelo combatió la dictadura, es el que me transmitió
mi padre con sus inmensas ganas de trabajar. Mi padre era de ideología
comunista, pero también tuvo que callar sus ideas a causa de la represión
franquista. Con todo este bagaje, se me educa en la honradez y el deseo de superación,
con la idea de equidad y justicia muy enraizada. Esto me lleva a luchar
constantemente contra la tiranía. En ese sentido soy muy foucaultiano, ya que
entiendo que la tiranía puede estar impregnando muchas de las actividades
cotidianas. No perdamos de vista que los usos culturales son un foco de
atención en mi faceta de analista y educador. Yo eliminaría Televisión
Española, por ejemplo. No creo que tenga ninguna función necesaria para la
sociedad, no la necesitamos, y sin embargo supone un derroche presupuestario de
cantidades ingentes que se podrían destinar a otras cuestiones mucho más
necesarias para la gente. La sanidad y la educación son la base de un criterio
equitativo de reparto de calidad de vida, así como de planteamientos con
intereses sociales. Algo similar ocurre con los presupuestos desorbitados en
museos y centros de arte, cuando se especula desde postulados elitistas
utilizando como medida el mercado del arte. Se podría estar distribuyendo mejor
esta riqueza. Hay muchas cuestiones por las que debemos luchar cada día, y
desde mi posicionamiento como docente entiendo que la defensa de los derechos
humanos es una tarea necesaria y decisiva. En ese sentido, he centrado mi
investigación en las identidades y los patrimonios. La defensa de los derechos
de los colectivos lgtb se ha convertido en una de mis prioridades.
E.N.- Arte
y educación. Educación y diversidad. Nos enfrentamos a los prejuicios de
siempre y también a una disparidad de discursos, desde aquel que aboga por la reivindicación
de la diferencia y la subjetividad queer hasta aquel que sigue utilizando
términos como integración, normalización, igualitarismo, etc. ¿Dónde te sitúas
tú como artista, por un lado, y como docente, por otro, en este punto de
inflexión sociopolítica?
R.H.- Mi creación
artística y el trabajo como educador en artes están muy unidos. Nunca he
separado drásticamente mi faceta como artista y mi vertiente como educador.
Considero que tanto la creación artística como la educación conllevan una
fuerte carga de comunicación. Somos comunicadores. Podríamos hablar de una tendencia
reciente que se denomina ‘Artography’. Las ‘artografías’ (difundidas de forma
certera por Rita Irwin, que fue presidenta mundial de InSEA, la ‘International
Society of Education through Art’) están en la línea de unir tres aspectos que
van de la mano: la creación artística (A de artista),
el apartado de la investigación (la R de researcher)
y la faceta educativa (la T de teacher).
Al combinar estos tres ámbitos funcionas de manera mucho más equilibrada, y
resulta muy gratificante, tanto a nivel personal como profesional. Aplicando
las artografías a las acciones en el
aula con el alumnado, lo que hacemos es trabajar por proyectos. Los resultados
son sorprendentes, y muy positivos. También me apoyo en artistas mujeres, para
que conozcan la realidad de la creación artística actual hecha por mujeres. El
curso anterior estuvimos trabajando sobre el concepto del ‘miedo’, partiendo de
la obra de la artista Carmen Calvo. La propia Carmen Calvo estuvo con nosotros
en el aula, viendo los trabajos del alumnado, algo que resultó muy
gratificante. Este curso hemos elaborado propuestas artísticas tomando como
base el tema del ‘cuerpo’, y partiendo de la obra de la joven artista Anna Ruiz
Sospedra, que también estuvo en el aula. En ambos casos, la temática de la
diversidad sexual aparece como un elemento importante de reflexión. Yo aprendo
muchísimo con este tipo de experiencias. Creo que el docente debe estar muy
atento a lo que aporta el propio alumnado, ya que son jóvenes que tienen una
visión muy particular de las cosas. Cuando se acercan al arte se dan cuenta de
la carga tan importante que puede tener en sus vidas y en su futuro como
docentes.
E.N.- La
teoría y la práctica queer, sobre todo a partir del VIH, ha puesto el cuerpo en
primer término, algo que ya planteo el arte feminista hace bastante tiempo ¿Crees,
como Bárbara Kruger, que a determinadas edades “el cuerpo es un campo de
batalla”, o crees que nunca deja de serlo? ¿O lo que son un campo de batalla
son las aulas y los prejuicios que se renuevan?
R.H.- Precisamente
es con la pieza de Barbara Kruger titulada Your
Body is a Battleground con la que se inicia el recorrido del proyecto sobre
‘el cuerpo’. El cuerpo, nuestro propio cuerpo, es un campo de batalla, desde
que nacemos, y a lo largo de toda nuestra vida. Esto es algo mucho más evidente
en colectivos como las mujeres, y de forma muy evidente en grupos como las
personas trans y, de hecho, en toda la diversidad lgtb. El cuerpo genera
deseos, que son imposibles de controlar. Y es desde el poder donde nacen todos
los mecanismos políticos, religiosos y culturales que son utilizados para
controlar lo incontrolable. A las niñas se las marca, a los pocos días de
nacer, con un agujero en cada oreja. A los niños se les viste de azul y se les
compran determinados juguetes, además de obligarles a practicar deportes muy
específicos ‘propios de hombres’. Todos estos mecanismos están fuertemente
enraizados desde la heteronormatividad imperante. Romper estos esquemas es
difícil y complicado, sobre todo cuando se cree que son barreras
infranqueables. O peor aún, cuando se considera que eso es ‘lo normal’.
Llevamos décadas intentando eliminar el estigma social y cultural contra las
personas lgtbiq. Estamos avanzando, pero los derechos logrados pueden perderse
con facilidad, si no estamos atentos. Hablar en el aula sobre todas estas
cuestiones todavía resulta complicado, especialmente en niveles no
universitarios. Tenemos que mejorar, evidentemente. Pero ante todo, debemos
perder los miedos. Al hablar de estas cuestiones, el alumnado agradece que se
les ofrezca información y que se les forme al respecto.
E.N.- ¿Te
has autocensurado como profesor a la hora de mostrar o vivenciar ciertos
aspectos de tu experiencia como persona LGTBQI o, al revés, te han sorprendido
alumnos/as por su forma de expresarse en uno u otro sentido?
R.H.- Hace unas décadas no hubiese imaginado que
llegaríamos a poder hablar tan abierta y espontáneamente de todas estas
cuestiones. Si bien siempre estuvo presente en mis planteamientos docentes,
aunque no de forma explícita, desde hace unos años he optado por exponer
abiertamente muchas cuestiones que antes estaban implícitas en forma de
discurso más ‘armariado’. Si yo les digo a mis alumnos “os recomiendo tal
exposición porque es muy interesante”, no es lo mismo que si les digo: “He
estado con mi marido viendo la exposición de tal museo, y os la recomiendo
porque realmente vale la pena”. Si les hablo de Robert Rauschenberg, de Jasper
Johns o de Cy Twombly, no les voy a ocultar que entre ambos hubo relaciones
amorosas. A partir de aquí todo surge de forma regular y los temas pierden la
carga de tabú que suelen tener. Les hablo de Museari Museu de l’Imaginari, www.museari.com
un museo online en el que presentamos cada mes una muestra diferente con
temáticas lgtb, y se muestran muy interesados por este tipo de propuestas. La
ventaja es que en los últimos años se está propiciando una mirada desde los
propios museos y centros de arte hacia este tipo de cuestiones vinculadas a la
diversidad sexual. El hecho de haber introducido con éxito este tipo de
temáticas en el aula me animó a escribir el libro Transeducar. Arte, docencia y derechos lgtb, desde donde propongo
al profesorado a salir de los armarios tanto personales como profesionales, a
hablar abiertamente de todos los temas que son realmente interesantes, y a
combatir cualquier tipo de tiranía. Vale la pena.
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