lunes, 31 de julio de 2017

RICHARD HUERTA, PROFESOR DE ARTE Y AUTOR DE 'TRANSEDUCAR. ARTE, DOCENCIA Y DERECHOS LGTB'

 

"Al hablar de cuestiones lgtbiq, el alumnado agradece que se le ofrezca información y que se le forme al respecto"

 

 

Por Eduardo Nabal


Ricard Huerta es profesor de educación artística en la Universitat de València. Investigador del Institut Universitari de Creativitat i Innovacions Educatives. Director de EARI Educación Artística Revista de Investigación http://www.revistaeari.org Codirector junto a Román de la Calle del Diploma de Posgrado Educación Artística y Gestión de Museos. Director de Museari http://www.museari.com Doctor en Bellas Artes y licenciado en Música, Bellas Artes y Comunicación Audiovisual. Coordinador del Grupo CREARI de Investigación en Pedagogías Culturales (GIUV2013-103). Profesor de la Facultat de Magisteri. Ha sido investigador invitado en universidades del Reino Unido, Francia, Italia, Brasil, Argentina, Cuba, Uruguay, Perú, Ecuador, Colombia y Chile, así como en las universidades de Girona, Lleida, Complutense de Madrid, Zaragoza y Santiago de Compostela. Entre sus últimos libros publicados destacamos Mujeres maestras; Identidades docentes en Iberoamérica, La ciudad y sus docentes: Miradas desde el arte y la educación, Transeducar. Arte, docencia y derechos lgtb. Autor de artículos en revistas especializadas, ha coordinado publicaciones dentro del ámbito del arte, la educación, la formación de educadores, el patrimonio y los museos. Las letras y los alfabetos constituyen un aspecto relevante de su trabajo tanto a nivel educativo como artístico.  Como artista visual ha presentado exposiciones de pintura y grabado con temáticas muy impregnadas por la tipografía y las caligrafías. Sus proyectos artísticos HomoAlphabet y Mujeres Maestras se están exponiendo en diferentes países. 
 

EDUARDO NABAL.- Creo que el mundo del arte en España tiene sus particularidades igual que el mundo LGTBQI y el mundo educativo. A lo mejor, entre otras cosas, por los años de dictadura que nos preceden. Otras cosas son universales ¿Tuviste que situarte de un modo especial para hablar del arte y las aulas en un contexto como el del estado español, o crees que el alcance pedagógico de tu libro es más amplio? ¿Sigue siendo el mundo del arte en general y del espectáculo en particular en España un mundo de secretos a voces, medias tintas o la cosa ha mejorado mucho?

RICHARD HUERTA.-  Hay cosas por las que siempre he luchado, y por las que voy a seguir luchando. Creo que la riqueza se puede distribuir de manera equitativa, y considero que los bienes comunes se pueden y se deben compartir. El concepto de riqueza tiene una fuerte connotación económica, pero debemos asumir también algo que resulta muy evocador desde que Pierre Bourdieu incidió en ello: el capital simbólico. Mi herencia está muy impregnada de capital simbólico. De mi abuelo heredé el escepticismo. El hombre tuvo que pasar cinco años de su vida en las cárceles de Franco, por su ideología anarquista, y sin embargo, después de aquello, afrontó la vida con mucha valentía. Esa herencia es importante para mí. El mismo entusiasmo con el que mi abuelo combatió la dictadura, es el que me transmitió mi padre con sus inmensas ganas de trabajar. Mi padre era de ideología comunista, pero también tuvo que callar sus ideas a causa de la represión franquista. Con todo este bagaje, se me educa en la honradez y el deseo de superación, con la idea de equidad y justicia muy enraizada. Esto me lleva a luchar constantemente contra la tiranía. En ese sentido soy muy foucaultiano, ya que entiendo que la tiranía puede estar impregnando muchas de las actividades cotidianas. No perdamos de vista que los usos culturales son un foco de atención en mi faceta de analista y educador. Yo eliminaría Televisión Española, por ejemplo. No creo que tenga ninguna función necesaria para la sociedad, no la necesitamos, y sin embargo supone un derroche presupuestario de cantidades ingentes que se podrían destinar a otras cuestiones mucho más necesarias para la gente. La sanidad y la educación son la base de un criterio equitativo de reparto de calidad de vida, así como de planteamientos con intereses sociales. Algo similar ocurre con los presupuestos desorbitados en museos y centros de arte, cuando se especula desde postulados elitistas utilizando como medida el mercado del arte. Se podría estar distribuyendo mejor esta riqueza. Hay muchas cuestiones por las que debemos luchar cada día, y desde mi posicionamiento como docente entiendo que la defensa de los derechos humanos es una tarea necesaria y decisiva. En ese sentido, he centrado mi investigación en las identidades y los patrimonios. La defensa de los derechos de los colectivos lgtb se ha convertido en una de mis prioridades.

E.N.- Arte y educación. Educación y diversidad. Nos enfrentamos a los prejuicios de siempre y también a una disparidad de discursos, desde aquel que aboga por la reivindicación de la diferencia y la subjetividad queer hasta aquel que sigue utilizando términos como integración, normalización, igualitarismo, etc. ¿Dónde te sitúas tú como artista, por un lado, y como docente, por otro, en este punto de inflexión sociopolítica?

R.H.- Mi creación artística y el trabajo como educador en artes están muy unidos. Nunca he separado drásticamente mi faceta como artista y mi vertiente como educador. Considero que tanto la creación artística como la educación conllevan una fuerte carga de comunicación. Somos comunicadores. Podríamos hablar de una tendencia reciente que se denomina ‘Artography’. Las ‘artografías’ (difundidas de forma certera por Rita Irwin, que fue presidenta mundial de InSEA, la ‘International Society of Education through Art’) están en la línea de unir tres aspectos que van de la mano: la creación artística (A de artista), el apartado de la investigación (la R de researcher) y la faceta educativa (la T de teacher). Al combinar estos tres ámbitos funcionas de manera mucho más equilibrada, y resulta muy gratificante, tanto a nivel personal como profesional. Aplicando las artografías a las acciones en el aula con el alumnado, lo que hacemos es trabajar por proyectos. Los resultados son sorprendentes, y muy positivos. También me apoyo en artistas mujeres, para que conozcan la realidad de la creación artística actual hecha por mujeres. El curso anterior estuvimos trabajando sobre el concepto del ‘miedo’, partiendo de la obra de la artista Carmen Calvo. La propia Carmen Calvo estuvo con nosotros en el aula, viendo los trabajos del alumnado, algo que resultó muy gratificante. Este curso hemos elaborado propuestas artísticas tomando como base el tema del ‘cuerpo’, y partiendo de la obra de la joven artista Anna Ruiz Sospedra, que también estuvo en el aula. En ambos casos, la temática de la diversidad sexual aparece como un elemento importante de reflexión. Yo aprendo muchísimo con este tipo de experiencias. Creo que el docente debe estar muy atento a lo que aporta el propio alumnado, ya que son jóvenes que tienen una visión muy particular de las cosas. Cuando se acercan al arte se dan cuenta de la carga tan importante que puede tener en sus vidas y en su futuro como docentes.

E.N.- La teoría y la práctica queer, sobre todo a partir del VIH, ha puesto el cuerpo en primer término, algo que ya planteo el arte feminista hace bastante tiempo ¿Crees, como Bárbara Kruger, que a determinadas edades “el cuerpo es un campo de batalla”, o crees que nunca deja de serlo? ¿O lo que son un campo de batalla son las aulas y los prejuicios que se renuevan?

R.H.- Precisamente es con la pieza de Barbara Kruger titulada Your Body is a Battleground con la que se inicia el recorrido del proyecto sobre ‘el cuerpo’. El cuerpo, nuestro propio cuerpo, es un campo de batalla, desde que nacemos, y a lo largo de toda nuestra vida. Esto es algo mucho más evidente en colectivos como las mujeres, y de forma muy evidente en grupos como las personas trans y, de hecho, en toda la diversidad lgtb. El cuerpo genera deseos, que son imposibles de controlar. Y es desde el poder donde nacen todos los mecanismos políticos, religiosos y culturales que son utilizados para controlar lo incontrolable. A las niñas se las marca, a los pocos días de nacer, con un agujero en cada oreja. A los niños se les viste de azul y se les compran determinados juguetes, además de obligarles a practicar deportes muy específicos ‘propios de hombres’. Todos estos mecanismos están fuertemente enraizados desde la heteronormatividad imperante. Romper estos esquemas es difícil y complicado, sobre todo cuando se cree que son barreras infranqueables. O peor aún, cuando se considera que eso es ‘lo normal’. Llevamos décadas intentando eliminar el estigma social y cultural contra las personas lgtbiq. Estamos avanzando, pero los derechos logrados pueden perderse con facilidad, si no estamos atentos. Hablar en el aula sobre todas estas cuestiones todavía resulta complicado, especialmente en niveles no universitarios. Tenemos que mejorar, evidentemente. Pero ante todo, debemos perder los miedos. Al hablar de estas cuestiones, el alumnado agradece que se les ofrezca información y que se les forme al respecto.

E.N.- ¿Te has autocensurado como profesor a la hora de mostrar o vivenciar ciertos aspectos de tu experiencia como persona LGTBQI o, al revés, te han sorprendido alumnos/as por su forma de expresarse en uno u otro sentido?

R.H.-  Hace unas décadas no hubiese imaginado que llegaríamos a poder hablar tan abierta y espontáneamente de todas estas cuestiones. Si bien siempre estuvo presente en mis planteamientos docentes, aunque no de forma explícita, desde hace unos años he optado por exponer abiertamente muchas cuestiones que antes estaban implícitas en forma de discurso más ‘armariado’. Si yo les digo a mis alumnos “os recomiendo tal exposición porque es muy interesante”, no es lo mismo que si les digo: “He estado con mi marido viendo la exposición de tal museo, y os la recomiendo porque realmente vale la pena”. Si les hablo de Robert Rauschenberg, de Jasper Johns o de Cy Twombly, no les voy a ocultar que entre ambos hubo relaciones amorosas. A partir de aquí todo surge de forma regular y los temas pierden la carga de tabú que suelen tener. Les hablo de Museari Museu de l’Imaginari, www.museari.com un museo online en el que presentamos cada mes una muestra diferente con temáticas lgtb, y se muestran muy interesados por este tipo de propuestas. La ventaja es que en los últimos años se está propiciando una mirada desde los propios museos y centros de arte hacia este tipo de cuestiones vinculadas a la diversidad sexual. El hecho de haber introducido con éxito este tipo de temáticas en el aula me animó a escribir el libro Transeducar. Arte, docencia y derechos lgtb, desde donde propongo al profesorado a salir de los armarios tanto personales como profesionales, a hablar abiertamente de todos los temas que son realmente interesantes, y a combatir cualquier tipo de tiranía. Vale la pena.



 



 

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