viernes, 1 de septiembre de 2017

LA ESTACA, CATALUÑA Y LA LIBERTAD


 





 

Siendo bastante ignorante en la materia y sus raíces históricas solo me voy a atrever a dar unos apuntes sobre una cuestión que ha llegado a dimensiones (infladas) mediáticas irrisorias y a la vez no exentas de extraño “encanto” en una España desolada por el paro, el autoengaño, la miseria material y  cultural y la corrupción de altos vuelos. Hay convocada una consulta o “referéndum” de cara a la posible autodeterminación para el próximo 1 de octubre en Cataluña. Pero el poder centralista va hacer nuevamente todo lo posible para impedirla, boicotearla o deslegitimarla. Incluso Cospedal, estrenándose como prepotente Ministra de Defensa a tuti plen, ha amenazado, en un alarde de prepotencia, con “sacar los tanques a la calle”, al más puro estilo golpista. Lo malo es que el independentismo catalán hoy se ha ganado unas simpatías poco sólidas. La verdadera izquierda siempre ha querido el derecho de los pueblos a la autodeterminación, por encima de imposiciones centralistas que vienen de antiguo. Pero parece que la mayoría del pueblo catalán y, en particular  uno de los sectores más nacionalistas que no independentistas -en su origen--  fue la burguesía industrial catalana y sus aledaños. Puede que un sector de las clases populares  fuera independentista y  si buscara una forma de autoexpresión y autodeterminación, una forma de autonomía que les permitiera autogestionarse y destapar a sus propios corruptos si la excusa de la “dependencia del poder central”. Pero ahora éste referéndum que parece haber unido- temporalmente.  a izquierdas y derechas catalanas en un común objetivo separatista que  ha suscitado una generosa empatía en el resto del estado por las trabas, zancadillas, escuchas, espionaje y guerra sucia desatada por la derecha en el poder contra esas mismas pretensiones de Cataluña en erigirse como nación independiente. Una Cataluña que ya no es la que era, lejos del despertar antifranquista, el republicanismo más auténtico, Ocaña y el camp barcelonés, el anarquismo travestido, la ética libertaria. Esa Cataluña libre es hoy una Cataluña hoy también amordazada por su propia policía además de por la del Estado Español, de libertades inseguras y con sus propios figurines y, a pesar de estar, en algunos aspectos, culturalmente más avanzada, igual de mísera en sus diferencias sociales. Estrellas mediáticas de gran poder de seducción frente al público como Gabriel Rufián gustan por su capacidad de molestar al partido en el gobierno pero anteponen, en el fondo y lo vemos en sus pactos autonómicos, su catalanismo a su visión social de izquierda real y duradera con visos a un futuro por construir.  O sea un independentismo contra el Partido que desgobierna el Estado Español y sus votantes, pero no un independentismo con una sólida y duradera base social, en gran medida. Es decir un odio común, lo que es muy loable pero que no acabará ni con la alta corrupción de la derecha catalana en el poder ni con los muchos otros problemas del pueblo catalán en su conjunto. Puede que logren librarse de la monarquía española y hasta del Partido (u Organización Mafiosa y Criminal ) Popular, que no es poco, pero lo que tienen en casa tampoco es nada envidiable – más bien al contrario- y eso les va a tocar  afrontarlo y solucionarlo allí donde sitúen las/sus fronteras.
 
Uno siempre ha pensado que la coacción del Estado central sobre el derecho de autodeterminación de los pueblos no ha traído nada bueno y, sin dejar de condenar la violencia, no entiende ese miedo a la diversidad sociocultural y esa cerrazón cuasifascista a que cada pueblo o nación decida sobre su futuro, incluso sobre si quiere ser una república y no seguir sobre una monarquía absurda y en horas bajas. Aunque también es muy posible que en el referéndum saliera un “no” ya que la derecha española y también los españolistas de Cataluña “saben votar como un solo hombre” cuando se presenta la ocasión, como hemos comprobado recientemente. Sea como fuere, y desde la indiscutible empatía que suscita un pueblo enfrentado a una maquinaria centralista corrupta, dictatorial y manipuladora, no creo que para Cataluña haya un día clave en su historia sociopolítica, si puede (podría)  haber un cierto sentido simbólico contra el caciquismo centralista y sus artimañas de baja estofa, pero los caciques de dentro, actuando de igual modo contra su pueblo, se quedan en el interior y  en el poder.

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