sábado, 1 de abril de 2017

LA PESADILLA DE CASANDRA

Estampa triste para un NO-DO tardío

 

Por Eduardo Nabal



 
La España que hiela el corazón se ha superado a sí misma. No solo deja libres a corruptos de alto standing, parientes de monarcas, antiguos torturadores, narcos de altos vuelos, banqueros y evasores, sino que por si cabía alguna duda de la ceguera o el desequilibrio mental de la justicia que se imparte, se condena a una joven a un año de cárcel, siete de inhabilitación y a pagar las costas de un juicio por poner en un twit con algo que ya dijeron Tip y Coll en sus chistes sobre Carrero Blanco "asaltando los cielos".
Tiempos de miedo a opinar, a pensar, a discrepar, a decir la verdad ... Pero la cosa no queda ahí, el juez fascista se ha dirigido a Casandra, mujer transgénero, en todo momento por su anterior nombre masculino, por si cabía alguna duda de la forma de "no pensar" ese buitre o gaviota con toga. Helados en un país sin memoria, dominados por una maquinaria postfranquista, beata e hipócrita, todavía apoyada por un pueblo sumido en la apatía y el descanto ya va siendo hora de que alcemos nuestra voz y retomemos las calles.
Hoy es el día de la visibilidad trans, ese juez ha cometido el crimen de hacer invisible la diferencia de Casandra mientras la ningunea, señala y condena al ostracismo social, por mofarse de sus ídolos, sus monstruos y sus bestias genocidas, esas que ellas permiten honrar vejando la memoria de miles de muertos.
Si, todas somos hoy Casandra. Porque si bien podemos, o no, haber pasado todas por lo mismo en estos últimos años de estafa y espolio de lo público, hemos sentido, por activa o por pasiva, ese miedo contagioso a que la derecha en el poder haga uso de sus armas más viles contra nosotras, armas como la Ley Mordaza, la violencia policial, la instrumentalización judicial, la privatización del pensamiento, instrumentos de terror para devolvernos a esos tiempos más oscuros que nunca se fueron del todo.
Una vez más nuestro miedo vuelve a ser su fuerza y la profecía de la Europa tomada por una derechona como la nuestra es la peor de todas las profecías.

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