lunes, 29 de agosto de 2016

'CASO TOMILLERO'

Ha nacido una estrella

Por José García


Una esplendida gaviota sobrevuela la hermosa playa de La Caleta, en Cádiz./J.G.


Cada verano responde, más o menos, a los mismos rituales de entretenimiento. Como la monotonía de las norias que pueblan la poesía de Antonio Machado. Como la levantera que amenaza pertinaz con arruinar cada agosto gaditano. Como los lavapiés de la playa que sirven a los niños para llenar globitos de agua. Todos los veranos son secos, secos de noticias interesantes que permitan buscarse el pan a los plumillas becarios y a los autóctonos y turistas salir del sopor de las agobiantes sobremesas. Y en este continuum de postales repetidas, emerge siempre una figura de atractivo mediático, un Pequeño Nicolás, una Olvido Hormigo, que tras protagonizar la transgresión de algún código moral de las sociedades modernas, se postula ya como personaje de reality de la próxima temporada y nos saca de un golpe del letargo de la siesta.

            Jesús Tomillero ha entendido todo esto muy bien. No en vano, entre los galardonados en esos primeros primerísimos premios por la diversidad sexual que ha instituido para distinguir la labor contra la lgtbifobia, se encuentran no solo entidades tan rocambolescas como Nuevas Generaciones de Cádiz o el Cádiz C.F. (muérete de risa, María Luisa), sino también grupos mediáticos como Mediaset España, que ya ha elevado a Nicolás y a Hormigo a la categoría de estrellas televisivas capaces de hurgar en las heridas del contrincante de turno.

            El primer primerísimo arbitro gay que sale del armario, después de dejar el fútbol, anda buscando colocación en este star system del minuto y medio de fama. Y ya no sabe qué hacer para llamar la atención. Por lo pronto, este fin de semana ha amenazado desde su cuenta de Twitter a la web gay Estoy Bailando con una demanda por el artículo titulado El arbitro gay reparte premios entre sus amigis del PP. Enfurruñado porque, dice, se ha utilizado su imagen sin su consentimiento. Tomillero ya lo sabe. Su imagen es ya, empieza a ser ya, marca. Marca comercializable, vendible en cualquier edición de Gran Hermano VIP o Supervivientes. Y no está dispuesto a compartir los beneficios del invento con ningún otro.

            Sin embargo, el ex arbitro no parece ser consciente de los pros y los contras de esta gloria amarilla y fugaz como el veranillo de San Miguel. Porque él podrá hacer lo que le dé la gana y darle sus premios a quien le parezca. Pero los demás (y, por supuesto, las demás) tenemos derecho a dar nuestra opinión al respecto. Y esta es la parte que, me parece, no ha entendido este héroe moderno de la épica futbolística.

            Es una pena que no saliera del armario a tiempo de ser invitado a la boda de Maroto. Le hubiera proporcionado un plus de proyección mediática que hubiera acelerado su ascenso televisivo. De todos modos, yo le recomendaría que no desesperara. Al fin y al cabo, él sigue siendo ese algo extraordinario, inusual, fuera de lo común, que necesitan las grandes corporaciones del entretenimiento para distraernos a todos del tedioso invierno que se nos viene encima. Al fin y al cabo, sigue siendo el arbitro gay-de derechas-que salió del armario. Mucho más vendible que la loca patética-que un día se hartó-y le plantó cara a sus acosadores, o que la ciberactivistas trans-que no desfalleció en su empeño-hasta lograr que se retirara-vídeo difamatorio sobre las personas transgénero. Personajes de esos, tan comunes, tan vulgares, hay muchos, demasiados para esta España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía. Tantos, que nadie les presta ya su atención.

Bueno, nadie no. La concejala del PP en Badajoz, Charín Gómez de la Serna, que llamó “asquerosos y repugnantes” a dos manifestantes del Orgullo 2016, o el edil popular en el Ayuntamiento de Sevilla, Gregorio Serrano, que exigió la retirada de la exposición fotográfica, a la que calificó de obscena, que los grupos lgbtbqi habían instalado en el centro de la capital hispalense con motivo de la misma celebración, esos sí que están muy pendientes. Como los responsables del gobierno central en funciones, también del PP, que han recurrido (qué raro) la Ley de Transexualidad recién aprobada por la Asamblea Madrileña.

Pero a quién le importa todo eso, ¿verdad, Tomillero? Ande yo caliente y ríase la gente. Porque ha nacido una estrella.
 

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