Sor Juanga o mi mano rosando tu entrepierna húmeda
Por Darwin Pereira
Me encantaba ver las películas de mi Sor
Juanga Briel cuando pretendía pasar por macho mexicano enamorando a una chica,
llevándole serenata, y emocionado meneaba la cola más que la joven. Mi
SorJuanga a quien se le veía desde un avión lo mari, en sus películas de los 80´s, esa voz
camuflaba su verdadero sentir, esa camisa a cuadros y sombrero que pretendía
travestir su corazón marica, aceptando pasiva las risillas y burlas porque
nadie le creía el chow, el telón heterosexual bajo el que escribió su canciones
que los mismo machos homofóbicos le cantaban a sus "viejas" entre
cantinas sucias, prostitutas rancias y cerveza fresca.
Y
ahí, en esa palabrería, en ese baldío de arrabal moralino, en esa canción
tránsfuga nuestra loca cobraba venganza, porque muchos machotes no sabían o se
hacían los tontos pues las canciones que brotaron de las manos rosas de la Diva
de Juárez eran por amores de mayates de media noche, del chico de Suchiapa que
no pudo tener una erección cuando Juanga le tocó, le tocó la entrepierna, hace
tanto tiempo en un camerino después de ofrecer un concierto en la Tuxtla niña,
esas letras fueron inspiradas por un lanchero de Puerto Vallarta o Acapulco. Y
cuando compuso Isi todas las mujeres
que tenían nombres con esas iniciales se creían aludidas, sin embargo, cuenta
la leyenda urbana que se la compuso a un joven llamado Isidro. Ahora más
cínica, más descarada y transgresora espeta a quien osa preguntar sobre su
condición sexuada con un contundente "Lo
que se ve no se juzga", y para juzgar ¿quién? y no ve usted a ese
monumento de música lentejuela en todas las bodas, bautizos, quinceaños,
lupanares y cantinas prostibulares del país de machos que no se tocan ni se
abrazan no vaya a ser que...
Ahora,
se le ve, y se hace ver para que no quede duda, para que ya deje el morbo y se
enfunda en traje de mariachi rosa mexicano y sus botas de charol que la hacen
ver di-vi-na, toda regia, toda diva no sólo de Juárez sino de la mancillada y
estulta "dignidad marica". Marica eterna, en la mexica todavía macha
de remate, falsa y cainita como sus gobernantes, ciega como su pueblo, en un
lento despertar hacia la lucidez del Rey desnudo.
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